Hace 77 años el pueblo trabajador argentino se unía bajo una misma consigna para rescatar a su líder y referente, Juan Domingo Perón. Aquel 17 de octubre escribía su destino para siempre, protagonizando una revolución sin precedentes en esta parte del mundo, para brindar niveles de dignidad como no había tenido hasta entonces.
Una historia previa de avances y retrocesos había dado pie a un movimiento obrero importante, pero no decisivo. El cambio de política económica de los gobiernos oligárquicos en la década del 30 y la llegada de Perón a un olvidado departamento de Estado dieron el vuelco definitivo.
Casi disimuladamente, por lo bajo, tejió una trama de lealtades con los principales referentes obreros (que a su vez representaban la voz de miles de trabajadores desconocidos), de distintos sectores, que compondrían el respaldo definitivo tiempo más tarde, cuando fuera necesario.
Desde la reconvertida Secretaria del Trabajo y Previsión –que fue ganando cada vez más poder– escuchó, entendió y trabajó hombro con hombro con los líderes de un incipiente movimiento que empezaba a organizarse. La torpeza y el temor de los opositores de aquel momento –los de siempre– los llevó a encarcelar a Perón. La respuesta fue inmediata aquel día de octubre, demostrando el pueblo trabajador una lealtad que pasaría a ser inquebrantable con su referente, en un vínculo que duraría para siempre.
El 17 de octubre es un día mítico, inolvidable, una fecha que marca un antes y después. Si los trabajadores, los humildes de esta patria, no hubieran generado esa gesta, seguramente la vida de las mayorías sería diferente, mucho más difícil e injusta. El 17 de octubre, la liberación de Perón y el posterior triunfo en las elecciones del 46 marcaron un camino de desarrollo para nuestro país.
Desmintiendo los análisis fáciles que se reiteran actualmente en los grandes medios masivos, el peronismo, esa conquista de los trabajadores, permitió nuestro desarrollo siderúrgico, petrolero, manufacturero, entre otros. Todas las industrias de nuestro país crecieron a escalas que nunca más se repetirían.
Los trabajadores obtuvieron derechos adelantados para la época: ocho horas de trabajo, vacaciones pagas, aguinaldo, salud, etc. Y quienes venían de peores condiciones desde mucho tiempo antes, en aquella transición, estaban contenidos por una inmensa red social dirigida por la figura de Evita. Y tampoco hay que olvidar que a los empresarios nacionales les iba bien. Vendían, exportaban, crecían, se desarrollaban.
¿A quiénes nos les iba tan bien? A un pequeño grupo al que le convenía vincularse con el mundo a través de productos primarios, es decir, donde había poco trabajo y pocos trabajadores. Productos que iban del campo a los barcos era el esquema que involucraba a una porción insuficiente de trabajadores pero que mantenía una situación de acomodo a estos terratenientes, históricos privilegiados. Una clase pequeña pero muy poderosa que debió renunciar a su situación por un tiempo hasta que con sus métodos, sus medios y sus prácticas –en repetidas ocasiones criminales– fueron debilitando al peronismo.
Este relato sobre el pasado tiene utilidad si puede compararse con el presente. Es decir, qué significación tiene el 17 de octubre, 77 años después de aquella jornada histórica.
En primer lugar, que la conducción de un líder y la organización de los individuos en una causa común puede desestabilizar cualquier sistema, independientemente del poder acumulado que haya enfrente.
En segundo lugar, como se dijo, tener en claro que lo que sucedió a partir de aquel día fue en favor del conjunto trabajador y, por lo tanto, es absurdo pensar que desde que el peronismo llegó al poder se crearon “vagos” (según califican los detractores). Todo lo contrario, se trató de un movimiento que generó condiciones para más y mejor trabajo. Un movimiento justicialista.
Por último, tener en claro quiénes son esos detractores y cómo operan en la actualidad. Ya no van a tirar bombas matando inocentes por puro odio como ya lo hicieron. Pero a partir de una aceitada vinculación de medios, justicia y patronales al servicio de este poder, mienten, confunden, desprecian todo aquello que provenga del sector trabajador. Quienes estamos de este lado sabemos bien de qué estamos hablando. Allanamientos, difamaciones, acusaciones permanentes.
La historia del 17 de octubre no podemos dejar que la desvirtúen. Es nuestro patrimonio, nuestra historia, la de los compañeros que se brindaron por su bienestar y el de las siguientes generaciones. El ejercicio de la lealtad está en nuestro ADN, como la de Perón con los trabajadores y viceversa.
Como la de Hugo con cada uno de los compañeros camioneros y como la nuestra con él. El 17 de octubre es la conmemoración de un hecho bisagra en la historia argentina y la síntesis de una lealtad, entre nosotros, entre quienes integramos el movimiento de los trabajadores organizados.