Un nuevo desembarco federal llegó a Rosario de la mano de la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, quien brindó una conferencia de prensa este lunes en el destacamento móvil de la fuerza federal, en el marco de la presentación de la tropa de 200 gendarmes que desembarcaron para reforzar la seguridad. Si bien no se especificaron las tareas que van a efectuar los efectivos, distintos funcionarios de la cartera de Seguridad nacional hablaron de un mapa de calor, es decir de un trabajo en las zonas más calientes de la ciudad donde tienen lugar la mayor parte de los homicidios que se produjeron en lo que va del año, que suman unas 96 víctimas fatales. Es por eso que se espera que los operativos se centren en la zona de barrio Municipal y también en la zona oeste. Es que en los anteriores desembarcos federales, que se produjeron en 2014 y 2015, el motivo siempre fue el mismo: el aumento de las muertes violentas en la ciudad.
No es el primer desembarco de fuerzas federales en Rosario. El 8 de abril de 2014 se realizó “el operativo más grande de la historia Argentina”. La frase era repetida por funcionarios tanto del Ministerio de Seguridad de la Nación, comandados por Sergio Berni, como de la Procuraduría de Narcocriminalidad, quienes ese día desembarcaron en Rosario junto a tres mil agentes federales, seis helicópteros y un avión, para ocupar los barrios más calientes de la ciudad, donde el narcotráfico muestra su rostro más duro y más violento.
En ese momento se registraba un homicidio por día y los cuestionamientos hacia la Policía de Santa Fe eran constantes. La llegada de los federales se leyó como una ocupación del territorio que se había dejado abandonado y que fueron tomando los traficantes de drogas. Si bien la espectacularidad del operativo rememoró las ocupaciones de las favelas brasileñas, la curiosidad es que en Rosario se realizó el desembarco federal sin necesidad de disparar un sólo tiro, algo que no dejaban de resaltar los funcionarios. Como consecuencia del megoperativo, 89 búnkers donde se comercializaba droga fueron destruidos, a su vez que unas 25 personas fueron apresadas. Sin embargo, los funcionarios no parecían interesados en mostrar esas cifras, sino en dejar en claro que las fuerzas federales habían ocupado un territorio abandonado y que se quedaban en la ciudad.
En mayo de 2015, otra vez llegaron los gendarmes. Eran 2.500 los efectivos de fuerzas federales que llegaron a la provincia, y que casi la mitad de ellos, 1.200, se quedaban asentados en Rosario. La estadía prevista era de cuatro meses, período en el que el gobierno provincial debía completar la capacitación de nuevas camadas de la Policía provincial para ir reemplazándolos en el territorio.
Después, con el tiempo, las fuerzas federales habían regresado a reforzar la provincia de Buenos Aires, pero los homicidios comenzaron a bajar y recién este año recuperaron la curva ascendente que exhibieron entre 2013 y 2015. Es que en 2013 se registraron 260 muertes violentas, y en 2014, 234. Un año después, en 2015, los crímenes violentos sumaban 199 y en 2016 habían bajado a 158. Y 2017 terminó con 162 homicidios. Pero la secuencia de muertes que se sucedieron desde comienzo de año sembró otra vez la alarma y como consecuencia, los federales volvieron a la ciudad.
En setiembre de 2016, cuando dos masivas movilizaciones conocidas como «Rosario Sangra» reclamaban seguridad, el Gobierno Nacional recibió al gobernador Miguel Lifschitz y se produjo el 3° desembarco, ya en la gestión Cambiemos. El acuerdo de “colaboración estratégica” firmado con la provincia de Santa Fe para la lucha contra el narcotráfico y otros delitos derivados de esa problemática, determin{o la llegada de fuerzas federales a la ciudad.