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Cuando Capote escribió el final más triste

Por Rubén Alejandro Fraga.- Hace 28 años moría de una sobredosis de alcohol y psicofármacos el autor de “A sangre fría”.

“Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio”. La frase, del libro Música para camaleones, un desgarrador autorretrato, sirve para definir a su autor, el periodista y escritor estadounidense Truman Capote, de cuya muerte se cumplen hoy 28 años. Escritor precoz y extraordinario, homosexual y aficionado al alcohol y a las drogas terminó autodestruyéndose, incapaz de asumir el contraste entre el mundo que él imaginaba y la cruda realidad.

De nombre real Truman Streckfus Persons, nació el martes 30 de septiembre de 1924 en Nueva Orleans, Luisiana. Era hijo del comerciante Archulus Persons y de la bella Lillie Mae Faulk. Tras el divorcio de sus padres, el pequeño se fue a vivir con unos familiares en Alabama. A pesar de su infancia difícil, Truman era encantador e inteligente. Y fue en las granjas del sur de Estados Unidos donde, según contó, empezó a escribir para mitigar el abandono de sus padres y el aislamiento sufrido durante su infancia. “Mi gran pesar en la vida es que mi infancia fue innecesariamente solitaria”, sostuvo.

Truman adoptó el apellido del segundo marido de su madre, el empresario cubano Joseph García Capote. En 1942, tras pasar por Connecticut, los Capote se mudaron a Nueva York. A los 17 años dejó los estudios para comenzar a trabajar en la revista semanal The New Yorker, donde, según contó, seleccionaba tiras cómicas y recortaba periódicos.

A los 21 abandonó su primer trabajo y publicó un relato, “Miriam”, en la revista Mademoiselle, que atrajo la atención de los críticos y ganó el premio O’Henry de 1946. Ese año inició su romance con Newton Arvin, profesor de literatura de la Universidad de Smith; él era amante, maestro, corrector, admirador y el padre que Arch nunca fue. Uno de los amigos más controvertidos durante sus primeros éxitos fue Gore Vidal: ambos habían sido emocionalmente abandonados por sus madres; se sentían atraídos por los hombres y querían alcanzar la inmortalidad a través de la palabra escrita.

Tras obtener el premio O’Henry y haber conseguido que se hablara de su estilo “gótico e introspectivo” y de la influencia de Edgar Allan Poe en sus cuentos, Capote escribió Otras voces, otros ámbitos (1948), novela que impresionó más por su abierto planteamiento de las relaciones homosexuales que por sus verdaderos méritos literarios, y por sus reflejos autobiográficos más que por su delicada exposición de las vivencias infantiles: un niño solo, Joel, que busca a su padre en el profundo sur estadounidense y termina por elegir a un travesti como figura paternal.

Ilustración: Facundo Vitiello.

Más tarde, llegarían El arpa de hierba (1951) y Se oyen las musas (1956). En 1958 publicó una de sus novelas más deliciosas, Desayuno en Tiffany’s, que cuenta la amistad entre dos inquilinos de un edificio en el Upper East Side de Manhattan, la protagonista, Holiday (Holly) Golightly, y un narrador anónimo que quiere ser escritor. Fue llevada al cine por Blake Edwards con Audrey Hepburn en el papel de Holly.

Pero el interés de Capote por el periodismo y su intensa colaboración con New Yorker lo acercaron a la disciplina del reportaje de investigación, lo que dio como fruto su célebre A sangre fría (1966), creadora del género de la non-fiction novel –donde se diluyen los límites del periodismo y la literatura– que relata el caso real del asesinato de la familia Cutters, basándose en documentos policiales y el testimonio de los implicados. Por esta novela, junto a Norman Mailer y Tom Wolfe, Capote es considerado uno de los padres del nuevo periodismo, que combina la ficción narrativa y el periodismo de reportaje, dentro de una nueva concepción de la relación entre realidad y ficción. La escritura de A sangre fría le llevó a Capote cinco largos años. Se vendieron más de 300 mil ejemplares y estuvo en la lista de los libros más vendidos del New York Times por 37 semanas: fue llevado al cine por Richard Brooks en 1967.

Mientras, el contacto con las altas esferas sociales e intelectuales de la comunidad neoyorquina influenció a Capote en su enfoque cáustico.

Pero su depresión lo fue alejando de sus amigos y lo llevó a combinar cada vez más el alcohol con psicofármacos en un cóctel autodestructivo que culminó con su muerte por sobredosis. Capote falleció el domingo 26 de agosto de 1984 en Los Ángeles, California. Tenía 59 años.

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