Hoy se cumplen 133 años del nacimiento de uno de los pioneros de la industria automotriz, el ingeniero y empresario francés André Citroën, creador de la marca de automóviles que lleva su nombre. Él fue el primer industrial en emplear en Europa métodos de trabajo en cadena y algunas de sus innovaciones fueron el encendido eléctrico y la tracción delantera.
Era hijo de Lévie Citroen, un vendedor de diamantes y perlas finas judío-holandés, que emigró a París en 1873, y de Macha Kleinan, una joven judía-polaca oriunda de Varsovia. Tras emigrar a Francia, Lévie Citroen cambió la ortografía de su nombre por la de Citroën.
André Gustave Citroën nació en París el martes 5 de febrero de 1878. Cuando tenía sólo cinco años se suicidó su padre. A los 10 años, descubrió la obra visionaria y vanguardista de Julio Verne que lo inspiraría durante toda su vida. Además, la construcción de la emblemática Torre Eiffel para la Exposición Universal de París, en 1889, lo incitó a estudiar ingeniería y, más tarde, a participar en los futuros grandes desafíos industriales del siglo XX. Es que él creció en una época en la que la humanidad creía en el progreso ilimitado y se tenía la certeza de que éste traería la felicidad al mundo.
A los 20 años se recibió de ingeniero en la Escuela Politécnica de París. Su primer trabajo fue en una empresa de fabricación de ruedas, de unos amigos de la familia, donde vio el sistema de engranaje que le serviría de inspiración para la doble flecha o chevron que empleó como logotipo en sus automóviles.
En 1908 fue contratado por la automotriz de los hermanos Mors, donde racionalizó el funcionamiento de la empresa, cuya producción pasó de 125 vehículos anuales a 1.200. Este éxito le dio la idea de fabricar sus propios automóviles. Es que él se reveló como un descubridor de talentos y un genio organizador. No era inventor, ni técnico, pero se apasionó por la fabricación y la distribución a gran escala.
En 1912 viajó a Estados Unidos y visitó la nueva fábrica de Henry Ford en Detroit, donde comprobó lo que entonces era una revolución: la llamada organización científica del trabajo que permitía la fabricación en serie. El mejor ejemplo lo halló en el modelo Ford T.
En 1912 se asoció con Jacques y Paul Hinstin con los que invirtió una gran parte de la herencia de sus padres para fundar la sociedad Citroën, Hinstin y Cie, en el suburbio parisino de Saint Denis, para fabricar engranajes helicoidales, en particular los de espigas en V. Luego se mudó a la calle Javel –junto a la fábrica de los Mors–, y la firma fue rebautizada como Sociedad Anónima del Engranaje Citroën.
Los dientes de los engranajes en forma de chevrones por él ideados, de funcionamiento suave, silencioso y eficaz, se convirtieron desde el principio en el emblema de la marca. Así, el símbolo de su empresa automotriz fue un doble ángulo: la imagen de un engranaje como fuerza motora de la industria. El trabajo artesano en la fábrica fue sustituido progresivamente por el trabajo en cadena. Y construyó fábricas de este tipo en Francia y el extranjero.
El 27 de mayo de 1914, dos meses antes de la declaración de la Primera Guerra Mundial, se casó con Georgina Bingen, hija de un banquero genovés. Citroën tenía cierto olfato especial y era una máquina de llevar a cabo sus propias ideas: cuando lo mandaron al frente, durante la guerra, se dio cuenta de la falta de municiones y se las arregló para montar una fábrica de obuses. En 1919, al año siguiente de finalizar la guerra, Citroën reconvirtió su fábrica de obuses en industria del automóvil en cuatro meses, absorbiendo la fábrica Mors.
Asistido por su mano derecha, Georges Marie Haardt, para la comercialización, en junio de 1919 apareció el primer modelo de Citroën, el Tipo-A. Ideado por el ingeniero Jules Salomon, fue el primer auto construido en serie en Europa, económico y popular. Fue además el primer auto francés con volante a la izquierda. Su producción se mantuvo hasta diciembre de 1921 con un total de 24.093 unidades.
En 1920, un vehículo de André ganó el premio de consumo de combustible en Le Mans.
Los inicios de la historia de la marca Citroën estuvieron también marcados por las expediciones organizadas por André a través del desierto del Sahara, de África y de Asia. Estas expediciones dirigidas por Georges Marie Haardt y Louis Audouin Dubreuil utilizaban vehículos Citroën para demostrar su durabilidad. Es que Citroën no se limitaba a innovar con sus productos. También fue uno de los primeros en darse cuenta de la importancia de la publicidad: hizo tirar varios autos desde un acantilado para demostrar su robustez, contrató aviones para que escribieran su nombre en el cielo, instaló un colosal cartel luminoso sobre la Torre Eiffel y produjo varios hechos que llevaron su marca a los titulares de los diarios. También fue pionero en vender miniaturas de sus autos como juguetes para los niños.
En 1927 se vendían 400 unidades diarias del Citroën modelo B-14, y en 1929 se había convertido en la marca más poderosa de Europa, con 450.000 autos en circulación y 750.000 m2 de talleres donde trabajaban 25.000 obreros con 12.260 máquinas. En 1931 Citroën abrió en París el negocio de autos más grande del mundo, donde no se limitaban a vender, sino que proyectaban películas y se daban conciertos a cargo de una orquesta de la empresa.
En 1933 sus colaboradores le presentaron a André un proyecto revolucionario. Se trataba de un coche con tracción delantera, suspensiones independientes, frenos hidráulicos asistidos por servofreno, estructura monocasco y motor con válvulas en cabeza. Incluso estaba prevista una transmisión automática. En abril de 1934 lo presentaron a la prensa, en octubre en el Salón del Automóvil y en ambos causó sensación. Sin embargo, fue el canto del cisne. André se había empeñado demasiado y no podía cumplir los plazos: la tracción no salía con el ritmo que se esperaba; la caja automática no funcionaba. Y entonces se vio obligado a pedir dinero a la empresa Michelin. La quiebra llegó en noviembre del 34, por un pequeño abastecedor. Los bancos –curados de espanto con el crac de 1929– no estaban dispuestos a financiar ideas audaces. André traspasó sus acciones a Michelin y se retiró.
André Citroën murió víctima de cáncer de estómago en una clínica de París, el jueves 4 de julio de 1935, a los 57 años. Paradójicamente, su ex empresa lo sobrevivió y se recuperó gracias a la misma tracción delantera que lo había llevado a la quiebra. Y fue Pierre Michelin quien lanzó a la venta el modelo fallido, que llegó a ser uno de los mayores éxitos de la historia de la industria automotriz.
En 1948 nació el Citroën modelo 2CV, de muy bajo costo y cuya difusión por todo el mundo lo convirtió en el hito del auto económico por antonomasia. Convertido en auto de culto, el Citroën 2CV se dejó de fabricar en 1990.