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Inseguridad

“Cuando el mercado decide quien está adentro y quien no, la violencia ocupa un lugar fundamental”

Luciano Vigoni, director del Programa Nueva Oportunidad que funciona en el ámbito municipal, analiza las causas profundas de la violencia que se registra en Rosario y que afecta a los sectores populares y especialmente a los jóvenes de los barrios


Especial para El Ciudadano

“Difícilmente uno pueda hablar de la violencia sin hablar de las desigualdades” dice Luciano Vigoni, director del Programa Nueva Oportunidad que persiste en el ámbito de la Municipalidad de Rosario tras haber tenido una experiencia a nivel provincial entre 2015 y 2019. Para el funcionario, los episodios de violencia que se repiten de manera insistente en la ciudad son el resultado de un proceso iniciado en la década del 70’ con la desaparición del estado de bienestar y el avance de gobiernos neoliberales.

“El mismo deterioro que se produce en las relaciones laborales, también se produce en las políticas estatales, en las actividades de clubes y vecinales que históricamente constituían un sujeto social en donde lo colectivo, el bien común, la comunidad estaban en el centro. A partir de la desregulación del mercado laboral todo eso empieza a perder el sentido”, señala.

De ahí que la propuesta local para el abordaje de la violencia que afecta principalmente a los barrios y a los jóvenes de los sectores populares, sea a través del fortalecimiento de las  46 unidades productivas que funcionan en distintos puntos de la ciudad: “Empezamos a experimentar con algunas grupalidades la producción de bienes y servicios, que no es acompañar al emprendedor singular, sino que es poder pensar en producir colectivamente”, explica Vigoni.

El programa también trabaja en espacios de formación, con derivaciones de la justicia penal juvenil y con heridos de armas de fuego que llegan al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez: “Hay una definición del intendente de mirar a la población más joven que no alcanza la mirada del sistema penal”, comenta.

—¿Cómo se vincula la desregulación del mercado laboral con el avance de las economías delictivas?

—Luciano: La desregulación del mercado laboral trae aparejada indudablemente una economía delictiva. Yo tiendo a pensar que hay algo previo y es que nosotros como Estado – y lo digo en términos nacionales–  no hemos podido romper una lógica que es la del trabajo individual. ¿Qué lugar tiene lo colectivo en el trabajo? ¿Qué lugar tiene la reproducción de la vida en el trabajo donde lo importante no está dado por la productividad sino por configurarnos como personas? Yo y vos nos presentamos por lo que somos laboralmente, no por otra cosa. Sin embargo, el trabajo perdió ese lugar de ser el ordenador de la identidad pero no en términos individuales de acumulación de ganancias, sino en el poder compartir con otros. La penetración de las economías delictivas se enfoca por la cuestión de las desigualdades, pero también por esta necesidad de salvarse solo. Los que tuvimos la posibilidad de morfar, de ir a la escuela primaria, secundaria, ir a la universidad y trabajar, tuvimos todo bastante resuelto y el Estado puso bastante en nosotros. Sin embargo, hay una tendencia de exigirle a los sectores populares que por propia voluntad se sobrepongan a las dificultades una vida que no han elegido, sino que la materialidad y el azar los ha puesto ahí.

Estado y mercado, asuntos encontrados

El diagnóstico de Vigoni sobre la situación de violencia que se registra en Rosario está atravesada por una perspectiva que busca superar los lugares comunes o tópicos de discusión que los sectores conservadores lograron instalar con sobrada astucia en la escena pública. A las clásicas arengas sobre mano dura para combatir el delito, en los últimos tiempos se sumó el debate sobre la continuidad de políticas sociales de asistencia para quienes subsisten en los circuitos de la informalidad laboral por la falta de oportunidades reales.

“Hay una política que se ha transformado al calor de la inmediatez del mundo moderno y el mundo moderno se ha transformado en esto: discutir sobre la superficie, cortito, poco, sin demasiada argumentación, y donde no hay posibilidad de rebatir, de poner números, y sobre todo de evaluar. Hoy no se evalúa si una política tuvo impacto, cuál es el recorrido de los jóvenes, qué esperamos de una sentencia”, apunta.

En esta línea sostiene que es necesario pensar el escenario actual desde una perspectiva multidimensional por encima de las reformas que deben realizarse en torno a la justicia y a las fuerzas seguridad. “Cuando el mercado dice quien está adentro del sistema y quien no, la violencia ocupa un lugar fundamental”, expresa.

—¿Creés que es un logro de la derecha que estemos discutiendo la pertinencia de los planes sociales?

—Luciano: La derecha en particular, pero la política en general está muy atravesada por las lógicas de un sistema democrático representativo donde cada dos años hay elecciones. Los medios de comunicación instalan temas, generan agenda con una forma de comunicar que impide una discusión profunda. Yo creo que en las elecciones prima mucho más el marketig, la discusión superficial, pero son temas que requieren de una discusión durante un tiempo prolongado, como los temas importantes de la vida. Uno no los resuelve en un día, sino que tiene que ahondar sobre ellos, discutirlos, ponerlos sobre la mesa, porque también hay contradicciones. No hay aquí buenos y malos, es una complejidad profundamente diversa que es necesario desentramarla y abordarla desde diferentes ángulos, que no es el tiempo de los medios o las redes.

Fragmentación social y políticas para el desarrollo

A menudo, cuando se ensayan respuestas para hablar sobre la inseguridad creciente en las principales ciudades del país, se apela a la idea de la descomposición de los lazos sociales como el origen de los males que aquejan a la sociedad. Para Luciano Vigoni, se trata más bien de una fragmentación de esos vínculos que se ven ciertamente contenidos por el trabajo de las organizaciones territoriales.

“Hay una presencia que hizo que esto no tenga mayor nivel de fragmentación y que son las organizaciones sociales, religiosas, culturales, políticas. Pero indudablemente eso tampoco alcanza. Es necesario que el Estado tenga una presencia fuerte, pero que la tenga de una determinada manera”, explica.

En este sentido, asegura que en materia de políticas sociales “hay un inventar constantemente”, y que no existe un proceso de acumulación: “Desde nuestro lugar entendemos que se necesita de una perdurabilidad. Nada se transforma de un día para el otro apretando un botón, se transforma cotidianamente a lo largo del tiempo a partir de una misma práctica”.

Por eso, el funcionario destaca la continuidad del Nueva Oportunidad en el ámbito de la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat como una apuesta a sostener la tarea que comenzó originalmente en el año 2013: “Son temáticas que en general los gobiernos locales no miraban porque estaba ocupados en la higiene urbana, el alumbrado, los servicios, y hoy esta nueva realidad hace que nuestra Rosario tenga problemas más latinoamericanos y que tengamos que empezar a pensar en el mundo del trabajo, de las políticas sociales, y en el abordaje de la violencia desde la multidimensionalidad”.

—¿La juventud que vive en los barrios es la más afectada por la violencia?

—Luciano: En las grandes ciudades de Latinoamérica la muerte temprana por causas no biológicas atraviesa fundamentalmente a los jóvenes, y el joven tiene poca responsabilidad con el mundo que le tocó transitar. La responsabilidad es de la sociedad en su conjunto, por eso es necesario centralizar la discusión de este tema incorporando a las organizaciones, a los familiares, a las fuerzas policiales, a la justicia. Me parece que es un tema que amerita ser abordado un poco por fuera de los reflectores de una pantalla.

La justicia en clave restaurativa

Parte de la experiencia recogida por el equipo del Nueva Oportunidad fue presentada en el XXI Congreso Internacional 2021: Resignificación de la Política Criminal en Clave Restaurativa que se llevó adelante en la Universidad Externado de Colombia, y en el que participaron prestigiosos referentes como el Raúl Zaffaroni, juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos; José Manuel Arroyo Gutiérrez, ex vicepresidente de la Corte Suprema de Costa Rica, y Cristina Pardo Schlesinger, vicepresidenta de Corte Constitucional de Colombia.

Allí el rosarino Luciano Vigoni integró el panel  titulado “De una sociedad restaurativa a una justicia restaurativa” con una ponencia sobre desigualdades, juventudes y violencia a partir de la ejecución de una política pública social de carácter local.

Al respecto, el funcionario remarcó: “Laburamos mucho tiempo con familias de víctimas y no hemos recibido en ninguno de los casos pedidos de silla eléctrica, ni de cadena perpetua, sino que la mayoría de las víctimas pide que esto no vuelva a suceder. Y a veces la sociedad y el Estado se paran en eso, en blanco y negro, con pensamientos lineales de más presencia policial”.

 

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