“Nosotros no tenemos ninguna duda: en un contexto internacional donde se impone el liberalismo, el capitalismo salvaje, cuando se instale y se consolide los conceptos solidarios de la economía social, el mundo será más justo”, disparó Cristian Horton, flamante presidente de la Confederación Argentina de Trabajadores Cooperativos Asociados (Conarcoop) en diálogo con El Ciudadano.
—¿Cuál es, desde el cooperativismo, el balance del 2017?
—Lo primero que hay que puntualizar es que un contexto nefasto para el sector tuvimos algunos triunfos. Lo negativo estuvo ligado con la concepción de la economía. Una economía que se alejó de la producción y produjo mucho daño con un aumento descontrolado de las tarifas, sobre todo de la luz y el gas. Sin embargo, logramos que la cooperativas y mutuales no paguen Ganancias, lo cual representa unos 8.000 millones de pesos anuales que quedan en el sector. Pero en provincia de Buenos Aires la Legislatura aprobó que las cooperativas tributen Ingresos Brutos: una verdadera locura.
—¿Por qué y para qué se conformó Conarcoop?
—La principal finalidad de la nueva confederación es el fortalecimiento del sector cooperativo como actor socioeconómico, y a través de eso aumentar nuestra participación en la economía nacional e internacional. También queremos resaltar, por la propia calidad de su vivencia, la superioridad del modelo cooperativo de producción, comercialización y consumo.
—También hubo un logro en el plano internacional.
—Sí, claro, que un argentino de la calidad humana e intelectual de Ariel Guarco presida la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), te diría que es histórico. Es un salto de calidad, donde se pone en discusión la idoneidad del mundo cooperativo en relación con la producción, y no sólo eso, sino la eficiencia de esa producción y la calidad del producto, todo esto en un marco solidario.
—¿Y en Santa Fe?
—Santa Fe y Córdoba son los puntales del movimiento cooperativo nacional. En nuestra provincia se produjo un impacto muy positivo cuando se decidió ubicar a las cooperativas y mutuales en el área del Ministerio de la Producción (antes dependían del Ministerio de Desarrollo Social). Esto implicó un cambio de paradigma, en cómo entender y proceder en relación con las cooperativas de trabajo y fundamentalmente a las recuperadas, que no son otra cosa que empresas abandonadas por sus dueños y puestas en marcha por los trabajadores. Comprender esta situación es trascendente. Un ejemplo es la recientemente aprobada ley de Empresas Recuperadas.
—En ese marco, ¿cuál es el rol del Estado?
—El rol del Estado es vital e insustituible. Es el responsable de promover y motorizar la actividad cooperativa y solidaria. No sólo con ayuda económica, sino con instrumentos concretos para alcanzar la integración económica entre las cooperativas. Esto, que es bueno para el sector, es muy bueno para el sistema productivo. Cómo puede ser que cuando una cooperativa tiene que comprar no se pregunta si hay, en la economía social, alguna empresa autogestionada pueda que satisfacer su necesidad. Este es el gran desafío para el futuro inmediato.