Dentro de la pequeña casa de Omar Aliani pueden vislumbrarse varios objetos que a más de uno le llamarían la atención, especialmente por estar tan juntos, a la vista y pertenecerles a la misma persona. Por ejemplo: ver al lado de la “Biblioteca del Espíritu de Profecía”, de Elena G. de White, una de las fundadoras de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, un prendedor con los colores del arco iris que dice “Sí al Matrimonio Igualitario”. Es más: a Omar Aliani se lo puede ver movilizándose con un cartel que dice que es gay y adventista y apoya y acompaña los reclamos de la comunidad LGBT; así como también repartiendo folletos en eventos que implican a la comunidad. Y es que Omar es el representante argentino de “SDA Kinship”, una suerte de ONG mundial que acompaña, defiende y apoya los derechos de aquellas personas que son o han sido adventistas y homosexuales.
“Conocí a Kinship en un momento en que la homosexualidad era un problema muy grande dentro de mi vida. Al ser adventista gay y elegir vivir tu sexualidad, quedás excluido; la iglesia te excluye de sus actividades y hasta de la vida eterna”, contó Aliani. Dentro de esa angustia, dijo, se puso a orar y a pedirle desesperadamente a Dios para que le explique qué era lo que sucedía en su vida que ponía en juego toda su perspectiva del mundo, hasta –e inclusive–, la comprensión de su pasado y la vida eterna. “No podía ser que un Dios de amor excluyera a gente por su condición sexual. Por eso oré, y, a pesar de que un montón de veces había buscado en internet, nunca había encontrado más que posiciones de la Iglesia. Lo que yo buscaba era una punta que me ayude a entender qué era lo que me pasaba y entonces di con Kinship. Esa fue la oración contestada”, comentó.
SDA Kinship –en español: Kinship Adventista del Séptimo Día-, “no es una iglesia ni quiere hacer adeptos, sino es un grupo de personas que, siendo adventistas o ex adventistas, mantienen esa misma filosofía de adventista y son gays, lesbianas, trans o bisexuales”, explicó Aliani. En Argentina los miembros de la ONG prácticamente están todos en Buenos Aires. En Rosario, el único miembro es Oscar, quien, desde 2010, tiene la responsabilidad de coordinar todo el grupo argentino. Una especie de referente máximo en el país.
Esta organización nació en Estados Unidos en 1976, y fue fruto del desacuerdo de muchos chicos y chicas con la línea que se bajaba en relación a la orientación sexual. “Muchas personas, a raíz de todos los sermones y las cosas que se dicen, dejaron de tener ganas de seguir yendo a la iglesia. Uno se pregunta por qué va gratuitamente a un lugar donde se siente agredido”, afirmó.
Así, a través del trabajo y los encuentros, SDA Kinship se extendió a todo el mundo con una sola meta: lograr la libertad espiritual y de la sexualidad que cada uno elige. “Hay mucha gente anotada como miembro, aunque no siempre dice que es gay. Desde la organización se mantiene la cuestión de la privacidad y de la confidencia porque si no se armaría una cacería. Hay personas con cargos en la iglesia, maestros de escuelas, mucha gente casada, gente que no puede zafar, salvo teniendo mucho coraje. Es necesario que se entienda que en la Iglesia Adventista somos como una familia y nosotros realmente somos la oveja negra”, explicó Omar.
Según contó Aliani, Kinship no tiene ningún nexo formal con la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Según dice Omar no son reconocidos porque “Kinship está dando una vuelta de tuerca que los dirigentes no quieren ver, aceptar o investigar porque cambiaría todo el status quo. Es un tema muy delicado. En la iglesia podés hablar de muchos temas y disentir si se quiere, pero en homosexualidad no es tan fácil. Los versículos que hablan de homosexualidad son muy pocos y la gente los toma literalmente. No se los ve en un contexto casi objetivo, no se lo ve de un punto de vista desde el cual puedas estudiar, ver quién y/o cómo lo dijo”.
Aliani sostiene una premisa fundamental para entender de qué va esto: uno puede ser adventista sin pertenecer a la Iglesia; la religión se tiene que vivir. Así y todo, él va todos los sábados a misa: “Mi relación es con Jesús y no con las autoridades, aunque las respeto. Adhiero a todas las doctrinas y lineamientos generales que propone la Iglesia Adventista, salvo respecto a la sexualidad y orientación sexual”. O para entenderlo mejor: “A esta altura del partido, yo hago la mía”. Y es que Omar pasó por todo: desde las escuelas adventistas, a estar casi casado con una chica que “los hermanos” le presentaron, a dejar de recibir invitaciones y saludos por apoyar el Matrimonio Igualitario.
Él no viene de una familia adventista, sin embargo, a los once años decidió bautizarse en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Desde los 11 a los 18 estuvo pupilo en colegios de la iglesia y dice que eso le permitió entender las ideas y cómo se manejan políticamente los miembros y autoridades. “Y más allá de que siempre me gustaron los chicos, siempre la posición era de que no y no. Entonces así lo aprendí. Pero fui creciendo y vi que era algo que no se podía cambiar. Yo oré muchas veces para poder ser aceptado por todo el mundo. Pero así no lo veía viable porque no encajaba y no tenía sentido en mi religión”.
Una vez que dio con Kinship se puso a investigar: los textos que le enviaban no coincidían con la formación que había tenido. “Estudié durante dos años hasta que me convencí de que yo podía ser más allá de la postura de la iglesia y de que como adventista soy libre pensador de todo lo que quiera. Antes veía que si no resolvía esto no tenía sentido ir a la iglesia, pero tampoco tenía sentido nada. Porque el Dios de la Biblia es un Dios de libertad y entonces no me cerraba la idea de libertad con este tipo de represión”, relató Omar.
En 2010, tras la aprobación del Matrimonio Igualitario, dijo abiertamente en un grupo de oración que quería agradecerle a Dios porque “ahora todas las personas que se quisieran casar lo iban a poder hacer de manera igual y legal”. A partir de ahí, y como muchas veces le iba a pasar y le había sucedido, muchos amigos dejaron de hablarle, de invitarlo a reuniones y cumpleaños. “Desde que empecé a relacionarme de forma mucho más personal con Dios y Jesús a través de la oración, tengo a los hermanos de la Iglesia como hermanos y que hagan y piensen lo que quieran. Voy a adorar a Dios los sábados a la iglesia, y con los hermanos es más «hola que tal» y no mucho más. Con algunos tengo más onda, pero este tema no se habla. Ahora estoy totalmente expuesto, pero de manera madura y sabiendo qué hago y las reprimendas a las que me enfrento. Esta es la lucha para que otros no pasen lo mismo y vivamos la sexualidad a pleno y de forma natural. Quiero que aparezcan personas que puedan volver a orar tranquilamente y todo bien. Esa es la idea de Kinship”, concluyó.