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Cuando lo fantástico y perturbador profundiza las brutales diferencias de clase

Muy cerca del terror y con un rico imaginario, “Pesadillas y ensoñaciones” hace eje en la posibilidad de escapar de las feroces asimetrías sociales a través de un elemento maligno que terminará indefectiblemente dañando las relaciones afectivo-familiares

Pesadillas y ensoñaciones es uno de los estrenos de la semana de Netflix. Se trata de una antología fantástica llevada a cabo por el indonesio Joko Anwar. La serie juega muy de cerca con el terror, pero se abre más claramente a un rico e irreverente imaginario Clase B propio de La dimensión desconocida. Si bien, y salvando la obviedad,  puede resultar algo despareja, como toda antología, la propuesta destaca con solvencia por varios aspectos remarcables, como el modo en que se aborda el género fantástico centrándose en el tema de la diferencia de clases, y por el tejido general que va dibujando episodio a episodio, a modo de rompecabezas.

Un tejido dentro del cual cada relato funciona de modo autónomo, pero que a su vez va revelando interconexiones que poco a poco componen una esquiva narración global que los integra a todos en una suerte de fantasía conspirativa diabólica. Pesadillas y ensoñaciones es y no es una antología, y con el correr de los capítulos va cobrando más importancia justamente ese misterio irresuelto que los une, pero que permanece no narrado. Eso que excede a cada relato y que sugiere la trama amplia de un secreto arcaico en el que todo encaja.

En la mayoría de los episodios (5 de los 7), y de un modo bastante notable,  el eje se establece decididamente en las crudas vivencias de las clases más bajas de indonesia.  Nos ubican en un monoblock de departamentos precario, en una villa ubicada en medio de un basural, en un poblado de pescadores  explotados, en un edificio ocupado,  o en una barriada de clase trabajadora.  Lo fantástico, que siempre irrumpe, se convierte en un elemento perturbador que se presenta para dar cuenta y profundizar la brutal injusticia de las inadmisibles diferencias de clase. Siempre, quienes están más desprotejidxs, se verán atribulados por encrucijadas morales nacidas de sus situaciones límite.

A veces la seducción del mal parece configurar la posibilidad de una salida que exige una difícil decisión, pero en otras, incluso, directamente no hay opción más que la de la salida dada por el lado de ese mal que se ha revelado.

En esos entornos problemáticos, dados en la feroz asimetría entre las clases sociales del mundo neoliberal, el elemento fantástico/maligno se presenta en general como una alucinada alternativa a la miseria, pero al costo de dañar las relaciones afectivo- familiares. De ahí que los conflictos giren en torno a fatales disyuntivas que amenazan con destruir vínculos o directamente con destruir personas allegadas. Varias veces la decisión tendrá que ver con la figura de la madre, otras con la del hijo, otras con la hermana, y en otras con la pareja o la familia completa. La posibilidad de una salida de la injusticia parece exigir un sacrificio.

Pero es allí que tal sacrificio no será jamás un llamado divino de un dios cruel, sino una imposición de las clases altas. La riqueza y su perpetuación, en este mundo dislocado por lo asombroso, se encuentra directamente ligada a una estirpe poderosa de criaturas antiguas y enigmáticas, que se alimentan, de diversos modos, de la vitalidad humana de lxs oprimidxs, su juventud, sus energías, sus fuerzas, su amor incluso.

En ese punto es donde Pesadillas y ensoñaciones juega su carta más relevante y absorbente. Si bien cada episodio funciona de modo autoconclusivo, aunque apelando muchas veces a finales abiertos,  la sugerida conexión entre ellos va construyendo poco a poco un rompecabezas histórico que da cuentas de una unidad global posible. Todo está conectado. En cada historia se revela un aspecto de la situación general que aporta información al resto. Y con el correr de los capítulos se genera la necesidad de ir armando un enigmático relato único plagado de baches  e idas y vueltas temporales (los episodios transcurren, de forma no cronológica, entre 1984 y 2024).

En esa articulación pesadillesca, que va flirteando con el kitsch y lo bizarro, comienza a entreverse, a modo de fábula, leyenda, o incluso de ingenua fantasía conspirativa,  el trasfondo de una lucha antigua entre clases altas y clases bajas, entre el mal y el bien, entre un inframundo y el mundo. El mito de Agartha se apuntalará sobre el final como eje, pero sin resolver totalmente el enigma del entramado general, y dejando a esta temporada casi como una presentación de personajes e introducción a lo que será el relato posterior: el enfrentamiento definitivo entre esas fuerzas.

Cada una de las historias, por su parte, tiene su atractivo, y no cabe dar cuenta de cada una de ellas para no desbaratar el festivo juego con lo insólito. Pero hay, entre otros felices desatinos, un asilo de ancianos regenteado por una secta diabólica, hay un niño en adopción que otorga riqueza mágicamente a cambio de la muerte anunciada de lxs adoptantes, hay un cine fantasma que funciona como trágico portal a otro mundo, hay un ángel que anuncia a un improbable elegido, hay personas que revelan poderes fuera de lo ordinario, y hay una supuesta congregación maligna de gente rica que parece estar proyectando su sombra en todas partes. Cada episodio, en mayor o menor medida, tiene su encanto, y se potencia por esa conexión general que se va tejiendo enigmáticamente.

Joko Anwar lleva adelante el proyecto completo, escribiendo o coescribiendo la totalidad de los episodios, y reservándose la dirección del primer y el último capítulo. Cabe destacar, en ese aspecto, la homogénea y acertada resolución visual y formal de los relatos, centrándose en composiciones que atienden a integrar el espacio desolador que habitan los personajes, como la pobre aldea de pescadores o el enorme basural y su rancherío, bañando planos amplios con sectores puntuales de luz naranja que dejan gran parte del cuadro a oscuras, y evadiendo en general una innecesaria fragmentación en planos breves.

Sin ostentar grande recursos, Pesadillas y ensoñaciones sabe construir una atmósfera eficaz, apelando apenas brevemente a efectos digitales en un par de momentos, algunos de ellos algo precarios, y otros (como el ángel) logrando plasmar un imaginario kitsch más que acorde al espíritu planteado.

Pesadillas y ensoñaciones, a fin de cuentas, se abre notablemente de la media que puebla Netflix, reelaborando festivamente  un irreverente espíritu de fantástico Clase B, sin desatender a cierto rigor formal, y aventurándose, aunque con algo de simpleza y esquematismo, a la vivencia de lxs desclazadxs en un mundo absurdo en el que fuerzas oscuras definen desde las sombras la perpetuación de la injusticia.

Pesadillas y ensoñaciones / Netflix / 1era. temporada

Creador: Joko Anwar

Intérpretes: Ario Bayu, smara Abigail, Marissa Anita, Fachri Albar

 

 

 

 

 

 

 

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