Un poyo rojo, performance de danza breve (el original duraba apenas 15 minutos) que se presentó en 2009 en diferentes espacios no convencionales, de los más cercanos, tanto en el Festival de Teatro de Rafaela como también en el local El Cruce, y que en 2010 adquirió, a través de la profundización del lenguaje coreográfico, de la poética y del hallazgo de una interesante estructura dramática, el carácter de obra, desembarcará, tras su profuso recorrido por importantes festivales de todo el mundo (a los que sigue siendo invitado), en el teatro municipal La Comedia (Mitre y Ricardone), esta noche a partir de las 20, en el marco del ciclo “La Comedia a cielo abierto” y en una única e imperdible función.
El proyecto original, siempre bajo la dirección de Hermes Gaido, nació en 2008 para la creación casual de un número de varieté que se realizó en el Centro Cultural Laburatorio, en San Fernando. “Sus creadores iniciales, Luciano Rosso y Nicolás Poggi, buscaron armar un dúo con pequeños matices cómicos, para poder encontrar en el movimiento formas de contar diferentes tipos de relaciones entre dos hombres, utilizando elementos de danza y también de teatro”, adelantan.
En ciernes, Un poyo rojo ofrece ahora un interesante cruce entre la danza, el deporte y la sexualidad. “Una obra que, a partir del lenguaje corporal, explora los límites del lenguaje contemporáneo. Una provocación, una invitación a reírnos de nosotros mismos y, a su vez, reconocer nuestra totalidad”, detallan.
Nuevamente, el cuestionamiento de ciertos aspectos ligados con los costados “intocables” de la masculinidad encuentra en este imperdible trabajo la proyección y el despliegue necesarios merced a la apuesta de dos extraordinarios bailarines-performers, quienes llevan al límite sus potencialidades corporales y expresivas a través de un revelador compendio de escenas en las que la palabra es reemplazada por el lenguaje de los cuerpos, en el contexto de lo que el director define como “teatro físico”.
Mezcla de rutina de fitness y contact improvisación, Un poyo rojo juega con la masculinidad, con los clichés del género, dejando al descubierto aquello que se vuelve irremediable cuando los “juegos” entre dos hombres pasan algunos límites, si es que a esta altura se puede hablar de “límites” en las relaciones de dos seres humanos por fuera de los géneros.
El desafiante dúo escénico, integrado en la actualidad por los extraordinarios Luciano Rosso y Alfonso Barón, dos jóvenes creadores y directores aunque con vasta trayectoria en la escena porteña, ya no reniega de elementos de puesta como sí pasaba en el original (presentado en teatros, plazas y museos, entre otros espacios), y ahora se apoya en la complicidad con el público, azuzándolo desde el estupendo manejo del cuerpo con movimientos y guiños cuya comicidad hacen que la propuesta entre de inmediato en contacto con la gente.
Si hasta allí estos dos “gimnastas” hacen gala de lo físico encerrados en un vestuario que bien podría ser el de un gimnasio o el de un club, la aparición de la música termina por completar el cuadro. ¿Están allí para bailar? Bueno: qué mejor que una cumbia para cerrar aquello que no se conforma con la destreza y el conocimiento de dónde hay que poner la fuerza para transgredir las normas de la gravedad y que, al mismo tiempo, el movimiento no se vuelva tosco sino extremadamente plástico, bello y lleno de mensajes.