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Cuando los negros se hacen visibles

En una serie de crónicas reunidas en libro, el periodista Pedro Solans conjuga la historia y el diálogo vivo en un recorrido por los orígenes de la esclavitud y las voces actuales de afrodescendientes latinoamericanos para develar un tema oculto e ignorado.

Las crónicas de El Sur Negro, del periodista Pedro Solans, conjugan la apelación histórica con el diálogo vivo, simultáneo, al enlazar en su recorrido los orígenes de la esclavitud y las voces actuales de afrodescendientes latinoamericanos, para descorrer algo del velo de un tema oculto e ignorado y una discriminación vigente y mal disimulada.
Editado por Punto de Encuentro, el libro traza un itinerario por los palenques –asentamientos de esclavos libres, cimarrones–, y entre muchos temas repasa una cultura poderosa que influenció en forma categórica con su creatividad, mitos y creencias la vida de todo un continente.
Un presidente argentino hijo de una negra –Bernardino Rivadavia– apodado Chocolate; el primer santo mulato de América, San Martín de Porres; Cayetano Silva, hijo de esclava y autor de la “Marcha de San Lorenzo”; el popular Gauchito Gil con ascendencia guaranítica y afro, la cantora colombiana Graciela Salgado, que logró domar un inmenso tambor, son algunos de los personajes que cruzan por El Sur Negro.
Solans (El Chaco, 1959), autor de los libros Isidro Velázquez. El último bandido rural y Crímenes de sangre, señala una discriminación racial: “Motivada y alentada por la masiva aculturación educativa, incluyendo medios de prensa e instituciones gubernamentales. De los 150 millones de afrodescendientes que viven en el continente, la mayoría puebla las estadísticas de los llamados “graves problemas” humanos, sociales, y económicos.
Acerca de si es un tema pendiente y escamoteado, Solans señaló: “Los afrodescendientes pasaron de la esclavitud a la invisibilización. La discriminación está vigente en países en los que el negro sigue siendo un ciudadano devaluado que solamente sobresale en el deporte, los festivales, los carnavales, las llamadas del tambor y los episodios que puedan ser utilizados por el mercado. En Ecuador, con la presidencia de Rafael Correa, hubo un gran avance en la igualdad de derechos civiles y los negros llegaron a ser funcionarios públicos. En contrapartida las organizaciones que nuclean a los afro en Uruguay acusan a la sociedad de discriminativa y hostil”.
El Sur Negro hace mención de afrochilenos, afroparaguayos y afrobolivianos. El periodista se refirió a ese aspecto. “Son los menos conocidos. Cuando se fundó Asunción, el 70 por ciento de sus habitantes eran afrodescendientes que apelaron al mestizaje con el aborigen y el español para sobrevivir. En el siglo XIX llegó otra ola migratoria con el ejército de Artigas; son quienes mantienen viva su lucha por sus derechos. Los primeros africanos que llegaron a Bolivia en el siglo XVI fueron traídos para trabajar en las minas de plata de Potosí. El frío y la altura sobre el nivel del mar aniquilaron a millares; Potosí fue un gran cementerio: un kilogramo de metal demandaba la vida de un centenar de negros. La condición esclava de los afrobolivianos fue extensa, ya que si bien la constitución boliviana de 1826 abolió la esclavitud fue restituida por presión de los ganaderos hasta 1851”.
Sobre si en Argentina la historia oficial invisibilizó a la población negra, Solans expresó: “Argentina, como Chile, son países emblemáticos en la negación de los negros a pesar de que la historia oficial no los pudo hacer desaparecer. En Chile una fuerte corriente intelectual trabajó en la desaparición cultural de los africanos que se refugiaron en el mestizaje del norte del país. Aquí las desapariciones fueron más crueles, los usaron los ejércitos genocidas, también las epidemias afectaron sus centros más poblados y no recibieron la atención necesaria. Además hubo un fuerte mestizaje en Corrientes, Córdoba y Santiago del Estero. Sobre el camino real que unía el Alto Perú con Córdoba estaba minado de asentamientos de poblaciones negras que fueron mezclándose sin perder sus costumbres; de ahí surgen los géneros musicales más arraigados de nuestro folclore. En los manuales de estudio los negros están en actividades menores: sirvientes, encendedores de farolitos, aguateros o vendedores de mazamorras; pero nada se dice del aporte estratégico en los ejércitos de Los Andes, del Norte o en las defensas contra las invasiones de los imperios”.
Solans también refirió las características que adquirió la resistencia de los esclavos y su lucha por liberarse del sometimiento y la humillación. “A pesar de la historia de resistencia y lucha por liberarse del yugo y el avasallamiento, los negros siguen bregando por la construcción de sujetos políticos que caminen hacia el ejercicio de una ciudadanía efectiva que los incluya integralmente, porque si oficialmente no hay esclavitud en América quedan unos 20 territorios no independientes, incluyendo a la Guyana francesa y, paradójicamente, la primera república liberada de la colonia, Haití, ocupada militarmente”.
En El Sur Negro tienen gran protagonismo las mujeres. Solans dijo que “son las que se transforman a la hora de resguardar la riqueza cultural en maí (madres de todos) y como tal insuflan fuerza a los luchadores; las que no se callan, zurcen las banderas de la resistencia y transmiten la sabiduría a través de algo que no se puede saquear, como es la mirada”.

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