A más de uno le parecerá mentira saber que trabajadores anarquistas y estudiantes de Medicina tomaron por asalto la Municipalidad de Rosario y declararon un gobierno proletario, un soviet rosarino, el 7 de febrero de 1921. También serán pocos los que crean que el profesor Rafael Bielsa (el abuelo del homónimo ex canciller, de María Eugenia y Marcelo), haya defendido a los revolucionarios junto a su amigo Claudio Newell. Pero las cosas sucedieron así.
Ciclo de huelgas
La Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa fueron dos acontecimientos que tuvieron una honda repercusión en la Argentina como en la ciudad de Rosario. Por ese entonces, la ciudad era la segunda urbe en importancia a nivel nacional porque era el enclave agroexportador de una región netamente agrícola. Su población (alrededor de 200 mil habitantes en 1914) era muy cosmopolita porque el 47 por ciento estaba compuesto por extranjeros, y del resto, gran parte eran segunda o tercera generación de inmigrantes.
Además, la llamada “Fenicia argentina”, nucleaba a gran parte de trabajadores porque uno de cada tres habitantes santafesinos vendía su fuerza de trabajo en Rosario.
En ese marco, el conflicto bélico internacional apagó la pujanza y apareció por primera vez la desocupación. También, por primera vez en muchos años fueron más los que partieron a Europa que los que llegaban. La crisis estaba instalada y sin embargo eso no retrajo por mucho tiempo la protesta social. En junio de 1917 estalló en los Talleres ferroviarios de Rosario (actual shopping Alto Rosario) la huelga de ferroviarios que terminó en un paro nacional, y uno de los hechos que contribuyó decididamente en el ciclo de huelgas que fue de 1917 a 1921 y tuvo sus escenas más adversas en la Semana trágica (enero de 1919), la Patagonia trágica (1920-1921) y La Forestal (1920-1921). El recientemente electo presidente Hipólito Irigoyen había dado riendas a los obreros en asegurarles que no mandaría a la policía a reprimir, pero el “Peludo”, no pudo soportar la presión del empresariado y sucumbió enviando a las fuerzas represivas.
En ese sentido, la “Barcelona argentina” (apodo dado a Rosario por la cantidad de anarquistas que cobijó) fue escenario de muchas luchas como la huelga de policías (diciembre 1918), las protestas de portuarios que tuvo su jornada trágica en plaza San Martín cuando fueron asesinados varios obreros, o las repercusiones de la Semana trágica o de los levantamientos de los trabajadores en la empresa La Forestal, al norte de Santa Fe, entre otros varios episodios. Por su parte, los libertarios también intentaron imitar a los “maximalistas” rusos y realizar una revolución. Como contraparte, la burguesía local entró en pánico y empezó a perseguir a todo lo que oliera a ruso (que en la época se confundía con judío) o revolucionario.
La Barcelona argentina
Justamente los sucesos en los dominios de La Forestal despertaron las ansias revolucionarias de los ácratas y obreros locales, principalmente porque la solidaridad obrera buscó dar su apoyo. En diciembre de 1920 se inició la última gran huelga en La Forestal que, esta vez perseguida por la empresa y la Gendarmería volante se fue complicando y terminó en un alzamiento armado de los obreros de las fábricas de tanino de Villa Ana y Villa Guillermina. A Rosario llegaban noticias de “siete mil obreros armados” en el norte provincial, lo que parecía ser una revolución en andas. Mientras tanto, la crisis no acompañaba a nuestra ciudad y desde el Concejo y la Municipalidad se pensó en echar a parte de los trabajadores municipales y al resto bajarles el salario.
Por este motivo, el año 1921 empezó con una huelga de municipales (barrenderos, de Maestranza y del Matadero municipal) que estaban dirigidos por anarquistas. A ellos los fueron acompañando maestros (que habían sido echados tras un año y medio sin cobrar), ferroviarios y chauffeurs (taxistas); además de portuarios santafesinos y muchos trabajadores de la campaña santafesina. La situación no varió y los municipales convocaron a un gran mitin hacia fines de enero en la plaza Sarmiento en solidaridad con los obreros de La Forestal.
Lunes de carnestolendas
El mes de febrero siguió siendo complicado porque desde el norte provincial llegaban noticias de rebelión obrera y de persecución de la Gendarmería, los “cardenales” junto a la Liga Patriótica tanto en La Forestal como en el departamento de San Martín. La Federación Obrera Provincial dirigida por anarquistas decidió un paro general en la provincia para el 5 de febrero y según esa central, unos 25 gremios se adhirieron. En ese marco, el intendente rosarino (que era designado por el gobernador) Fernando Schleisinger, decide –además de ajustar al personal municipal– que el carnaval no tendrá lugar en Rosario. Mientras tanto, Carlos Newell, un opositor del intendente dentro del radicalismo viaja a Santa Fe para pedirle al gobernador un cambio de política, en particular hacia los municipales rosarinos. A la situación se une la voz de los estudiantes de la Facultad de Medicina que se solidarizan con la huelga y protestan duramente contra la represión en Santa Fe.
Todo ese armado desemboca en el “Lunes de carnestolendas” que había sido prohibido por Schleisinger. Estudiantes de Medicina y obreros anarquistas Felipe Morales, L. Armando Roche, Luis Tafalta, Saturnino Ricardo, Lorenzo Biamino, Adolfo Gómez, Telémaco Giorgiades, José Manuel Dumas, Carlos Chaminaud, Francisco Schor, Carlos Ábalos, Carlos Oliva, Antonio Zemberg, Ricardo Chaminaud, Manuel Martínez, Antonio Ferreyra, J. C. Siembre (principalmente ladrilleros del barrio Godoy) toman la Municipalidad, izan la bandera roja y forman un gobierno obrero que dura unas ocho horas. Entre sus primeros decretos rechazan la expulsión de obreros municipales, eliminan los impuestos y dan otros beneficios a los trabajadores. El soviet de Rosario dura poco porque bomberos armados con Winchester terminan con el asalto al palacio municipal. Para someterlos, los revolucionarios detenidos son conducidos a pie por calle Santa Fe hasta la Jefatura de Policía.
La defensa
La acción revolucionaria no fue derrotada totalmente. A pesar de haber sido detenidos, los revolucionarios encontraron defensores. Claudio Newell logró ser designado intendente y entró en funciones el 10 de febrero. Junto al secretario de la Municipalidad y amigo, el jurista Rafael Bielsa (recientemente llegado a Rosario) tomó la defensa de los libertarios detenidos y rechazaron que el ajuste de las cuentas de la ciudad fuera pagado por los obreros municipales. Juan Álvarez (quien deportó a varios obreros con la Ley de Residencia) intentó burlarse de los revolucionarios y expresa: “Un episodio grotesco de la huelga de 1921 muestra cuán bajo estaba cayendo el respeto a las autoridades locales”.
El “historiador rosarino” sigue: “Sírveles de pendón el rojo forro de un capote, y lo izan al tope”. “Los diecinueve invasores decretan la destitución del intendente: le reemplazará un compañero hasta tanto la Federación Obrera Local Comunista designe uno nuevo”. La burla de Álvarez y el olvido, desvirtuaron un acontecimiento de la historia de Rosario que es necesario rescatar y analizar, más allá del simple hecho, sino como una expresión de la sociedad de entonces.