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Cuando París se oscureció

Por Rubén Alejandro Fraga.- Hace 72 años las tropas del Tercer Reich alemán entraban desfilando en la capital francesa.


Por estos días se cumplen 72 años del trago más amargo que tuvieron que beber los habitantes de la capital de Francia. La mañana del viernes 14 de junio de 1940 las tropas nazis entraron en París marchando a paso de ganso por los Campos Elíseos, comenzando cuatro años de ocupación cargados de dramatismo, tragedia y controversias. Para los franceses la caída de París fue un hecho inesperado, humillante y emblemático. Con la invasión de las tropas nazis la bandera tricolor fue reemplazada por la de la cruz esvástica, un fuerte símbolo que supuso la derrota de un estilo de vida ante la embestida del fascismo y la caída de una Europa democrática bajo la brutalidad hitleriana en pleno expansionismo.

Mientras la Ciudad Luz parecía oscurecerse al ver las tropas de la Wehrmacht desfilando por sus bulevares, Francia firmó su capitulación en el mismo vagón de ferrocarril ubicado en el bosque Compiègne donde, en 1918, se había sellado la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial. El líder alemán Adolf Hitler decidió utilizar ese escenario para vengar la afrenta y devolver la bofetada.

París se había salvado de ser ocupada durante la Primera Guerra Mundial, cuando las fuerzas alemanas estuvieron a sólo 38 kilómetros de sus puertas en la batalla del Marne. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial, que comenzó el 1º de septiembre de 1939 con la invasión nazi a Polonia, tuvo otra dinámica y la blitzkrieg (guerra relámpago) de la maquinaria bélica del Tercer Reich alemán rompió en 1940 las líneas francesas, empujó a los ejércitos aliados hacia la costa del Canal de la Mancha y bajó hacia París, abandonada por el gobierno, desprovista de defensas y declarada ciudad abierta para salvar su patrimonio de la destrucción.

La pesadilla francesa había comenzado a hacerse realidad un mes antes de la caída de París. El 12 de mayo de 1940, dos días después del inicio de la invasión de los Países Bajos, los tanques alemanes entraron a Francia desde Bélgica a través del macizo de las Ardenas. Los comandantes franceses, que confiaban en que esas colinas tan frondosas no podrían ser atravesadas, equiparon a sus tropas con pocas armas antitanques o antiaéreas. Los soldados alemanes cruzaron el río Mosa por Sedán mientras los aviones bombardeaban las defensas. La famosa línea Maginot no constituyó un problema: los invasores la rodearon por el norte. El ejército francés casi quedó paralizado por la impresión. El fin fue inevitable.

El 3 de junio, 200 aviones alemanes bombardearon París, once días después las botas nazis retumbaron marchando marcialmente en las calles de la capital francesa. Para entonces, el gobierno francés había huido a Burdeos. El 16 de junio, el premier Paul Reynaud prefirió dimitir a rendirse y fue sustituido por el octogenario mariscal Henri Pétain, todavía respetado como héroe de la Primera Guerra Mundial a pesar de haber dirigido la política militar responsable de la derrota.

Ilustración: Facundo Vitiello.

El 22 de junio Pétain firmó el armisticio tras el cual tres quintas partes del norte y el oeste del territorio francés eran zona ocupada, mientras que el resto seguía siendo soberano. Pétain trasladó la capital a Vichy, donde encabezó un gobierno títere que colaboró en muchos sentidos con los nazis y reveló la ambigüedad de comportamiento de una parte de la sociedad francesa. Algunos personajes famosos también colaboraron con los ocupantes nazis, entre ellos Sacha Guitry, Jean Cocteau, Arletty, Gabrielle Chanel y Maurice Chevalier. Otros notables, como Luis Louvet, Michele Morgan, Rene Clair y Jean Gabin, prefirieron abandonar el país antes de convivir con los vencedores. Y un tercer grupo de celebridades supo integrarse al movimiento de la resistencia que fue creciendo con el correr de los años.

El viernes 28 de junio de 1940, entre las 6 y las 9 de la mañana,  Hitler visitó París por primera y única vez en su vida. De su flamante botín de guerra, al Führer le gustó la iglesia de la Madeleine, lo decepcionó el Panteón y consideró que la basílica del Sacré Coeur era “un espanto”.

La toma de París fue la culminación de la ascendente trayectoria bélica del nazismo. La ciudad sería liberada el viernes 25 de agosto de 1944, en un tramo decisivo de la contraofensiva aliada que derrotó a las potencias del Eje.

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