The Brutalist, la gran sorpresa en la presente temporada de premios no será un estreno cualquiera porque, según la crítica especializada, es bastante más que una película tradicional. Lo dijo este viernes su protagonista, Adrien Brody, quien visita Madrid para presentar el film que este 23 de enero se conocerá en España, unos días antes de su desembarco en la Argentina los primeros días de febrero, pero sobre todo lo dicen también los premios logrados, como el Globo de Oro, frecuente antesala del Oscar que en la semana entrante anunciará sus nominados y la película estará seguramente a la cabeza de esa lista.
Acompañado por el director del largometraje, Brady Corbet, Brody expresó a la agencia española de noticias EFE que su nuevo trabajo, por el que se prevé que aspire nuevamente a la estatuilla dorada, “es una hermosa metáfora sobre el futuro, sobre las esperanzas y los sueños que no son ni tan rectos ni tan verticales”.
Porque de ese modo es que asoma la poesía de la película. “Se trata de una poesía que ya estaba en la escritura, en los matices de la narración”, declaró el actor.
“Es una obra de arte porque la película trata temas humanos. Las experiencias de los migrantes se pueden relacionar con las experiencias de millones de personas”, añadió el intérprete, de 51 años, ya con un Oscar en su haber por la recordada El Pianista.
¿De qué trata?
La favorita al Oscar, quizás con permiso de la francesa Emilia Pérez, otro de los batacazos cinematográficos de este año y a priori su gran rival, cuenta el periplo de un arquitecto húngaro ficticio, llamado Laszlo Toth, al arribar a Estados Unidos huyendo de los nazis. Su viaje es un empezar de cero al que acechan la pobreza, el olvido, el desdén, la hipocresía y hasta las adicciones.
Pero su vida cambiará, primero, cuando un empresario multimillonario, interpretado por el enorme Guy Pearce, le ofrece la construcción de un monumental centro cívico en el estado de Pensilvania, y luego, cuando su mujer se reúne con él tras lograr salir de una Europa devastada. Estos dos acontecimientos llenarán a Toth de conflictos interiores y exteriores.
A esos sueños en riesgo del migrante, se une, como temática esencial, “la dinámica de la relación entre el artista y el empresario, una dinámica muy específica que existe en el mundo del arte y en el mundo del cine, en concreto en el mundo del cine independiente”, apuntó el director acerca del film que el próximo 6 de febrero tendrá su estreno en los cines argentinos.
Dinámica basada en el poder, otro gran asunto humano, a Toth se lo coloca frente al adinerado Harrison Van Buren (Guy Pearce). En The Brutalist esta dinámica es vista desde varios ángulos, desde varios conflictos: entre el artista y el mecenas, entre el migrante húngaro en Estados Unidos y el ciudadano nacido en Estados Unidos y también entre el trabajador y su patrón.
Con aires de clásico
Cuenta Brady Corbet, joven actor y realizador de tan sólo 36 años y también director, entre otras, de La infancia de un líder (2015), que en ésta, sin lugar a duda su película consagratoria, bebe del cine de los años 50 del siglo pasado, de películas de Nicholas Ray o de Emeric Pressburger. “Es un melodrama con todos los ingredientes del estilo de aquellos años”, sostiene.
En esa variable aparece incluida la duración, dado que es de casi 4 horas, e incluido un intermedio de 15 minutos, insertado como tal dentro del extenso metraje de la película.
“Sencillamente hago las películas que me gusta ver. La fragmentación en dos partes fue ingeniada en el cine de los 50, así que sentía que tenía que generar una herramienta adecuada para transportar a los espectadores a esa época”, explicó Corbet.
Y entre esas herramientas, también aparece el formato VistaVision, popularizado precisamente a mediados del siglo pasado. The Brutalist está rodada como lo que Corbet quería que fuera: puro cine de textura clásica.
Respecto de esta impronta, a Brody le fascinó el estilo desde el minuto cero: “Lo que Brady (Corbet) ha logrado es demostrar que se puede hacer, que podés crear algo tremendo con valor cinematográfico. Esta película es épica, un viaje profundamente inmersivo, que si la ves no la olvidarás”.
“Y también ha demostrado que hay un apetito en el público de este tipo de cine, un anhelo en la audiencia de estímulos intelectuales y emocionales, de personajes ricos y defectuosos”, completó finalmente Brody quien seguramente está parado en la antesala de su segundo premio Oscar.