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Cuando se oculta al transformer

Máxima cuenta en esta nota su historia marcada por la desinformación y la violencia social a las que son sometidas las personas cuya genitalidad no encaja en el binario. ¿Cuánto tiempo puede una persona gritar en silencio?

REVISTA LA TETERA – ESPECIAL PARA EL CIUDADANO

Por Máxima Zalazar

Tiene cara de mujer, cuerpo de hombre, no tiene barba, tiene mucha cola para ser varón, esos no son pectorales, son tetas, es putx, marica, un ave, un avión… no, es Superman. No sabían que era porque nunca me habían llevado al médico para realizar el procedimiento hormonal. Ni hablar de lxs que me tiraban piedras cuando pasaba caminando, los escupitajos, insultos y abusos. Y no hablo solo a nivel físico o verbal.

Me pasó en el jardín con una maestra curiosa que quería saber qué tenía entre las piernas, me pasó en la primaria con un alumno de un curso superior al mío. Tantas cosas reprimidas, tantas cosas calladas que no podía contar, tanta represión dentro mío mientras mi cuerpo era una bomba de desorden hormonal.

Esto es haber nacido intersex en una familia machista, con 4 hermanos y una madre monoparental que hizo de padre a la vez y que sabía que los genitales “femeninos” predominaban sobre los “masculinos” de su hijo/a. Porque dentro de casa era tratada como hija, pero para el afuera era su hijo, al que le hacían fajar los pechos y usar el cabello corte militar (decía ella) cuando íbamos a la peluquería.

Que tenía que ir al jardín, a la primaria y secundaria para hablar con lxs directivos para explicar con vergüenza lo que era su hijx. Que con mano dura se expresaba cuando su hijx decía que tal muchacho era lindo o que le gustaba. Así fui aprendiendo a guardarme todo hasta convertirme en una persona introvertida, tímida, a criarme en una burbuja. Ellos decían que era para protegerme. Con el tiempo me di cuenta que era para ocultar al transformer, uno de mis tantos apodos del barrio.

Puede que mi testimonio se pierda de vista. No es un registro indiviso de mi pasado, sino que es la convicción la que me hace hacerlo visible, lo que el sistema se ha esforzado en disgregar, eliminar. La medicina cree resolver la historia a través de conceptos y definiciones como «estatus de normalidad de corporal». ¿Qué es ser intersex?

Ser intersex es haber nacido con un cuerpo sexuado cuyas características sexuales escapan de lo normal. Ser intersex es la experiencia de vida marcada por el estigma de no calificar en una categoría dicotómica de sexo.

 

¿Cuantos tipos existes?

La verdad que llevamos en nuestros cuerpos, el conocimiento objetivo, el material de la experiencia corporal NO EXISTE: por definición tiene que ser subjetiva.

Hay bebxs que son sometidos a horripilantes cirugías para corregir defectos sin pensar en los trastornos que le pueden provocar en su futuro. ¿Qué pasa, por ejemplo, cuando eso se materializa en las preferencias por algún deporte, juguete, color o en la orientación sexual?

Eso no lo cambia una cirugía. Muchxs intersex pasan por una mutilación en la corta edad por el simple hecho de nacer con genitales que no encajan en el sistema binario.

En mis numerosos momentos de quiebre emocional, agradezco la existencia y el compromiso de esas personas que me acompaña en los momentos más desafiantes, como cuando ignoran quienes somos y quienes conformamos el colectivo LGBTI+: no somos almas flotando en éter, somos cuerpos, simplemente personas.

Estas son apenas algunas palabras que arrebaté a mi mente, a mi silencio, a lo que siento. Por eso digo que dejen de pensar que ser intersex es una identidad sexo-genética. Dejemos de gritar en silencio.

«Cuanto silencio de esa mayoría silenciosa. Son silencios producidos por palabras contenidas o por imposibilidad de quebrarlas ante la incomprensión de lo que nos ha sucedido, pocos tienen oídos para escuchar atentamente cuando grito en silencio»

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