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Cuando ser trans no es una postura política, pero ser feminista sí

Elizabeth Duval, controvertida intelectual española que desde que publicó el ensayo “Después de lo trans” agita a España intercalando reality shows con estudios en la Soborna, críticas a la izquierda gobernante y a ideas de autodeterminación de género, visita Argentina para el Festival de Arte Queer

Elizabeth Duval, controvertida intelectual española que desde que publicó el ensayo Después de lo trans agita a España intercalando reality shows con estudios en la Soborna, críticas a la izquierda gobernante y a ideas de autodeterminación de género, visita Argentina en el marco del quinto Festival Internacional de Arte Queer (FAQ5) y asegura que “tiene más importancia”, para ella, ser feminista que trans: “ser trans, en mi caso, no es una postura política, ser feminista sí”.

Duval nació en 2000 en Alcalá de Henares, a 30 minutos de Madrid, una ciudad famosa porque ahí nació Cervantes y porque tiene una de las universidades más antiguas de Europa.

Además del famoso ensayo, presentado con 19 años, “justo un día antes de cumplir 20” ya lleva escritos un poemario, Excepción y dos novelas: la autorreferencial Reina y Madrid será tu tumba, que tiene por hilo conductor de sus muchas capas el romance de dos okupas, Santiago y Ramiro, uno neonazi, otro comunista, un libro que, dice ella, “dialoga con obras como Los justos de Camus o Romance del comunismo americano, de Vivian Gornick”. Todos esos libros tuvieron buena crítica en Europa. Uno sólo y, únicamente durante los días que dure el festival, hasta el sábado, puede conseguirse en Argentina, Después de lo trans.

Un texto que puede abrir debate en Argentina

Elizabeth Duval es el nombre que la escritora asumió formalmente a los 19 años, después de mucha burocracia, antes de que en España saliera la Ley Trans que permite el cambio de identidad. Un nombre que usa desde mucho antes, cuando a los 13, poco antes de su cumpleaños 14, le contó a sus padres su deseo de transicionar.

Deseo que la excluyó de la escuela católica de la que la invitaron a irse y por el que tuvo que esperar dos años tomando bloqueadores, hasta los 16 legales en España para comenzar a hormonar. Elizabeth Duval es un nombre que surgió del amor a sus abuelas, ambas Isabel, una de ellas con quien pasó mucho tiempo en su infancia.

La escritora compartirá dos eventos en el FAQ. Charlará con la escritora Dolores Reyes y compartirá un set de escritura en vivo con la poeta Silvina Giaganti.

“De Dolores y de Selva Almada me hice amiga este año, primero en Centroamérica Cuenta y luego en la Feria del Libro de Oaxaca, coincidimos las dos veces”, se entusiasma, de hecho hay una columna que escribió Almada para el diario Perfil, “Muerteada”, sobre uno de esos encuentros entre ellas; Duval dice esto corrigiendo el ensayo Después de lo trans para una reversión alemana que apunta a internacionalizarlo, a “quitar algunos capítulos que sólo interesan a España y sumar otros. Un rollo”, asegura. Porque “no estoy de acuerdo con todo lo que escribí, pero eso ya lo sabía, ahora se trata de matizar, quiere decir que he avanzado, he aprendido, sino sí que sería muy aburrido, pero me da pereza máxima enfrentarme al texto y el marco está muy bien, por eso digo que también estoy de acuerdo con lo que escribí”, relfexiona.

¿Si ese texto abrirá debate en Argentina? “Dicen que aquí son muy discutidores, no lo sé. España es un país muy aleccionador donde cada uno dice la suya pero ninguna de las partes quiere escucharse y entonces el debate no se da. De un tiempo a esta parte cada uno habla para los ya convencidos, para unas trincheras pequeñas, el mismo mecanismo que el algoritmo de likes”.

En el prefacio de la tercera edición de Después de lo trans, de septiembre de 2021, apunta: “Si volviera a escribirlo estoy segura de que sería menos pedante y un poco más sabia”, pero “no se escribe solo lo que una quiere cuando lo desea”, el texto “viene de nosotras en una época concreta”, con sus cuestiones concretas.

Duval cuestiona la socialización de género y la noción de autodeterminación

“No estoy tremendamente enfadada: estoy hasta el coño de lo trans”, empieza el ensayo que va al hueso de las disputas culturales identitarias actuales y que sobrevuela lo trans desde la ciencia, la sociología, la estética y la filosofía para dar cuenta de su realidad “diversa” e “incongruente”. Cuestiona la socialización de género, la noción de autodeterminación, relee la relación entre transactivismo y feminismo transexcluyente. Discute con Judith Butler y Paul Preciado.

“Un gran problema desde lo político, como desde lo literario o desde todo lo demás que tenga posturas muy reduccionistas es no admitir la conjunción copulativa –indica Duval–. Siempre hay una cuestión que es disyuntiva, es esto o lo otro, y de esa manera se pierden cosas importantes”, del mismo modo que “si nos construimos solamente como islas independientes las unas de las otras”, señala. “Soy una gran defensora de la comunidad, del lazo y la pertenencia”.

”En la disolución de la individualidad en el grupo hay una posibilidad de multiplicarse, en la identidad hay una posibilidad de ser más –señala–. Distinto es cuando la identidad se convierte en una especie de pedestal u objeto al cual le tenemos que rendir culto”.

“No es mi objetivo”, escribe en ese ensayo, “invalidar” a aquellos “que han hecho de lo no binario una marca política de lo trans” para “convencer a los demás de la posibilidad de un futuro sin género”.

“Lo trans es –escribe–, una herramienta de integración de subjetividades aparentemente anómalas” dentro de las “democracias liberales” en las que vivimos, un “instrumento de inteligibilidad que se concede como premio de consolación a quien se desvía de la norma y permite integrarlo, asumirlo, darle un nombre, domesticarlo; reducir las posibilidades subversivas de distintas trayectorias dentro del sistema del género, acotar el camino, añadir vallas”. Lo trans, insiste en ese texto, “no nos sirve como instrumento político, no nos sirve como instrumento sociológico, no nos sirve como concepto de análisis. Esa es, al final, la conclusión de este ensayo”.

Descreer de la posición liberal europea que dice que la arena política es demasiado sucia, porque refleja una posición dominante

El ensayo “no está escrito con lenguaje inclusivo –podría haber usado un femenino genérico, advierte–, pero no quería que resultara una lectura alienante para un espectro de posibles lectores”. Aunque “no suelo usar el inclusivo. No me escandaliza que lo hagan y su uso político me parece que está muy bien, incluso me parece una causa loable, pero a quienes venimos de Filología nos cuesta un poco más plegarnos a eso”, dice.

¿Y qué es lo queer para Duval? “Un no concepto, una huida. Se ha aplicado a tantas cosas que ya no significa nada. El campo de las teorías queer me parece muy interesante, pero a ese término en mi obra sólo lo he usado para criticarlo, nunca he hecho nada constructivo con él, tiene un rango de apelación posible muy minoritario y no me interesan las articulaciones políticas para minorías”.

Ahora está trabajando en un ensayo donde cita varias veces al filósofo argentino Ernesto Laclau, “Me parece que es el que mejor disecciona y analiza el fenómeno del fascismo, contra una definición solamente orgánica de cómo surge la clase dirigente, lo trata como el fenómeno de masas que fue, mira por qué surge ese deseo”.

“Cualquier concepción de que la política es un hecho racional donde no juegan primordialmente los efectos de las pasiones me parece un imposible. Descreo de esa posición de liberal, europea, anglosajona que dice que la arena política es demasiado sucia y que hay que aspirar a que sea más taimada y racional, refleja una posición dominante y la percepción de estar por encima del pueblo, que se deja arrastrar por sus pasiones”.

 

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