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Mihanovich, cuatro décadas de aplausos

Sandra Mihanovich llega a la ciudad con su nuevo espectáculo, “40 años de música”, con una puesta en escena que intenta resumir un tiempo en el que la artista supo mantener y marcar un estilo que comenzó a moldear en los albores de los 70. El viernes brindará una charla sobre donación de órganos, en el Cemar.

Sandra Mihanovich presentará el sábado a las 21, en el Centro de Convenciones del City Center Rosario (Oroño y Circunvalación), su nuevo espectáculo, titulado 40 años de música, una puesta en escena que intenta resumir nada menos que las cuatro décadas en las que la querida y talentosa artista supo mantener y marcar un estilo que comenzó a moldear casi siendo una adolescente en pubs porteños en los albores de los 70.
Así, con una impronta que muchos artistas de su generación heredaron del fenómeno que provocó la bosanova en la Argentina, de la mano de Vinicuis de Moraes, cuando el brasileño provocó un quiebre en el lugar que ocupaban cantante y espectador, realizando sus recitales sentado en la mesa de algún bar de Buenos Aires, Sandra hizo lo propio y dio sus primeros pasos en esos ámbitos, que luego devendrían en multitudinarios shows en teatros y estadios de todo el país.
El primer disco que editó Mihanovich fue Pienso en vos, en 1977, donde muchos de sus temas eran de su hermano Vane, de quien nunca se separó a lo largo de su carrera y aún hoy la acompaña.
Ese LP ostentaba en la portada una foto de la cantante con guitarra en mano, que aún no había cumplido 20 años. Sin embargo, no fue sino cinco años después que grabó Puerto Pollensa, con el que daría un paso fundamental en su carrera y que incluía canciones que, pese a ser de otros autores y cantantes, pasaron a ser referenciales en la voz de Sandra, tales como el corte que da nombre al disco, que es de Marilina Ross, o “Me contaron que bajo el asfalto”, de Horacio Fontova.
A pocas horas de su recital en la ciudad, El Ciudadano dialogó con la cantante quien hizo un breve pero intenso repaso por su carrera y también por sus afectos, en especial por Vane y su esposa, sobre la que aseguró que es la “hermana que la vida no me dio”, y por su sobrina Sol, con quien subirá mañana al escenario del City Center y compartirá varias canciones a lo largo de la velada.
—Nada menos que 40 años con la música. ¿Cómo vivís este momento?
—Como que no habría que decirlo ¿no? (risas). Son esas cifras tan enormes que a uno le dan como un poco de vértigo: pensar que empecé hace 40 años. Pero lo veo con mucha alegría, con un enorme agradecimiento por haber podido plasmar mi vocación, por haberme podido dedicar a lo que me gustaba que es cantar y, además, ratificando que a lo largo de cuarenta años mi vocación es la misma y que me sigue gustando lo mismo.
—¿Sentís que algo te quedó por hacer?
—En este transitar, he tenido la enorme fortuna y el enorme privilegio de poder encontrar las canciones que me representaban y que se hicieron eco y se convirtieron en clásicos. Me he dado el gusto de cantar todo lo que he querido y todavía tengo las mismas ganas de hacerlo.
—El salto del primer disco a “Puerto Pollensa”, ¿marcó un cambio de rumbo, que en definitiva fue el que mantuviste a lo largo de tu carrera?
—Cuando empecé tenía 19 años, era una niña te diría, me gustaba mucho cantar y estaba en un proceso de aprendizaje, un proceso de primero inferior, digamos (risas). Con el correr de los años fui encontrando qué cantar y cómo hacerlo. Pude ir definiendo un estilo y una personalidad que ya definitivamente en los 80 se manifiesta de una forma más establecida.
—Los 80 fueron una época muy especial para los artistas en general…
—Creo que el 82, en especial, fue muy particular. En lo personal, además de que venía cantando hacía cinco años en pubs, en boliches, yo ya me ganaba la vida cantando, había descubierto un montón de cosas. En ese tiempo, incluso, empecé a conocer a los autores que me fueron prestando sus canciones como Alejandro Lerner, Marilina Ross, Celeste Carballo, Horacio Fontova o Rubén Rada. Fui encontrando las canciones que hoy la gente dice: “Son de Sandra”.
—¿Cómo influyó la Guerra de Malvinas en la música nacional?
—La Guerra de Malvinas hizo que se potenciara la música nacional de una manera extraordinaria. Por eso creo que los artistas de la generación del 80, que es en donde me ubico, tenemos una conexión muy fuerte con nuestra identidad, porque la música argentina fue lo que más se utilizó para decir: “Esto es lo que somos, esto es lo que queremos o lo que nos queremos; esto es lo que no gusta o lo que no nos gusta”, para decir lo que no se podía decir y para decir también lo que queríamos decir a los gritos.

Sandra en el Cemar

Sandra Mihanovich brindará el viernes, a partir de las 18, una charla abierta al público sobre trasplante de órganos en el Cemar, de San Luis y Moreno. Lo hará a casi cuatro años de haberse sometido a una operación en la que le extirparon un riñón que le donó a su ahijada que estaba en lista de espera como receptora desde hacía un tiempo y cuya vida corría riesgo. La intervención fue un éxito tras una recuperación rápida, Sandra volvió a los escenarios en 2012 con su disco Vuelvo a estar con vos. A partir de ese momento, y casi sin buscarlo, la cantante se convirtió en un emblema y se sumó a las campañas por la donación de órganos que se llevan adelante en el país, dejando en claro que se trata de un profundo acto de amor.

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