Florencia Lagos Neumann (*)
Mucho se dice sobre la Revolución cubana, medios de comunicación occidentales dedican todos los días cientos de noticias falsas para distorsionar la realidad de un país que resiste ante un crimen de lesa humanidad, la guerra económica más larga de la historia: el bloqueo económico, comercial y financiero que impone Estados Unidos a la Isla hace más de seis décadas.
Portadas con imágenes de largas colas para obtener productos básicos nos quieren convencer de que el socialismo es un fracaso, pero pocos medios de comunicación explican que esas mismas filas eternas son resultado del impedimento que tiene el Estado cubano para acceder a la importación y exportación dentro del mercado internacional de manera normal como cualquier otro país.
Al contrario, las transacciones para las compras de productos se deben hacer por terceras vías, lo que encarece de sobremanera la adquisición de los mismos.
El resultado es el desabastecimiento y la escasez de insumos que el gobierno de la Isla trata de llevar a cada familia.
¿Por qué las sanciones?
El memorando del subsecretario de Estado adjunto para asuntos internacionales, Lester Mallory, de abril de 1960 señaló: “Está claro que la mayoría de la población apoya a Castro y no hay oposición interna, la única manera de extraer apoyo interno es a través de la desilusión y el disgusto basado en el descontento económico y las privaciones”.
El 19 de abril de 1961 Estados Unidos trato de destruir la Revolución por la vía armada, organizó y financió la invasión de Playa Girón, pero fracasó.
Fue Cuba el primer país de nuestra región que derrotó una ofensiva del imperialismo, sin duda un precedente que más tarde serviría de ejemplo para el resto de países de América latina.
El gobierno de Estos Unidos no podía permitir que la utopía se expandiera en lo que ellos mismos llaman su “patio trasero”.
En el libro “El Arte de las Sanciones”, Richard Nephew reconoce que el objetivo principal del bloqueo es destruir el sistema desde dentro, generar hambre y dolor en la población al extremo de la desesperación para que sea el mismo Pueblo el que exija un cambio de sistema político.
Mismo método aplican hoy a países como Irán, Siria, China, Rusia, Venezuela, Nicaragua y cualquier país que decida ejercer su soberanía sin responder a los dictámenes del Imperialismo norteamericano.
Sin embargo, Cuba ha resistido, no sin pesar sobre su historia las terribles consecuencias de este embargo. Hoy la salud y educación se ven afectadas por esta política cruel del gobierno estadounidense, pero la respuesta de la Isla caribeña siempre ha sido buscar las formas de evitar el sufrimiento de su población y salir adelante.
En medio de la pandemia bajo el gobierno de Donald Trump, se puso injustamente a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo y se aplicaron 240 nuevas medidas que recrudecieron aún más el mencionado bloqueo, medidas arbitrarias que buscaban destruir por completo el proyecto emancipador revolucionario.
La Isla no podía comprar vacunas, ellos mismos las crearon, y no una sino 5.
A pesar del contexto descrito muchos son los logros de la Revolución, cero analfabetismo, derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo, salud y educación gratuitas con estándares de calidad reconocidos por la ONU.
Esquema de vacunación completa en niños y niñas, matrimonio igualitario, equidad de género. El parlamento cubano en su mayoría está ocupado por mujeres y en el reciente año se aprobó uno de los códigos de las familias más avanzados de la humanidad.
Hoy el Estado se encuentra en un proceso de reordenamiento económico cuyo objetivo es hacer eficientes los escasos recursos con que se cuenta para abastecer a la población.
Se subirán los sueldos de profesores y médicos, se realizará un censo para conocer la realidad de cada familia cubana y distribuir de manera eficaz los productos que se entregan a través de la libreta de abastecimiento.
La solidaridad internacional es otro de los ejemplos trascendentales de la Revolución, cabe destacar que el único Presidente del mundo que ha encabezado una manifestación en apoyo al pueblo de Palestina y ha pasado frente a la Embajada de Estados Unidos gritando: “Palestina Libre”, es el Presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Un líder revolucionario que es continuidad del legado del Comandante en Jefe Fidel Castro, el primero del planeta en cortar relaciones con Israel en los años 70.
La creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) que en 2014 durante la presidencia del General de Ejército, Raúl Castro, declaró a América Latina “Zona de Paz” y logró la firma de los acuerdos entre las Farc y el gobierno de Colombia, otro de los ejemplos nítidos de la consciencia y acciones concretas por el bienestar de nuestra región.
Actualmente el presidente Díaz-Canel ejerce la presidencia del G77 + China, países miembros reconocen que Cuba ha ejercido un rol fundamental en la búsqueda de consensos que ayuden a construir el tan anhelado mundo multipolar.
Otra de las características que destaca al proceso revolucionario cubano es su autocrítica constante, su capacidad de reconocer, rectificar y mejorar los errores: “Cambiar todo lo que deba ser cambiado” señaló el líder histórico, Fidel Castro, cuando estableció el concepto de revolución.
En la actualidad los desafíos son muchos y el contexto internacional bastante adverso para enfrentar las diversas tareas a las que se enfrenta el proceso de emancipación cubano, pero la fuerza, determinación, convicción y ética siguen intactas: “La Revolución no es la obra de un día, de un año, ni siquiera de 65 años. Es una idea, una voluntad. Esta es la Revolución, no es ninguno de nosotros solos. Somos todos nosotros juntos venciendo imposibles. Y lo haremos”, remarcó Miguel-Díaz Canel, presidente de Cuba.
¿De qué más serían capaces los cubanos y cubanas si no tuvieran las sanciones? Que levanten el bloqueo y le den la oportunidad a Cuba de desarrollarse en paz.
(*) Corresponsal de Crónica Digital en La Habana y Analista Internacional