Cinco días son los que poseen a partir de hoy los precandidatos a intendente de Rosario para convencer al electorado –atribulado por la profusa campaña de postulantes a cinco categorías electorales– de las bondades de sus propuestas, antes de que la veda deje todo librado a suerte o verdad. Tres candidatos en el Frente Progresista y cuatro en el Partido Justicialista concentran la mayor atención, de los diez precandidatos a ocupar la principal poltrona del Palacio de los Leones que deja Miguel Lifschitz.
En el oficialismo los tiempos en Rosario los manejó Lifschitz. El gobernador Hermes Binner le liberó el territorio, como contraparte de su resignación frente a la candidatura a la Casa Gris de Antonio Bonfatti, y él usó los tiempos a su antojo.
Cuando ya todos habían exhibido su candidatura, apareció Lifschitz en febrero, al límite de lo aconsejable, y puso sobre la mesa un nombre sobre el que nadie se había animado a especular: el de la diputada nacional Mónica Fein. Aunque antes de blanquearlo se aseguró bien de que fuera aceptada como candidata de unidad por el sector de Rubén Giustiniani, que por esas horas impulsaba a Miguel Zamarini.
Fein hizo hincapié durante la campaña en que su figura es la continuidad de 16 años de gestiones socialistas en la ciudad, la garantía de seguir por el mismo camino. Su imagen estuvo ligada en los spot televisivos y en la publicidad gráfica a Lifschitz, el armador de su precandidatura.
El radical Jorge Boasso, el otro candidato con chances del Frente Progresista, fue uno de los más activos, con una campaña que se destacó del resto por la apuesta creativa, en la que exhibió sus proyectos aprobados en 18 años como concejal.
Los roces entre Boasso y Fein fueron de los más duros de la campaña. La candidata única del PS, junto al intendente Lifschitz, se ocuparon de negar que Boasso fuera la continuidad del gobierno del Frente Progresista, y no dudaron en calificarlo de “reaccionario y conservador”.
Boasso por momentos se pareció al que iba por fuera del frente en anteriores elecciones, aunque como estrategia general prefirió mostrar su obra como concejal, antes que entrar en polémicas con el PS. Exhibió un perfil de madurez política y moderación, que lo distingue, al menos en su faz pública de Boassos pretéritos.
En el PJ, donde Héctor Cavallero por el kirchnerismo y Diego Giuliano por Rafael Bielsa disputan con mayores chances la primaria, fue el segundo quien rompió en parte la paz, cuando salió a reprochar, en medio de declaraciones de respeto por la figura de Cavallero, su alineamiento incondicional con el gobierno nacional.
Al igual que en la competencia por la gobernación, el peronismo rosarino mostró un rostro “civilizado” en la campaña interna. Cavallero la desarrolló apostando al crecimiento de la imagen positiva de la presidenta Cristina Fernández en Rosario, que orilla el 50 por ciento.
Además, volcó su conocimiento sobre los temas de la ciudad e hizo hincapié en la inclusión social, en las obras de cloacas, vivienda y transporte. Tampoco se olvidó de la seguridad, un tópico que picó en punta en la campaña local, y ligó la suerte de la ciudad a su vínculo con la Nación, siempre en caso de que él resulte electo intendente.
No eligió un tono confrontativo con sus competidores en las primarias del PJ, y en cambio apostó a la campaña propositiva.
Por su parte, Giuliano explotó su perfil de centroderecha –a pesar de que forma parte de la lista de Bielsa no hace causa común con el kirchnerismo– y basó su campaña en la seguridad, tópico que le permitió conseguir su escaño como concejal hace dos años; insistió con disolver la Guardia Urbana Municipal (GUM) y apuntó sus críticas hacia el socialismo.
También ahondó en el tema productivo –caro a la campaña de Rafael Bielsa–, incursionó en la temática del transporte, las cloacas y la defensa del consumidor, y propuso como cuestión inédita la creación de un hospital oftalmológico.
Si bien cerró filas con el ex canciller, su campaña lo mostró como candidato local con proyecto propio, sin su suerte atada a la de su postulante a la gobernación santafesina.