Sacha Pujó (*)
Luego de las elecciones primarias del pasado domingo 11, en las que resultó ganador el Frente de Todos por una diferencia de 16 puntos sobre Juntos por el Cambio, según el escrutinio provisorio (49,2% versus 33,1%, escrutadas 98,8%), resulta oportuno hacer un repaso por las distintas herencias que dejó el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y que va a dejar Mauricio Macri.
El análisis nace de las declaraciones en conferencia de prensa que dio el presidente al día siguiente de la elección, donde culpó a los votantes y al kirchnerismo por otra corrida cambiaria con megadevaluación. Si bien luego pidió disculpas porque “estaba muy afectado por los resultados, casi sin dormir y triste por las consecuencias que tuvo en la economía”, en nada modifican la situación crítica del país los anuncios electorales de medidas paliativas tendientes a mejorar la situación de trabajadores y pymes. En ese sentido, dichas medidas, de las que el Estado se hará cargo del costo fiscal, son paliativos insignificantes frente a otra megadevaluación que pulveriza el salario con espiral inflacionaria desatada, y no modifican una coma del modelo económico.
Para describir la herencia legada por CFK nada mejor que lo que el gobierno de Macri decía sobre el estado del país ante inversores extranjeros, que a nivel nacional no se difundía oficialmente ni a través de los medios concentrados de comunicación. En este sentido, en 2016, para atraer inversiones en Estados Unidos, el gobierno reconocía y destacaba en el documento “Argentina: tierra de oportunidades”, los siguientes puntos:
- El país con la menor desigualdad social en toda la región medida por el coeficiente de Gini.
- La alta proporción de población de clase media.
- El primer puesto en desarrollo humano y educación de Latinoamérica.
- Desempleo menor al 6%.
- Infraestructura bien desarrollada.
- Alta capacidad de endeudarse de la Argentina dado su baja relación deuda/PBI, del 13%.
- Oportunidades en el agronegocio, en la industria del software, en el sector energético, en las telecomunicaciones, en la minería (reservas de litio y reservas de shale oil más grandes por fuera de los Estados Unidos).
Por otro lado también hay que recordar que el propio Indec, revisado por este gobierno, reconoció para el año 2015 un crecimiento del 2,1% del PBI y una desaceleración de la inflación, a pesar de la catarata de mentiras difundidas por políticos, periodistas y economistas operadores que repetían como un mantra que la economía estaba estancada en 2015.
El gobierno de Macri será recordado por la permanente búsqueda de excusas, culpar a otros y no hacerse cargo por las consecuencias de su gestión. Desde el inicio el modus operandi ha sido el uso de chivos expiatorios como la instalación mediática de la pesada herencia, el discurso de que con el anterior gobierno “vivíamos por encima de nuestras posibilidades”. En combinación con la apelación a fenómenos de la naturaleza tales como tormentas, el gobierno nunca se responsabilizó y postergó a un futuro improbable mejoras a las condiciones de vida de la población. Al mismo tiempo, la persecución y estigmatización realizada por el dispositivo mediático judicial sirvió como la pantalla para justificar la gigantesca redistribución regresiva del ingreso.
La difusión de operaciones mediáticas como la supuesta organización terrorista mapuche RAM, el “curro de los derechos humanos”, las mafias sindicales, los vagos, y otras tantas categorías construidas para orientar la atención pública son otro de los artilugios del gobierno para sostener su gobernabilidad.
¿Por qué razón las mismas políticas económicas que ya fueron aplicadas en otras ocasiones, como son los casos de Celestino Rodrigo con Isabel Perón, José Martínez de Hoz en la dictadura, y Domingo Cavallo en los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, podían tener resultados distintos aplicadas por Macri? Sólo con el engaño y la mentira planificada de la mano del marketing político que convierte a un proyecto político en un producto comercial, puesto a manipular la conciencia de un votante tratado como mero consumidor, se pudo llevar adelante la proeza de convertir a Macri en presidente. El resultado de las elecciones demuestra que la gran mayoría de los argentinos se dio por estafada con el producto marca Cambiemos.
Así como con la idea de la meritocracia quisieron hacer creer que la situación económica de cada uno es el resultado de su esfuerzo personal, descartando la influencia del tipo de políticas aplicadas, ahora culpan al votante consumidor por su elección. Resulta una estrategia de manipulación por parte de un gobierno cuyos miembros, en su mayoría, son herederos de empresas y patrimonios familiares con fortunas en el exterior.
El producto Cambiemos llegó al gobierno prometiendo desarrollismo pero aplicó un modelo de acumulación de capital basado en la valorización financiera, que destruye la industria y el empleo, como lo confirman todos los indicadores actuales de la actividad económica que muestran una caída sostenida que parece no encontrar aun el piso. El colosal endeudamiento externo para sostener dicho modelo, la caída de los ingresos y el empeoramiento en general en las condiciones de vida de la gran mayoría son la verdadera pesada herencia que le deja a los próximos gobiernos y generaciones.
(*) Magister en políticas públicas de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Profesor en sociología de la Universidad de Buenos Aires UBA). De vaconfirma.com.ar