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Cuidacoches asesinado es quien se había llevado leche y pañales de una farmacia

Jorge Ramón Reynoso era conocido como el “Tucumano” y tenía 29 años. Este martes cerca de las 22 un hombre en moto y con un casco puesto se le acercó, discutieron y luego le efectuó el disparo mortal. Se investiga el hecho

Tenía 29 años, tres hijos y muy pocos recursos. Se ganaba la vida cuidando y lavando autos. A fines de septiembre fue noticia por llevarse pañales y leche de una farmacia, un hecho por el que pasó 15 días preso. Anteanoche fue asesinado en de un tiro en la cabeza en Avellaneda y Santa Fe. Jorge Ramón Reynoso era más conocido como el Tucumano. Todo ocurrió en la misma esquina de donde se llevó los pañales.

Cerca de las 22.15 personal policial se acercó hasta el lugar y entrevistaron a Leonardo C., de 29 años, quien relató que mientras cruzaba la vereda pudo ver como un hombre en moto giró en U para encontrarse con la víctima. Mantuvieron una discusión y luego le efectuó un disparo. Médicos del Sies constataron que el hombre, que se dedicaba a ser cuidacoches en la zona, falleció en el acto por herida de arma de fuego a la altura de la cabeza.

Investiga el fiscal de Homicidios Dolosos Luis Schiappa Pietra y la brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones (PDI). El fiscal ordenó la autopsia del cuerpo en el Instituto Médico Legal (IML) y el relevamiento de cámaras de seguridad en la zona.

Desde la Central de Información Criminal Operativa (OJO) informaron que Jorge Ramón Reynoso poseía antecedentes penales por hechos de robo el 29 de marzo de 2017, robo calificado en 2017 y 2018, hurto en 2019, agresión, resistencia a la autoridad, daño e infracciones al Código de Faltas y Desobediencia a Mandato Judicial.

La farmacia

Jorge fue noticia en septiembre.  A una cuadra del lugar donde trabajaba, en Avellaneda y Santa Fe, hay una farmacia. Su abogado es Cesar Ceragioli y contó que más de una vez el joven le lavó el auto al dueño de la farmacia. Incluso, al comentarle de su situación de vulnerabilidad, el dueño le dijo que si alguna vez necesitaba algo para sus hijos –sólo para ellos–, fuera a pedirlo al local. Jorge le tomó la palabra.

La tardecita del 15 de septiembre se acercó a la farmacia y le dijo a las empleadas que había hablado con el dueño y que necesitaba dos paquetes de pañales y tres tarros de leche. Las trabajadoras le dijeron que no. “Intervino el encargado, pero Jorge les dijo que igual se las llevaba y después hablaba con el dueño”, contó a <El Ciudadano> el abogado del hombre.

El defensor continuó con la secuencia: “Jorge salió del local, le entregó la mercadería a su pareja y caminó unos 40 metros. En ese lugar fue detenido por la Policía y después fue imputado de robo calificado por el uso de arma blanca y lo dejaron preso en una audiencia que se realizó el 18 de septiembre”.

El fiscal Guillermo Apanowicz había pedido una prisión preventiva sin plazo, lo que puede extender hasta dos años, pero el juez no le hizo caso. Se hizo una nueva audiencia, donde discutieron sobre si Jorge estaba armado, algo que finalmente fue descartado. Entonces el joven recuperó la libertad.

Qué fue

Para el abogado de Jorge, lo que ocurrió no fue un robo. “Podemos discutir si fue un hurto o un abuso de confianza, e incluso la posibilidad de un hecho atípico, es decir, una conducta que no encuadra en un delito penal”, dijo Ceragioli. El abogado explicó que su cliente había cumplido una condena por robo hace ocho años y le era muy difícil conseguir un trabajo: se ganaba la vida cuidando coches, limpiando vidrios y su razón de ser eran sus hijos de 5, 3 años y 8 meses.

La vulnerabilidad en la que vivía la familia era muy importante al punto de que Jorge pensó que no podía reconocer a sus hijos porque no estaba casado. “La familia perdió los documentos en una mudanza de una vivienda precaria a otra, y desconocen el derecho que les asiste de tener una asignación (por la Asignación Universal por Hijo)”, explicó el abogado.

Para graficar el grado de vulnerabilidad Ceragioli contó que el día que quedó detenido el abogado le pidió a Jorge un número de teléfono para comunicarse con su pareja y avisarle que estaba arrestado, pero su defendido le dijo que ninguno tiene teléfono celular.

“Si hubiera querido robar se habría llevado medicamentos, que son caros y se pueden vender fácilmente. O se hubiera llevado los celulares de las personas que estaban en el local. Lejos de eso se llevó lo que sus hijos necesitaban: pañales y leche”, agregó Ceragioli.

Para el abogado, es un caso atípico y la discusión sobre el encuadre legal en aquella audiencia favoreció a Jorge. Tras escuchar a los abogados de cada lado, el juez Rodolfo Zvala definió que el caso fue un robo simple sin armas. Jorge recuperó la libertad, pero debía presentarse una vez por semana en el Centro de Justicia Penal, sin poder acercarse a quienes trabajan de la farmacia o tres cuadras del local.

Ahora Jorge fue asesinado y su familia quedó en una situación de vulnerabilidad más extrema aún.

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