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Cultura estética, senos y los riesgos de estallidos

Por: Carlos Duclos
Muchas no titubean en acudir a la silicona para tener aquello que la naturaleza no dio.
Muchas no titubean en acudir a la silicona para tener aquello que la naturaleza no dio.

Las noticias de los últimos días han recordado a los seres humanos de este mundo dislocado, respecto de que hay riesgo de explosiones, no sólo esas a las que nos tienen acostumbrados los terroristas, sino otras… Bueno, para decirlo sin ambages, sin vueltas, algunas damas corren el riesgo de que estallen sus tetas artificiales. ¡A no horrorizarse por el uso de la palabra teta, queridas señoras! Dice el diccionario de la Real Academia Española, respecto de este órgano: “Cada uno de los órganos glandulosos y salientes que los mamíferos tienen en número par y sirven en las hembras para la secreción de la leche”.

Ya lo sé, claro, no faltará alguna dama que diga: ¿Por qué no usó otra palabra que suene más dulce, más delicada al oído? La verdad, lo hubiera podido hacer, pero si he de referirme a la cultura de la estética desaforada, sin otro cometido que mostrar las bondades  de un órgano artificial, pues prefiero hablar de tetas y encima de plástico. Así, sin más.

En estos últimos días se ha divulgado, como dije que implantes mamarios (de siliconas) fabricados por una firma francesa, tienen una falla que puede ocasionar problemas a quienes se le han colocado los mismos. No es un número menor, ya que alrededor de 13.500 mujeres en la Argentina poseen una prótesis de la marca cuestionada. El problema propiamente dicho surge porque la firma Poly Implant Prothése (PIP), que es la responsable de este inconveniente serio, utilizó un gel distinto al que había sido aprobado originalmente, razón por la cual en Francia ya las retiraron del mercado.

Desde luego, la empresa en cuestión ha sido acusada de fraude. Pero yo me permito decir que también algún señor podría acusar de fraude a aquellas mujeres que, para verse más voluminosas, no han titubeado en acudir a la silicona para tener aquello que la naturaleza (sabia y perfecta) no ha concedido. Y cuánto más fraude, mi estimado lector masculino, si el siliconado estalla en la mano en un momento romántico. ¡Qué doble decepción y susto!

Dicen los que saben que el problema que acarrea el uso de estas prótesis encargadas de hacer senos más grandes,  es que la cubierta de las mismas se rompe con facilidad. Desde hace un tiempo se venía denunciando este hecho, hasta que una investigación detectó cual era la causa defectuosa. De allí en más se dio a conocer la información para alertar a todas aquellas mujeres quienes, para verse más lindas, con cuerpos más atractivos y cautivantes, recurrieron al uso de las mismas. Se recomienda que ahora consulten de forma urgente a su médico para poder solucionar a tiempo un grave problema que podría presentarse.

Como bien se sabe, se da el caso de mujeres que han padecido serias  consecuencias después de un implante mamario: rechazo del mismo, infecciones y en algunos casos hasta la muerte. Hasta famosas han salido últimamente a dar consejos y mensajes luego de haber pasado situaciones por una cirugía de este tipo, En tal sentido, felicito y aplaudo calurosamente a la rosarina Silvina Luna, quien tuvo que retirarse uno de los implantes por una infección en su pecho derecho. Dijo esta chica linda y atractiva que cautiva más ahora  por la sensatez adquirida: “Yo me hice las lolas en un momento de mi vida, pero hoy me siento anticirugía. Prefiero aceptar el paso del tiempo antes que meterme en un quirófano”.

No se trata, tampoco, de cuestionar todo aquello que signifique mejoramiento de la estética mediante la cirugía pertinente. En realidad, esta nota de opinión tiene el propósito de enfatizar en un asunto que es cultura de nuestros días, de estos tiempos: el hombre, la humanidad, se preocupa demasiado por las cuestiones materiales y suele olvidarse de lo sustancial, que es lo del orden espiritual. Diría, para treparme hasta el título de este artículo, que se tiene demasiado en cuenta la estética, pero poco la ética.

Decía una señora muy amiga, de pechos no voluminosos, pero de alma grande y mirada preciosa: “Vivimos en una sociedad donde la figura ha ganado terreno a lo fundamental del ser humano, a la esencia que no está a la vista, y si bien en todas partes del mundo se usa este método para verse mejor, en la Argentina el lifting facial y el implante mamario han pasado a ser moneda corriente. Lo más curioso de todo este tema es que hay mujeres dueñas de una belleza natural que se aprecia a simple vista, pero disconformes con ellas mismas, se someten a este tipo de intervención sin pensar demasiado en los riesgos”. No puedo menos que coincidir.

  Otro dato importante para tener en cuenta y que lo dio a conocer la  Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, es el que indica que la edad promedio de las mujeres que se someten a cirugías estéticas descendió a 25 años en la última década. El secretario de dicha institución expresó en una entrevista: “Antes, nuestras pacientes eran mujeres que habían pasado los 45 años y que empezaban a preocuparse por las arrugas”.

Desde el punto de vista psicológico, no puede menos que decirse que hay jóvenes (y no tan jóvenes) que dan por sentado y cierto algo impuesto por la cultura de plástico de nuestros días: tener el cuerpo perfecto es lo imprescindible para la aceptación social, para poder ingresar al mundo del éxito. El hombre, convertido en “Dios”, puede y quiere hoy, en algunos casos,  rediseñar y crear un nuevo cuerpo que se venda, aunque por algún lado explote.

  Me disculparán, tal vez mis años me ponen al margen de esta discusión del posmodernismo, pero para acariciar nada como el tejido de Dios, nada como el amor del alma y, como dijo  un poeta: “tu cuerpo real es tu mirada/que me lleva a confundirme con tu boca/y esta pasión se torna loca,/hasta decir mi corazón: ¡Amada!”.

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