El chaqueño Damián Kuc, creador de contenidos digitales, que coconduce Picnic en el piso doce, un ciclo musical para apoyar la reactivación de la escena artística, confesó que su vida “cambió por completo” a partir de la explosión en internet de Historias innecesarias, su ciclo de microdocumentales que ya fueron vistos por millones de personas.
“Me di cuenta de que en internet había todo desde el primer día que tuve acceso allí. Me di cuenta que podía darle un uso laboral más allá del entretenimiento y que era un sitio que borraba los límites y barreras”, reflexionó Kuc en charla con la agencia de noticias Télam.
Ex estudiante de criminología y standupero en su Resistencia natal, Kuc comenzó a producir y compartir sus contenidos motivado por la intuición y la curiosidad que lo llevaron a sumergirse en las profundidades de internet.
Ahora, además, comparte con la periodista Paula Echeverría, un músico invitado y con la participación del filósofo Darío Sztajnszrajber, Picnic en el Piso Doce un espacio con canciones en vivo que se interpretan desde lo más alto de un edifico porteño mientas cae la tarde y que cada miércoles a las 19 sube un nuevo episodio a su canal YouTube.
“Desde un principio me parecía increíble imaginarme en un programa al cual iban a ir músicos y músicas que yo escuchaba; era como un delirio. Hacerlo en un contexto pandémico también era muy loco porque habían pasado meses sin poder ir a un recital a escuchar música en vivo”, apuntó Kuc. Y reconoció: “No me asustó para nada imaginarme en este nuevo rol, porque ya estoy acostumbrado al tema de las cámaras. Aunque sí fue diferente cuando llegué y me encontré con todo lo que conlleva una puesta en escena para algo de esta magnitud. No sentí que fuera a salir de la zona de confort, porque me interesaba incluso hacer algo diferente, porque es hasta necesario”.
En sus contenidos, Kuc siempre le dio lugar a la música, desde el piyama oficial de Bersuit Vergarabat que usó para conducir, pasando por los capítulos dedicados a Kiss y los Ramones en Argentina, hasta el portal que creó años atrás sobre recitales en Resistencia. Respecto del espacio que el arte tiene hoy en su vida, Kuc confesó: “El arte en todas sus formas sirvió de refugio para escondernos un poco de todo el delirio y la incertidumbre que genera una pandemia. Hoy en día escucho de todo, depende mucho el día y el estado de ánimo, y puedo pasar de los Arctic Monkeys a Louta, Usted Señálemelo, Bándalos Chinos, El Kuelgue y, por ahí de repente, me voy a Metallica, Linkin Park, Queen. Varía un montón. La elección depende mucho de lo que tenga que hacer en el día, aunque tampoco lo voy a negar: hay días en los que amo estar en silencio absoluto”.
Respecto a Picnic en el piso doce, el conductor confesó que, por una cuestión de historia personal y recordando una adolescencia repleta de shows de Bersuit, el capítulo que más le gustó fue el que realizaron con el Cóndor Sbarbati. “Me pareció un flash”, dijo.
Consultado sobre los interrogantes que abre el futuro en él, en relación con el regreso a una supuesta normalidad, Kuc confesó: “El principal interrogante que tengo respecto de la situación actual es que no me preocupa en absoluto; al contrario, ansío un regreso a la normalidad, pero me genera mucha incertidumbre y preocupación cuándo va a ser eso. Es ultra hippie lo que voy a decir, pero vivo mucho el día a día. Justamente, venía flasheando mucho y preocupado con el futuro, y la pandemia nos demostró que uno puede planear algo un montón y después, cuando se da vuelta todo, no está a tu alcance arreglarlo. Empecé a disfrutar más lo que estaba haciendo y dejé de pensar tanto en el futuro, porque así es como uno nunca termina de disfrutar todo el recorrido. Fue algo muy loco estar de repente dedicándome a algo que nunca pensé que se iba a transformar en mi trabajo”.
Para concluir, el conductor definió a la internet como “una cosa espectacular que dio herramientas imposibles de enumerar de tantas que son y la posibilidad de tener acceso a toda la información que se quiera”, dijo al tiempo que sobre los famosos haters (odiadores) aseguró: “El precio de eso es que cualquiera puede opinar y decir lo que quiera de uno o de lo que hace y me parece perfecto que así sea. En internet hay gente mala como la hay en todos lados. ¿Por qué va a ser la excepción? Más aún cuando uno se puede refugiar en el anonimato. Hace mucho tiempo, entendí que hay que priorizar al que te tira buena onda. Por supuesto que uno a veces es un poco masoquista y se pone a buscar, a leer y a sumergirse en la mierda. Está bueno también escuchar las dos campanas, porque si no uno se encierra en una burbuja donde todo es perfecto y a donde todos les gusta lo que hacés. Y no hay nada más tóxico y venenoso que eso”.