Dos hombres fueron detenidos este martes bajo acusación de haber participado en el asesinato del operador turístico y cambista Hugo Oldani en la ciudad de Santa Fe, trascendió en la capital provincial, donde identificaron a los acusados como un empresario farmacéutico y un “hombre de la noche”. Se presume que ordenaron y organizaron un robo que terminó en crimen en un local en el que funcionaba una cueva financiera que, según una pesquisa federal, incluso introducía al circuito legal dinero de las famosas cajas negras policiales. El caso provocó marchas en pedido de seguridad y tuvo hasta una derivación al fuero federal por lavado de dinero que involucra a diez personas vinculadas con la agencia, dos de ellas rosarinas, y motiva aún por estos días una dura pelea entre jurisdicciones por ver quién se queda con la causa.
Según publicó el sitio zonacriticaonline.com, la pesquisa del Organismo de Investigaciones, a las órdenes del fiscal del Ministerio Público de la Acusación Gonzalo Iglesias, se direccionó a estos dos imputados a partir de los dichos de un joven de 22 años, un arrepentido del grupo criminal que llevó adelante el asesinato, quien hace cinco meses dio detalles de la ejecución, llevada adelante en pleno centro de Santa Fe ciudad, en horas de la tarde, en febrero último.
Según detalló el arrepentido, Andrés K., que fue relacionista público de boliches y ahora conduce un programa radial del club Colón, y quien figura como reclutador de los asaltantes y/o sicarios en el organigrama de la pesquisa, lo pasó a buscar en horas de la mañana de ese 11 de febrero –día del homicidio– y fueron hasta una farmacia que está ubicada en la zona del club Macabi y allí otro hombre –también detenido en la tarde de este martes– esperaba con una serie de instrucciones, indica en el portal mencionado.
“Es un cagón”
Luego, se dirigieron en el coche de Andrés K. hasta la galería Rivadavia, donde este último ingresó, hizo una filmación casera de forma solapada y salió, dice la pesquisa. Regresaron a la farmacia y el hombre que estaba allí, se presume que dueño del local, dio instrucciones de cómo había que robarle a Oldani. “Tienen que apretarlo, es cagón”, le atribuyen haber dicho.
“Luego me llevaron a mi casa, no me dijeron ni a qué hora me pasaban a buscar, así que comí y me dormí una siesta… me pasaron a buscar como a las 6”, adjudica la investigación haber declarado al detenido por el crimen.
Ese hombre de la farmacia fue identificado como Alfredo Manuel S., relacionado con el rubro de venta de medicamentos y cosméticos y esposo de una farmacéutica, detenido este martes por la tarde en la vía pública y de quien la Fiscalía cree que fue el que apuntó el dato de la debilidad de Oldani para asaltarlo, informa el sitio santafesino.
El arrepentido dijo que el día del hecho lo fue a buscar Andrés K. en su auto, pero después se subió al Toyota Corolla que conducía Juan Manuel Ruffino, otro de los detenidos e imputados por Cristina Ferraro (primera fiscal de la causa, luego separada del cargo tras denuncia de graves irregularidades) como integrante de una empresa criminal conjunta, organizada para robar y eventualmente matar a Oldani.
“A Andresito lo conocía de los bailes, él tenía en su momento un baile en avenida Alem, otra vez me llevó a poner un aire a su casa. El día del hecho, esa mañana, Andrés me pasó a buscar con los otros tres, no estaba la chica, fue en un (Fiat) Palio color negro, sin calcomanías, sin nada”, señaló. El tercero que iba en eso auto, según esta versión, es Cristian Bruno Figueroa, acusado de ser el autor material del crimen, quien le disparó al agenciero en el abdomen, según la teoría fiscal.
Vengo de parte del Mono
Esa mañana llegaron a la farmacia los cuatro: Andresito, Ruffino, Figueroa y él, declaró el arrepentido. Quien según la pesquisa es el dueño de la farmacia salió a la vereda y charló con ellos sin que nadie saliera del coche. “Se ve que se conocían con Andresito, porque se acercó al auto como si nada. Alfredo Manuel S. nos dijo que Oldani se iba a cagar, que no era necesario que llevemos armas y nos dio una descripción de la galería. Nos dijo que vayamos de parte del Mono, que él siempre va y cambia ahí los dólares, díganle que quieren cambiar 12 millones de pesos. El tipo de la farmacia nos dijo que vayamos después de las 4 de la tarde, que ya no estarían la hija y la empleada en el local. Esa tarde fuimos todos, con la chica, en el Corolla, pero el Palio nos seguía de atrás”, dijo el arrepentido a los investigadores.
Los tres, menos Ruffino, se bajaron a la altura de la sede del gremio UPCN en calle Rivadavia, caminaron hasta La Rioja y entraron luego a la galería. El imputado colaborador quedó de campana. Ruffino siguió la marcha con el Corolla blanco y se estacionó en la delegación de Aguas Santafesinas, enfrente del local de Oldani, unos 30 metros adelante, en dirección a calle 25 de Mayo, reconstruyó la investigación.
El arrepentido dijo que “no vio armas de fuego adentro del auto”, pero sí precintos de plástico que eran para retener a Oldani, si el robo se complicaba. “Si yo sabía que había armas no me subía al auto ni de mañana ni de tarde, sabía que a esa hora esta súper poblado el centro y está lleno de cámaras. Yo creía que era todo fácil, que era ir de parte del Mono y hacer el trabajo. Nunca supe la plata que se llevaron en el bolso”.
“Le pegué un tiro”
Cuando Oldani forcejeó la tenencia de un morral con la chica, una adolescente de 17 años detenida en julio pasado, y con Figueroa, el arrepentido, que estaba en la puerta de la galería, escuchó el disparo, afirmó. Figueroa huyó y él salió detrás, pero quedó la mujer dentro de la galería disputándose el bolso con el agonizante agenciero. El arrepentido volvió, pero antes de reingresar a la galería salió la chica y se volvieron al Corolla. Ruffino esperó en el auto y luego apretó el acelerador, siguió con su relato, e informó a los otros que tomaría por Circunvalación. En el interior del Toyota Figueroa dijo lo que todos ya sabían: “Le pegué un tiro”.
El arrepentido señaló que la idea de Ruffino era tomar Circunvalación para ir a la localidad de Recreo. Pero antes pararon en la zona de Nuevo Horizonte, porque la chica quiso ir a su casa a cambiarse a ropa: “Seguimos hasta que llegamos a la casa de un tío de Ruffino, era un ranchito, con animales, estilo campo”.
Cuando la fiscal Ferraro acusó formalmente a los cuatro primeros detenidos en la audiencia imputativa, nueve meses atrás, señaló que luego del crimen se dirigieron a la casa de una persona de apellido Verón, en barrio Los Troncos. Que, al contrario de lo que dijo Ruffino cuando declaró –quien señaló haber llegado solo–, a ese rancho llegaron los cuatro que concretaron el robo seguido de muerte en la galería. Al rato llegó el Palio, supuestamente con “Andresito” K., y allí subieron todos menos Ruffino. Y se fueron.
Según el arrepentido, “Andresito llegó al lugar con el dueño de la farmacia”, situación que los pesquisas trabajaron en el terreno, según informaron, para corroborar la versión y conseguir la evidencia para la acusación formal. “«Sacame de acá», le dije cuando llegó a la casa del tío de Ruffino, me subí al auto y me llevó a mi casa; yo quedé retraumado, no volvía a hablar con él”, cerró.
Cambio chico
La fiscal provincial Ferraro quedó bajo la picota por no abundar en la pista financiera como móvil del homicidio de Oldani: una suma millonaria en fajos de dólares y pesos –que había sido fotografiada por peritos y que desapareció del local días después del crimen.
El monto preciso nunca pudo ser peritado, ya que –se desprende de la investigación– la hija del empresario turístico no lo consintió, además de impedir de que la caja fuerte que estaba en el local fuera abierta el día del crimen. Una semana después, igual que la suma que estaba en el mencionado morral, la montaña de dinero se esfumó.
En julio pasado, el ministro de Seguridad Marcelo Sain presentó una denuncia ante el fiscal Rodríguez, para que se investiguen “presuntos delitos contra el orden económico, financiero, cambiario y la administración tributaria” en la agencia Oldani. Un mes después, el 18 de agosto pasado, el fiscal federal Walter Rodríguez presentó una denuncia ante el Ministerio de Seguridad provincial en la que señala que la fiscal Ferraro pudo haber incurrido en el delito de encubrimiento “en la modalidad de hacer desaparecer los rastros, pruebas o instrumentos del ilícito, agravado por tratarse de una figura penal especialmente grave y por su calidad de funcionaria pública”.
En ese marco Rodríguez también expuso que dirigió a un grupo especial de la Policía Federal que estimó un movimiento de gastos cercanos a los 300 mil pesos mensuales por parte de Oldani, quien se dedicaba a las tareas de cambio chico con dinero que resguardaba en un morral que fue robado por los asesinos. En su dictamen Rodríguez indicó que poco después del homicidio quedó grabado en la pantalla de la calculadora del Oldani el número 16.800.000.
Fiscal federal denunció por encubrimiento a Cristina Ferraro, fiscal provincial del caso Oldani
Cambio grande
Según estimaciones que hicieron especialistas de la División Scopometría de la Federal, esa la suma que estaba en los estantes del local de Oldani era de aproximadamente 3.050.000 de pesos y 1.100.000 dólares.
A principios de agosto Rodríguez fue por más y le mandó un escrito al propio gobernador Omar Perotti y por añadidura al jefe del fiscal regional Carlos Arietti, Jorge Baclini: “Por su intermedio pretendo que las autoridades provinciales competentes tomen las medidas indicadas para que el fiscal general del MPA, Jorge Baclini, instruya a quien corresponda, con el objeto de lograr una pronta remisión de los elementos requeridos, ante la ausencia de una explicación razonable ni justificación legal que ampare la negativa a suministrarlos”.
Tras el dictamen del fiscal federal, opinó Perotti: “Claramente son cosas muy groseras como para mirar para otro lado y eso no lo vamos a hacer. A los avances de las investigaciones los vamos a acompañar plenamente y es un mensaje muy concreto: el respaldo a todos aquellos que actúan bien y por derecha, y en el esquema de que aquel que se desvía no tendrá ningún tipo de respaldo ni hay vista gorda ni complacencia alguna”.
Sain denuncia por lavado a una empresa de Santa Fe cuyo dueño fue asesinado
Lavado de alta gama
El juez federal Marcelo Bailaque aceptó el primer día de este diciembre el pedido fiscal Rodríguez para indagar a diez sospechosos de intermediación financiera ilegal en el marco de la causa que se desprendió del crimen de Oldani.
Entre la decena de imputados, a quienes les inhibieron sus bienes, figuran la hija de Oldani, Carlos Nicolás Ciochetto y Carlos Aníbal Bacigaluppo, estos últimos dos rosarinos empleados de la Mutual 29 de Noviembre vinculada con el Grupo Carey, de Córdoba al 1400. Relacionada con el mismo grupo y con domicilio a pocos metros (sobre Corrientes al 800), la financiera Cofyrco fue allanada algunas semanas antes ante sospecha de lavado de activos en la investigación por otro asesinato, el del narcobarra de Newell’s Marcelo “Coto” Medrano, y allí se descubrieron 175 DNI que derivaron en la apertura de otra causa judicial.
Como si fuera poco para el mundillo financiero rosarino, cuyo epicentro es la emblemática esquina de Corrientes y Córdoba, el mismo 1° de diciembre último fue allanado un estudio contable, que funciona en el mismo edificio que Cofyrco, en el contexto de una investigación por juego clandestino, nada menos que la causa que tiene presos a dos fiscales y que llevó al pedido de desafuero del senador Armando Traferri.
A mediados de noviembre pasado, el fiscal federal Federico Reynares Solari pidió que se investigue si otra tradicional casa de cambios de Córdoba al 1400, Transatlántica, vendía dólares al narco Ignacio “Ojito” Actis Caporale, según dijo éste en juicio.
Oldani: juez federal ordenó inhibición de bienes e indagatoria para operadores financieros rosarinos