Fotos: Franco Trovato Fuoco
La decisión de hacer obligatorio el uso de mascarillas en los espacios públicos, tomada por la Municipalidad de Rosario y enseguida extendida a toda la provincia de Santa Fe por la Casa Gris, armó una postal colorida en la ciudad que anima algo el drama de la pandemia y el parate económico, que también deja sus víctimas.
Una muestra de diseños y colores para todos los gustos y según las posibilidades, porque como en otros rubros hay especulación y precios exorbitantes para un trozo de tela y una cinta elástica. Como pasa con el alcohol –en gel y líquido– y otros insumos básicos, tanto de limpieza como de alimentos, pese a los precios cuidados y máximos fijados por el gobierno nacional.
Estética de la pandemia
Tipos de telas, colores y estampados, más diseños variados componen una estética no querida pero existente al fin alrededor de las mascarillas, también llamadas barbijos o con el confuso tapabocas, porque obvia que debe proteger, también, la nariz.
Caseros y variados
En la provincia y en la ciudad, como en otras jurisdicciones, la recomendación es no utilizar las mascarillas de tipo profesional, conocidas como N5, para no presionar la demanda sobre un insumo crítico del personal de salud, que en la Argentina suma el 14 por ciento de los casos confirmados de contagio.
Todo sirve
Otra de las opciones para protegerse de las potencialmente peligrosas gotitas emanadas de boca y nariz son las llamadas cuelleras, que cumplen el mismo objetivo. O, como se ve entre otros sitios entre empleados de supermercados, un cobertor de plástico transparente sujetado en la frente.
Sólo un complemento: a no relajarse
Las autoridades aclararon que el uso de estos implementos es complementario de las otras medidas de protección, también obligatorias: la cuarentena, y el distanciamiento social –ahora llamado físico– de más de un metro entre persona y persona cuando no queda otra que salir a los espacios públicos.
Hasta las estatuas se cuidan del contagio: el gobierno provincial les puso barbijos caseros