Más allá de las encuestas que circularon durante los últimos meses, donde las consultoras políticas más tradicionales midieron a los principales candidatos, los indicadores que pueden anticipar con más precisión lo que pueda llegar a ocurrir durante las próximas elecciones Paso son los que cosechó la economía argentina a lo largo de este año.
Que el argentino vota con el bolsillo no es solo un mero dicho, sino también una premisa que se viene cumpliendo a lo largo de las últimas elecciones. En ese sentido, los principales indicadores de la economía no auguran un buen desempeño para el oficialismo encarnado en Sergio Massa, aunque el recuerdo de hace cuatro años, forjado por quienes hoy le compiten cabeza a cabeza, no son precisamente los mejores. La duda es quién capitalizará el castigo.
El propio ministro y precandidato presidencial reconoció durante la semana en un acto en la localidad de Baigorria que la recomposición de ingresos quedó entre las deudas de la actual gestión. Si bien se autopercibió responsable de lo sucedido, capitalizó esta deuda pendiente como promesa de campaña para su eventual gestión.
Esa deuda responde directamente a indicadores del ingreso tales como salario mínimo o jubilaciones, que presentaron una considerable caída si se la mide en dólares y se la compara bajo el mismo parámetro con fines de 2019. La expectativa o promesa de Massa se refugia en una importante recuperación en los indicadores de empleo y respaldo por parte de sectores productivos posibilitadores de esa mano de obra.
2019 vs 2023
Uno de los grandes problemas heredados y profundizados por la gestión del Frente de Todos fue la escalada inflacionaria que impacta de lleno en el poder adquisitivo de los ingresos. No hubo mejora en los indicadores de empleo que puedan ocultar esa erosión de los salarios.
Sólo en lo que va de este año el índice de precios no pudo perforar el piso de 6%, y tampoco se espera que así suceda en el informe que se dará a conocer el próximo martes. Este desempeño golpea directamente las intenciones de Massa, quien al asumir trazó como objetivo atravesar el 2023 con un indicador que tenga un 3 adelante.
Las comparaciones son odiosas pero a veces necesarias. La inflación interanual hasta el momento previo a las Paso llegó al 115,6%. El mismo indicador promediando la misma época en aquel 2019 teñido por la contienda electoral era 54,5%.
Ese incremento acelerado fue uno de los principales dolores de cabeza para la administración del Frente de Todos, ya que significó un golpe letal para el poder adquisitivo de argentinos y argentinas.
El salario mínimo vital y móvil es una muestra elocuente de ello. Si se calcula el valor actual (que en julio fue de $105.500) a la cotización del dólar paralelo (que esta semana rondó los $600), el resultado es de 175.80 dólares. El mismo cálculo a fines de 2019 resultaba 310.92.
Algo similar sucede con las jubilaciones mínimas, que a partir del mes que viene tendrán un nuevo incremento con pago de bono adicional. Hasta agosto, quienes cobraron la mínima con bono incluido ($90.000), percibieron un equivalente a 150 dólares. El mismo cálculo a fines de 2019 era 284,77.
Esta misma semana el Indec dio a conocer la evolución del promedio salarial del primer semestre, compuesta por la evolución salarial en el sector privado, público y no registrado. La mejora interanual fue del 108%, contra una inflación del 115%.
Lo más preocupante sobre esta última medición se puede observar al poner la lupa sobre los trabajadores no registrados. En los últimos doce meses percibieron aumentos del 82,4%, quedando 33,2 puntos porcentuales por debajo del nivel de inflación.
Así como la inflación repercute directamente en los ingresos, ese deterioro en los salarios impacta en el consumo. Al tomar como parámetro los indicadores de Came sobre ventas minoristas, también se puede percibir una caída.
En la previa a las Paso 2019 el acumulado de ventas había crecido un 4,5%, mientras que en lo que va de este año, la caída acumulada fue del 1,8%. En rubros como textil e indumentaria cayeron -9.6%, bazar y decoraciones -4.7%, alimentos y bebidas -4.1%, entre otros.
El vaso medio lleno
Uno de los datos en los que se refugió el oficialismo fue el crecimiento de empleo registrado, que hilvanó más de 20 meses consecutivos a partir de la gestión de gobierno. El dato también expuso las inconsistencia de una economía que da lugar a un alto nivel de empleo, pero con salarios bajos, un fenómeno que se conoció como trabajadores pobres.
El último dato de desempleo, correspondiente al primer trimestre de este año, arrojó que en Argentina hay un 6,9% de personas desocupadas, una cifra que se ubica entre los mínimos históricos. Durante el mismo período de 2019, previo a las paso, el registro era del 10,1%, e incluso durante ese año llegó al 10,6%.
En consonancia con la mirada optimista del gobierno, el Índice de Confianza del Consumidor elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella muestra una mejora en julio de 2023 del 4,3%. Si bien mostró una caída respecto al registro en la previa a la Paso 2019 (8,9%), evidencia una modesta expectativa a futuro en base a las percepciones actuales.
Por último, la industria, uno de los sectores al que más apostó el Frente de Todos durante estos cuatro años, cerró el primer semestre con un balance positivo en relación con 2022. Si bien en junio mostró una caída interanual en varios sectores producto de la sequía, en el acumulado general de los primeros seis meses tuvo una mejora del 1,3% respecto del mismo período del año pasado.