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De Baigorria por el Paraná hasta el Atlántico, dos que recorrieron 1500 kilómetros en piragua

Marcelo tiene 60 años y ya había unido a remo la ciudad brasileña de Foz de Iguazú con la vecina a Rosario. Allí se le sumó Andrés y juntos se lanzaron otra vez al río marrón para llegar hasta el océano. Sueño cumplido, con llegada a la Bahía de Samborombón

Marcelo Lescano tiene 60 años. Había unido a remo, por el Paraná, la ciudad brasileña de Foz de Iguazú con la santafesina de Granadero Baigorria. Su sueño era completar la travesía náutica hasta el mar y lo consiguió. Él y un compañero de la localidad vecina a Rosario, Andrés Bustos, se lanzaron de nuevo al río marrón en una piragua, con apenas dos mil pesos, algo de alimentos, una caña y una red. Lo consiguieron: llegaron al Atlántico.

La travesía fue de 1500 kilómetros, recorridos en tres meses y con numerosas dificultades. En el medio, Marcelo armó una vela artesanal y construyó un timón para la piragua con un cuchillo y un garrote. Andrés, un amante de la naturaleza y acompañante terapéutico, que preparaba «bombas» de semillas para diseminar en las islas, las cunetas de las rutas o los lugares posibles dentro de la «jungla de cemento», compartió con su compañero mayor la aventura de llegar hasta el océano.

Nada fue fácil. Los dos mil pesos se terminaron a las tres semanas de iniciado el periplo. Y lo mismo pasó con la comida. A partir de entonces, la pesca fue un sustento. Andrés llevó una caña y Marcelo una red sabalera de 13 metros. También contaron con la solidaridad de muchos isleños que, cuentan, los ayudaron.

«Fue una forma de cerrar el recorrido de Marcelo, que está enfermo. Llegar al mar», dijo Andrés al programa Repórter del Canal 2 baigorriense. Conoció a su compañero en la reserva de Granadero Baigorria.

«Salimos desde acá (por Baigorria), llegamos a Zárate por el Paraná de Las Palmas y de allí al río de la Plata. Luego, a Punta Lara y ya estábamos en el mar. Seguimos hasta Punta Indio y alcanzamos la Bahía de Samborombón. Fueron unos 1500 kilómetros de travesía», agregó Andrés.

En equilibrio

La travesía fue accidentada. Los fenómenos climáticos les jugaron algunas malas pasadas. El más grave fue, cuenta Andrés, la cola de un tornado ya en el Río de la Plata.

Bustos, que antes se había lanzado desde Granadero Baigorria hasta la Quebrada de Humahuaca pero por tierra, en una bicicleta armada con partes de otras, destaca que la travesía por el Paraná tuvo el propósito de convivir en armonía con los paisajes.

Ni siquiera dormían en carpa. Y menos, se les ocurrió pernoctar en un camping. «Hacíamos ranchadas con lonas compradas en ferretería», explica. Fueron tres meses. «En equilibrio con el entorno y respeto por la naturaleza, que no nos dejó faltar nada».

 

 

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