Barcelona tenía todo encaminado para, de la mano de Lionel Messi, lograr nuevamente un triplete en el fútbol europeo: Liga, Copa y Champions. La eliminación a manos del Liverpool le privó de ese festejo. Pero todavía hay esperanzas en el fútbol nacional. Es que la única argentina que podría alzarse con el triplete es Soledad Jaimes, jugadora del Lyon francés y de la Selección.
La delantera que nació en 1989 en Nogoyá, Entre Ríos, se podrá convertir en la primera futbolista argentina en alzar el reconocido trofeo. Será en Budapest cuando comience el duelo entre su equipo, Olympique de Lyon, y Barcelona, en un partido que podrá verse este sábado en directo por la señal Espn 3 desde las 12.45.
Jaimes comenzó a patear la pelota desde chiquita y en varias entrevistas confesó que toda su vida jugó descalza, y que eso la ayudó a «llegar a ser profesional».
Nacida y criada en el núcleo familiar de una madre sola y siete hermanos, Jaimes recuerda donde nació y reconoce las dificultades que le tocó vivir. «Siempre fui consciente de que mi mamá no me podía dar algo y yo me sentía mal porque sabía que ella quería», cuenta.
Y a pesar de que el fútbol le cambió la realidad económica, y hoy le permite ayudar a sus sobrinos a estudiar, tuvo que pasar cumpleaños sin torta ni regalos, Jaimes confiesa que «elegiría la misma infancia».
Un ejemplo de lucha y profesionalismo. La delantera que luego del partido de este sábado se sumará a la lista de convocadas de Carlos Borrello para disputar el Mundial de Francia el próximo 7 de junio, sorteó las dificultades que se le presentaron en el camino y llegó a la elite del fútbol femenino.
Antes de desembarcar en el grande francés, pasó por Boca, River y emigró a Brasil, donde el fútbol femenino está más desarrollado, para jugar en Foz Cataratas, San Pablo y Santos. Allí fue figura, y en 2017 se convirtió en la primera mujer extranjera en ganar el premio ‘Bola de Prata’, que se entrega desde 1970 a la máxima goleadora. Lo logró con el histórico Santos.
Su última parada fue el Dalian Quanjian chino. Allí cuenta que las diferencias económicas eran notables, no tanto así las deportivas. “Vivía en un barrio privado, un chofer me llevaba y me traía. Ni hablar del sueldo: ni sumando lo que ganaba en todos los clubes juntos conseguía equiparar lo que cobraba ahí. Después, técnicamente no eran tan fuertes”, comenta.
Inolvidable será el recuerdo de su cumpleaños 30, cuando recibió un regalo inesperado. El Lyon, vigente triple campeón europeo, le ofrecía un contrato de seis meses. No lo pensó y armó las valijas.
«Mi sueño siempre fue ir al mejor del mundo y jugar una Champions, así que dije que no al equipo de China y al otro día ya estaba viajando para Francia», señaló hace unos meses.
Allí se convirtió en la suplente de la noruega Ada Hegerberg, elegida en diciembre como la primera Balón de Oro. Además, gritó campeón en la Liga (jugó 5 partidos, y convirtió 1 gol) y la Copa francesa (disputó 2 encuentros).
La delantera que conquistó el tercer puesto en la Copa América 2018; la admiradora de Juan Román Riquelme, al punto que celebra los goles echándose las manos a las orejas; la misma que arrancó a patear la pelota descalza y se enfrentó no sólo a las dificultades económicas, sino machistas, cuando le decían «machona» y la mandaban a la casa porque en la canchita molestaba, vivirá una jornada única e inolvidable. Sueño cumplido.
La gran final
Este sábado las 12.45 el Olympique Lyon defenderá la corona de la Champions League ante Barcelona en estadio Ferencvaros de Budapest.
El equipo que conduce Reynald Pedros es el ganador del título las tres temporadas precedentes, y llegó a la final luego de eliminar al Chelsea. El conjunto francés –favorito para el partido–, ostenta el récord de victorias en la máxima competición europea con cinco títulos (2011, 2012, 2016, 2017 y 2018).
El rival, Barcelona, pasó de bajar de categoría en 2007 a ser el primer equipo español en acceder a la final del certamen, luego de dejar atrás a Bayern Múnich.
El equipo catalán protagonizó una intensa travesía, cuyo punto de inflexión fue su profesionalización en 2015, marcada por el respeto al sello azulgrana en el estilo de juego.
“Es un reconocimiento no solo al buen trabajo del club profesionalizando la sección, sino a todo el fútbol español. Que un equipo español pueda jugar una final de la Champions es un regalo”, declaró el miércoles en rueda de prensa Lluis Cortés, técnico azulgrana, que a mitad de temporada sustituyó a Fran Sánchez.
“La final es un proceso, un camino que no acaba el sábado”, añadió el preparador, que esta semana renovó contrato hasta 2020.
Desafiar al todopoderoso Lyon en una final de Champions es el premio perfecto para el año de la explosión del fútbol femenino español, capaz de congregar a 60 mil espectadores en el Atlético vs. Barcelona, récord mundial en un partido de clubes. Pero también de atraer grandes patrocinadores, vender por primera vez los derechos televisivos y ocupar cada vez más espacio en los medios. Cosas que llegaron de la mano de la profesionalización de la disciplina.
Las dos locomotoras del despegue del femenino español han sido el Atlético, que logró su tercera liga consecutiva, y el Barcelona, flamante aspirante a desbancar al Lyon.
El arquitecto del Barcelona fue Xavi Llorens, entrenador entre 2006 y 2017. El equipo catalán bajó de categoría en 2007 y estuvo a punto de desaparecer. “Ninguna jugadora quería venir, teníamos pocos medios, entrenábamos a las 10 de la noche, empecé el proyecto solo con gente de casa”, recordaba Llorens a finales de abril.
“Pasamos de compartir un vestuario entre tres equipos y de que solo vinieran a vernos nuestros padres a que nos pidieran autógrafos después de los partidos”, recuerda la antigua capitana Marta Unzúe, en las filas del Barcelona entre 2006 y 2018, cedida actualmente al Athletic.
De luchar por no descender en aquellos primeros años, a lograr tres títulos de liga consecutivos, entre 2012 y 2015.
Precisamente en aquel 2015 se logra la profesionalización, lo que implicó trasladar los entrenamientos a la mañana, en la propia ciudad deportiva azulgrana, y mejoras en el equipo técnico.
Un año antes, el Barsa se había convertido en el primer equipo español en pisar los cuartos de la Champions femenina. En 2017 fue el pionero en semifinales y en 2019 llegó a lo máximo.
En el aspecto económico el presupuesto se fue incrementando paulatinamente hasta los 3,5 millones de euros actuales, una cifra respaldada por un patrocinador propio, la marca de herramientas Stanley.
Con el dinero también aparecieron en el vestuario las estrellas, que mezclan con un grupo de jugadoras rodadas en la casa, como Vicky Losada, Sandra Paños o Melanie Serrano.
Fichajes que deslumbran como el de Mapi León, que llegó del Atlético, la inglesa Tony Duggan y, sobre todo, la holandesa Lieke Martens, mejor jugadora mundial para la Fifa en 2017.
Con los ingredientes necesarios, el Barcelona femenino apuesta por el ideario futbolístico que ha hecho célebre al club azulgrana.
“Queremos crear nuestro propio estilo, ser fieles a lo que somos por nuestra historia, es una filosofía, una forma de estar en la vida”, dejó claro hace dos meses en una entrevista María Teixidor, directiva responsable del fútbol femenino.
“No tenemos techo”, añadió Teixidor. El Barcelona masculino suma cinco Orejonas. Budapest podría ser el escenario de la consagración europea del equipo femenino.