La desaceleración de la economía de la Región Centro –detectada parcialmente en el primer trimestre del año– se acentuó en el segundo y, para varios sectores productivos, se transformó en una contracción.
Tomando los primeros cinco meses del año y comparándolos con igual período en 2011 se obtiene una caída en la producción de aceite de soja (-2,4% ) y de pellets (-8,3%), en la fabricación de automotores (-12,8%) y en la industria de la construcción (-12,3%), medida esta última por los despachos de cemento.
Diferentes razones explican puntualmente estas caídas. Las malas condiciones climáticas de la campaña recientemente finalizada, con un verano caluroso y pocas lluvias, afectaron la cosecha de soja que se redujo en 9,3 millones de toneladas (19%) respecto de la campaña anterior. La menor cosecha involucró un menor consumo de gasoil para transporte y labores agrícolas (-6,1%).
La desaceleración de la economía brasileña, que creció apenas 0,2% en el primer semestre del año, y las trabas al comercio exterior son los villanos en el caso automotriz, mientras que la ruinosa política cambiaria y la pesificación de las transacciones frenaron la construcción privada y las complicaciones de los fiscos provinciales se encargaron de frenar la inversión en obra pública.
Pero, la caída en el consumo de energía eléctrica de los grandes usuarios de la región y en el consumo de gas de las industrias (4,3% y 0,3% respectivamente) está señalando que la contracción en la producción lejos de tratarse de un fenómeno acotado a algunos sectores es bastante generalizada.
A diferencia de anteriores enfriamientos de la economía local, la inflación continúa a los mismos altos niveles que el año anterior, por lo menos hasta ahora. De no acelerar su caída en los meses próximos, estaríamos ante la novedad o mejor dicho la complicación de una economía estancada y con altos niveles de inflación.
En los cinco trimestres que la economía de la región atravesó la recesión 2008-2009, la tasa de inflación mensual –medida año a año– pasó de casi 24% en los meses previos a la contracción económica a menos de 11% en los finales de la misma; y en el primer trimestre de aquella recesión la disminución del índice de precios (Ipec) fue de 4%.
Actualmente la inflación año a año ascendió a 22,5% en el mes de abril y algo menos (22,2%) en mayo. Si este escenario de estanflación se concreta en el segundo semestre del año las complicaciones fiscales de las provincias se agudizarán ya que a la caída de la recaudación local por efecto de una menor actividad económica se le sumará la contracción de los fondos provenientes del gobierno nacional por la misma razón.
Sin considerar el envío de fondos correspondiente al Fondo Federal Solidario, ni las transferencias no automáticas, los fondos que el gobierno nacional gira automáticamente a las provincias de la región –14 mil millones de pesos aproximadamente entre enero y mayo de este año– crecieron interanualmente 23%. Este aumento iguala la inflación anualizada al mes de mayo.
Para igual período, el año anterior los fondos girados por el gobierno nacional a la región habían aumentado 35%. Las complicaciones fiscales nacionales ante una economía que se enfría son evidentes y será mejor que los gobiernos provinciales no esperen ayuda del gobierno nacional ya que en un año sin elecciones y con la billetera semivacía no es de esperar que los fondos no automáticos (discrecionales) fluyan con la liberalidad que lo hicieron en 2011.
Ana Inés Navarro: Directora del Departamento de Economía de la Universidad Austral de Rosario.