Mi pasión por el futbol no tenía límites. Desde muy chico este maravilloso deporte me hacía vivir emociones como ninguna otra cosa. Sábados y domingos por la tarde siempre estaba ocupado. Tenía que ir a la cancha de Central, del cual soy hincha, a Newell´s, Central Córdoba o Argentino. Lo esencial era ver fútbol. Y si se trataba de un Mundial la locura por ver rodar a la número cinco crecía geométricamente.
Tras las fallidas participaciones en los mundiales de Chile (1962) e Inglaterra (1966) nuestro seleccionado tenía una inmejorable chance para reivindicarse.
El 31 de agosto de 1969 Argentina se jugaba el pase al Mundial 70 en México. El rival: Perú. Sólo servía una victoria para asegurarse una plaza en el país azteca. El escenario: la cancha de Boca. Una multitud ilusionada acompañó al equipo dirigido por el racinguista Humberto Maschio.
Lo que parecía estar al alcance de la mano para nuestro seleccionado terminó en la peor pesadilla. Fue empate 2 a 2. La frustración fue devastadora para todo el pueblo argentino.
Por primera vez no alcanzábamos superar la etapa clasificatoria.
Aunque nunca pudimos superar el mal trago y el paso del tiempo no lograba cerrar las heridas, el Mundial, aunque sin nuestra presencia, existía. Era nada menos que el primero que sería transmitido en directo, obviamente en blanco y negro. Este acontecimiento concentraba una expectativa y una fascinación increíble en todo el planeta fútbol.
Ni la transmisión en directo de la llegada del hombre a la luna en 1969 era comparable para un futbolero que tener un Mundial en su casa.
El Mundial se puso en marcha y a medida que iban pasando los partidos llegó el enfrentamiento por cuartos de final entre dos equipos sudamericanos: Brasil y nuestro verdugo Perú. Fútbol total. Así se puede resumir el brillante partido que ganó el Brasil de Pelé por 4 a 2. Fue el mejor partido de fútbol que vi en mi vida entre dos equipos que no sabían defenderse y sólo miraban el arco de enfrente. Creo haber tenido la suerte de observar a los mejores seleccionados de la historia de ambos países. Un recuerdo imborrable.
Luego seguirían muchos mundiales más, pero la frustración dando luego paso a la fascinación que me generó el Mundial de México 70 son recuerdos marcados a fuego a pesar que ya pasaron varias décadas.