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De la mayoría automática a la concentración de poder

Irina Hauser presentó su libro “Los Supremos” donde analiza el desempeño de la Corte Suprema de Justicia desde 2004.

Una de las decisiones más trascendentales de la presidencia de Néstor Kirchner tuvo lugar en 2004, cuando el fallecido ex mandatario terminó con la mayoría automática de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que había sido muy favorable al ex mandatario Carlos Menem y a empresarios cercanos al gobierno del riojano. A partir de ese momento, el máximo tribunal, que supo ser un ejemplo a nivel internacional, fue experimentando cambios que la periodista de Página 12 Irina Hauser reflejó en su libro “Los Supremos”.

En diálogo con El Ciudadano, Hauser señaló que esa nueva Corte fue fundamental, no sólo mejorando la calidad democrática, sino también “ampliando derechos” y sacando fallos fundamentales en materia de Derechos Humanos, derechos de las mujeres y libertad de expresión, entre otros temas.

“Entre los fallos más emblemáticos está la invalidación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, lo que permitió reabrir los juicios de lesa humanidad cometidos durante la dictadura”, expresó la periodista especializada en temas judiciales.

Pese a que resaltó ese primer período “floreciente” del máximo tribunal de Justicia, en su libro, Hauser identifica el motivo por el cual la Corte Suprema comenzó a perder el prestigio que supo construir. “El poder se empezó a concentrar en las manos de (el presidente de la Corte) Ricardo Lorenzetti y comenzaron a confrontar con el Poder Ejecutivo”, señaló. Y marcó dos puntos de inflexión que se dieron durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner: “Todo comienza en 2008, durante el conflicto con el campo, y continuó con la discusión de la ley de Medios, la cual fue dilatada durante cuatro años por la Corte, dándole oxígeno al grupo Clarín antes de tomar una decisión de fondo”.

En tanto, recordó que el momento más áspero de la relación entre el gobierno kirchnerista y la Corte fue cuando Cristina impulsó la denominada democratización de la Justicia, un paquete de leyes votadas por el Congreso (entre otras cuestiones, proponían que los miembros del Consejo de la Magistratura sean elegidos mediante el voto popular), que luego fueron declaradas inconstitucionales por el máximo tribunal.

“Los fallos de la Corte, en los últimos años, se fueron aproximando cada vez más a los intereses de las corporaciones económicas”, consideró.

De Rafaela al poder

El rafaelino Ricardo Lorenzetti se transformó en ministro de la Corte Suprema el 12 de diciembre de 2004 y preside el máximo tribunal desde el 1º de enero de 2007. Según contó Hauser, cuando Lorenzetti llegó a la Corte, “en Buenos Aires no lo conocía nadie”. Sin embargo, “para sorpresa de todo el mundo, terminó siendo muy afín a las costumbres elitistas de la corporación judicial”.

Como destaca en “Los Supremos”, Hauser considera que fue la concentración de poder en manos de Lorenzetti lo que llevó a la Corte a cambiar su manera de trabajar, que había dado muy buenos frutos a la democracia argentina. Esa construcción de poder, la logró “a partir de llevarse bien con todos sus colegas”.

“El 90% de la política está judicializada, por eso Lorenzetti concentra un poder muy alto y tiene mucha capacidad de daño. Hasta se instaló la fantasía de que quiere ser presidente de la Nación”, analizó Hauser. Además, detalló los lazos que el rafaelino fue aceitando desde que lidera el máximo tribunal: “Lorenzetti generó una ascendencia enorme en sus colegas. Sobre todo, construyó una alianza muy fuerte con Juan Carlos Maqueda. Curiosamente, también hubo muchos votos coincidentes con Eugenio Zaffaroni y a Carlos Fayt lograba arrastrarlo en muchos temas, porque en los últimos años (el fallecido juez supremo) ya estaba con dificultades para tomar decisiones por sí mismo; lo envolvía fácilmente”.

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