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De la oscuridad hacia la luz

El Pelado Cordera, ex líder de la Bersuit, habla de la “desintoxicación” del éxito con la banda que lo hizo famoso, de su nueva etapa en la que se identifica con la cumbia y de su apego por las tribus musicales.

 

Por Daniela Barreiro. Fotos Marcelo Mannera.

“Por eso ahora vamos a bailar / Para cambiar esta suerte / Si sabemos gambetear / Para ahuyentar la muerte”. Sin duda la primera estrofa del reconocido tema de Bersuit Vergarabat “El baile de la gambeta” se resignifica. Tras la separación de la banda y su posterior apuesta solista, Gustavo Cordera afirmó haber superado a la muerte, y apostar a la luz de un nuevo comienzo con nuevos ritmos para reencontrarse consigo mismo y con la gente.   

Esta noche los rosarinos tendrán la posibilidad de ver lo que se dio a conocer como La Caravana Mágica (un colectivo de músicos que conforman una cooperativa); propuesta que a partir de las 23 se presentará en Willie Dixon (Suipacha y Güemes). Puesta en escena, luces, flamantes músicos y ritmos formarán parte del show que promete ser una experiencia con muchas sorpresas (ver aparte).

—Además de tu segundo disco solista, ¿qué es En la caravana mágica?

—En lo personal es un renacer: sentía que algún día el ciclo de Bersuit iba a cumplirse, pero había tenido la visión de que iba a poder seguir, de que hay vida después de la muerte. Esto es un sentir la vida después de la muerte, es un volver a nacer, no porque las personas que formamos parte de la Bersuit tengamos que haber muerto como artistas, todos tenemos posibilidades de trasmutación y trasformación, pero a veces las situaciones vinculares llegan a un lugar en el que la información es tan mecánica y es tan “siempre lo mismo” que cansa. La gente le teme al aburrimiento, a repetirse y eso es algo que sucede aun en los grupos humanos sumamente explosivos y creativos como fuimos nosotros. La Caravana Mágica me aporta posibilidad de sentir una vertiente de agua fresca sobre el río de mi vida y volví a hacer canciones, volví a conectarme con la música. Estoy viviendo una experiencia nueva en todo sentido, más ritual, más interior que antes que me fijaba en las miradas del otro. Eso, con el tiempo, me fue construyendo una careta y llega un momento en el que terminás comiéndote tu propio personaje y una vez que te desconocés no tenés más creatividad. Por más que hagas canciones hermosas y que el oficio de hacerlas lo sigas teniendo; no se trata de eso, se trata de que esa canción sea auténtica y salga del corazón. La música y el arte es una aventura y como toda aventura es un desafío, tenés que aceptar el dolor de encontrarte con cosas que no querés. Yo estaba muy cómodo, y esa comodidad que todos le llaman éxito es muy peligrosa.

—¿Sentiste miedo de volver a empezar?

—Pánico. Estuve seis meses con ataques de pánico. Desde que me fui de Bersuit he vivido una etapa de muchísima revolución, de muchas tristezas y mucha bronca. Pasé de enfrentar estadios repletos a tocar para 150 personas. Eso pasó porque mi alma no quería apoderarse de lo que habíamos creado todos, ni ir a la fuente de lo que habíamos construido. Por eso le dije a la gente que no me venga a ver, que los iba a traicionar. Fue muy doloroso decirle a la gente que querés y con la que compartiste muchas cosas que los vas a traicionar. Para mí fue un acto de amor enorme; aunque no se vio así, fue absolutamente necesario.

—Esa “desintoxicación”, ¿la hiciste con Suelto?

—Totalmente. Saqué un primer disco solista que no tenía nada que ver con la Bersuit y tuve que aceptar que la gente no venga a verme, aceptar que los productores, que antes se peleaban por contratarnos, ahora no me atiendan el teléfono. De todos modos lo viví con cierta alegría porque encontré gente nueva, muy pocas personas me quedaron de aquella época. Ahora el público que me sigue es nuevo y, si es gente que seguía a la Bersuit, son quienes se transformaron. Siempre supe que la oscuridad que vivimos durante mucho tiempo era un puente para algo mucho más lumínico; quedarnos en ese lugar y aceptar la prisión que te produce es no entender el propósito de la oscuridad. Yo amo la oscuridad y tengo los recuerdos más divertidos porque creo que es el camino hacia lugares más lumínicos pero no la acepto como prisión. Le he encontrado a la muerte un valor religioso de mutación, de celebración.  En la Caravana Mágica se habla mucho de la muerte pero de una manera festiva porque se concibe a la muerte como el final de un ciclo y la posibilidad de un nacimiento; entonces es una visión distinta de cómo se ve a la muerte en Occidente. Es por eso que la disolución de las bandas es algo tan doloroso, porque creemos que la muerte es algo horrendo, pero no lo es, es liberador. Ahora Caravana Mágica tuvo una aceptación enorme, es disco de oro, las convocatorias cambiaron y otra vez tengo la posibilidad de vivir una historia muy linda de conexión con la gente.

—Arrancaste una carrera solista y ahora decidiste formar esta “caravana”.

—Yo creo en las tribus y ahora soy el jefe de una nueva tribu. Necesito la tribu para ser. Formamos una cooperativa, somos 15 personas, una tribu de guerreros de luz, gente que trae mucho arte del oeste, de Uruguay; tenemos distintas edades, somos hombres y mujeres, es una tribu completa. Suelto respondía a mi faceta solitaria, más hermética; eso fue para mí una experiencia porque ser solista no es algo que me interese. La música no es para hacerla solo, la música es para compartirla.

—Entonces, ¿no hay una carrera solista? 

—Nunca fue mi intención dejar la Bersuit: estuve dos años en silencio curtiendo mi propio dolor; hay algo que la gente tiene que saber y es que yo no dejé la Bersuit, no fue esa mi intención. Acontecieron un montón de cosas en todo este tiempo que a todos nos pegó de distinta manera y decidimos tomar una distancia. En esa distancia yo vi que era necesaria una trasformación en el vínculo de todos nosotros y la propuse. No fue aceptado y decidí cambiar yo. No me fui, los chicos decidieron volver a tocar sin mí; yo no lo puedo impedir ni quise hacerlo: cedí mi parte, mis derechos, el nombre, las acciones que tenía en esa empresa para que ellos puedan salir a tocar. Yo cuando hago una canción la regalo y lo que se regala de corazón ya no te pertenece. Ellos sintieron que podían hacerlo sin mí y yo los respeto pero lo estoy viviendo con mucho dolor: mi necesidad de reconocimiento tiene un gran dolor; yo creí que era una persona importante para ellos y me di cuenta que no era así; lo vivo con mucho dolor pero los entiendo.

—¿Por qué decidiste incursionar en ritmos de cumbia?

—Hace muchos años que tengo la necesidad de indagar en la música afroindígena que es la música popular latinoamericana, me interesé mucho por la cumbia por el aspecto que tiene en el encuentro entre lo negro y lo indígena, lo nativo. La cumbia tiene la tierra y el swing de lo negro y la espiritualidad de lo indígena; me pareció que es tan abarcativa que cualquier género se puede hacer en cumbia y queda lindo. Todo lo bello de estas civilizaciones ha sido condenado por la civilización occidental y cristiana, los carnavales han sido prohibidos y el rock últimamente tuvo esa actitud condenatoria ante la cumbia, algo a lo que quiero pedir disculpas como rockero que soy, porque por mi espíritu rebelde y por mi deseo empecé a trabajar con la cumbia porque siento que merece buenas melodías, buenas letras, experimentación. De ahí surgen estas cuatro cumbias “La bomba loca”, “El asalto de cumbia”, “No es que sea viejo” y “Enviciadito”, que surgen de encuentros con distintos géneros. Una es cumbia electrónica, otra es cumbia con milonga, la otra es cumbia norteña y otro tiene algo de cumbia colombiana con cumbia villera que es el asalto de cumbia. Me parece muy interesante y voy a seguir experimentando con lo que podríamos denominar géneros precolombinos y cómo después eso se mixtura con la música de los esclavos.

—¿Estamos viviendo una época de agotamiento del rock nacional?

—Los productores está desesperados porque están cortando cada vez menos entradas. Es un movimiento que tiene posibilidades de trasformación y yo siento que estoy aportando algo para que el rock cambie. No es mi propósito que el rock cambie, pero sé que puede ser un aporte para el rock como también puede serlo Calle 13. Es tan maravilloso que hace ver que todo el resto es burdo, no porque sean mejores que nadie sino porque son más valientes; el rock después del éxito que tuvo se quedó en ese lugar y esa fue su trampa.

Una que compongamos todos…

“Vamos a presentar parte de Suelto y La Caravana Mágica, además de algunas canciones nuevas. Hay muchos ritos que vamos a estrenar con la gente. También vamos a hacer algunas canciones que hacíamos con Bersuit y que me identifican muchísimo, como “La soledad”, “Amores perros” y “El baile de la gambeta”, que son canciones que en ese momento las sentía como más íntimas”, adelantó el Pelado Cordera. Pero, entre temas nuevos y viejos, el recital tendrá un condimento nunca antes visto. El cantante y los músicos se unirán al público presente para componer un tema. Sí, de las ideas del público, la improvisación de los músicos y la inventiva de Cordera, que estará al frente de la experiencia, surgirá una nueva canción que podrá ser registrada por los presentes en la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic).

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