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De la resistencia al proyecto nacional y popular

Maximiliano Kosteki y Darío Santillán no están solos. Una década ha transcurrido desde esa mañana y si bien es poco tiempo para la historia de un país, en nuestro caso los cambios son notorios.

 

Por Juan Cruz Daffunchio (*)

Maximiliano Kosteki y Darío Santillán no están solos. Una década ha transcurrido desde aquella trágica mañana y si bien es poco tiempo para la historia de un país, en nuestro caso los cambios son notorios, el país de aquellos días es completamente diferente al de hoy. Esa fría mañana de junio un grupo de jóvenes al frente de una nutrida columna, llegábamos en tren a Avellaneda desde distintos barrios del conurbano bonaerense. Éramos parte de una sociedad angustiada y castigada por un modelo económico que fue impuesto por la última dictadura militar a sangre y fuego. Que continuo cuando recuperamos la democracia durante la década que Menem gobernó el país. El modelo neoliberal que destruyo la industria y la producción nacional, que nos endeudo y ato a las recetas del FMI. Que en los 90 privatizó recursos naturales y estratégicos como el petróleo y los fondos para los jubilados.

Los trabajadores que ya no tenían fábricas para parar salieron a cortar el tránsito de las mercancías. Así surgen los primeros piquetes en el sur del país y el Estado neoliberal reprimiendo al pueblo. Comenzamos a tener los primeros muertos por protesta social en democracia: Víctor Choque en Tierra del Fuego, Teresa Rodríguez en Cutral-Co y Aníbal Verón en Salta. El método de cortar rutas se propago rápidamente por todo el país. Era una herramienta eficaz para aquellos marginados que no tenían representación gremial ni política y estaban fuera del sistema. Así surgen en los grandes bolsones de pobreza, los movimientos sociales resistiendo al neoliberalismo. “El uno a uno” que todavía cuenta con adherentes nostálgicos de la cacerola, asfixió al pueblo y termino ahorcando la economía. En el año 2000 se decretó el corralito financiero y robaron el ahorro de los argentinos. Sectores sociales populares y medios el 19 y 20 de diciembre de 2001 estallaron para decir basta. Se decretó el default disfrazado de gesto antiimperialista y huye Rodríguez Saa.

Entra en escena un gobernador socio de Menem en los 90. Padrino de una Policía bonaerense impune y adicta al gatillo fácil: Duhalde. Este señor asume la presidencia sin que nadie lo vote. Diciéndole al pueblo que era “un patriota que venía a salvar al país de la anarquización”. Pero en realidad Duhalde tenía mandato del FMI y sectores monopólicos de la economía quienes querían salir de la convertibilidad con una fuerte devaluación la moneda. Destacamos al grupo Clarín que estaba endeudado en pesos a valor dólar y necesitaba una devaluación urgente. Duhalde también tenía mandato político de estos sectores: establecer leyes que garantizaran la impunidad de aquellos que cometieron delitos de lesa humanidad. En este contexto se produce “La masacre de Avellaneda”. Por un lado un gobierno empleado del FMI que exigía “mayor control social” a cambio de un nuevo endeudamiento. Medios de comunicación como Clarín yLa Nación, con extensas editoriales criminalizando a quienes reclamaban mejores condiciones de vida. Crearon un clima tenebroso y propicio para quela Policíaactuara con la brutalidad que lo hizo: disparando balas de plomo contra manifestantes desarmados dejando un saldo de mas de 33 heridos de bala y mas de un centenar de detenidos golpeados por las fuerzas de seguridad. La responsabilidad política del ex presidente Duhalde, que dio la orden de reprimir, es ineludible. Como también es ineludible la complicidad del diario Clarín que avalo las versiones del gobierno, tratando de justificar las muertes “producto de la crisis” y de la “actitud violenta de los manifestantes”.  Quienes fuimos protagonistas de aquellas jornadas vemos como fue cambiando el país en estos 10 años. De un país endeudado y quebrado con un pueblo castigado por la indigencia, la desocupación. Con jubilados que tenían un haber mínimo de $ 145 para los que estaban dentro del sistema y con más de 5 millones por fuera, producto de tantos años sin trabajar. Cuya única salida era arriesgarse a cortar rutas junto con familias enteras, para obtener un plan social de $ 150 y un bolsón de alimentos para palear el hambre. Quienes ese triste día reclamábamos trabajo digno, comida para los más necesitados, aumento y universalización de planes sociales y el fin de la represión a la protesta social. Hoy decimos que el ex presidente Néstor Kirchner nos fue sacando de la resistencia. Con Cristina nos incorporamos a la construcción de un proyecto de país. Hoy la política y nuestra soberanía nacional conducen a la economía. Hoy conduce la presidencia y no el ministerio de economía. Hoy la juventud se puede incorporar a la política para engrandecer nuestra Patria. Hoy tenemos un país en marcha que hay que seguir cuidando y construyendo. Hace 10 años cortaban rutas los marginados que no tenían nada. Hoy cortan rutas aquellos que tienen grandes ganancias y no quieren pagar impuestos. Antes había cacerolazos para que devuelvan los ahorros, hoy cacerolean los que quieren comprar dólares. A 10 años de la Masacre de Avellaneda Darío y Maxi no están solos. Están en nuestros corazones como eran ellos: jóvenes, solidarios y alegres. Están en todas las reivindicaciones sociales que recuperamos en estos años y en las que seguiremos recuperando.

 

(*) Concejal por el kirchnerismo

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