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De María Elena Walsh al presente de Canticuénticos: niños y niñas de orejas abiertas

Aun en tiempos donde pasaron a ser considerados parte de la cadena de consumo y por tanto cercados por productos y producciones de índole comercial, la continuidad y el sostenimiento del fenómeno mantuvo su paso consecuente y federal a lo largo de los años
Sergio Arboleya, Télam
Con María Elena Walsh y su fabuloso cancionero como estandarte, la música para las infancias que se hace en Argentina regala una escena diversa, profesional e inspirada que ha sido sostenida colectivamente a partir de 1997 por el Momusi, Movimiento de Música para Niños y Niñas, y que hoy tiene en la agrupación santafesina Canticuénticos a una referencia de alto vuelo.

Desde finales de la década del 50 y teniendo como marco el programa televisivo Buenos días Pinky y, luego, la idea de ofrecer un varieté para la platea menuda, María Elena Walsh empezó a desplegar, en principio junto a Leda Valladares, un repertorio que sacudió a un género considerado menor o prácticamente inexistente.

La inolvidable María Elena Walsh.

A partir de las primeras canciones como «La marcha del Rey Bombo» y «El gato Confite», rápidamente la lista se expandió sin perder impacto ni novedad con «La vaca estudiosa», «Canción del pescador», «El Reino del Revés» y «Canción de Titina», entre otras de esa primera etapa creativa de Walsh.

Con puestas de teatro musical dándole contexto, tal el caso del suceso de Canciones para mirar, la artista expandió brillantemente esa nómina con «La familia Polillal», «Milonga del hornero», «La pájara Pinta», «Canción del estornudo», «La mona Jacinta», «Canción del jardinero», «Canción de la vacuna», «Canción para vestirse», «El Brujito de Gulubú», «Canción para bañar la Luna», «Canción de tomar el té», «La Reina Batata», «Manuelita La Tortuga», «El show del perro salchicha», «Chacarera de los gatos» y «Baguala de Juan Poquito», entre más.

«María Elena cambió la manera de hablarle a los chicos y también qué contarle. Ella tenía risa, tenía valor intelectual y tenía altura», la definió Mariana Cincunegui en diálogo con la agencia de noticias  Télam en enero de 2011, cuando la artista murió a los 80 años.

Y fue justamente Cincunegui, con propuestas muchas veces más cercanas al rock como con el grupo Los Pandiya y actualmente con Canciones botánicas, parte de la huella que integró a docentes en busca de combinar impronta artística y experiencia didáctica, tal el caso de María Teresa Corral, una de las fundadoras e impulsoras del Momusi junto a Los Musiqueros, Daniel Viola, Caracachumba y Sonsonando.

Pero además, esa corriente se nutrió de espectáculos y allí asomó otro referente como Hugo Midón con su músico de cabecera, Carlos Gianni, para entre ambos crear canciones que estructuraron puestas entre las que destacan La vuelta manzana, Vivitos y coleando, Locos re-cuerdos, Stan y Oliver, Derechos torcidos, Objetos maravillosos, Huesito Caracú y El Salpicón, por citar apenas algunas.

En su andar sonoro, el cordobés Carlos Gianni también confluyó con su coterránea Silvina Reinaudi para aportar más repertorio en el contexto de puestas teatrales y televisivas como Sietevidas, la gatópera, Los Chikuchis y Huevito ida y vuelta.

Otros nombres relevantes de ese trayecto son los de Luis Pescetti (entre México y Argentina), Mariana Baggio, Magdalena Fleitas y la dupla cubana Xóchitl Galán-Fito Hernández radicada en el país bajo el nombre de Dúo Karma, que en su elegante trabajo acercó el legado de otra maestra del género: Rita del Prado.

Aun en tiempos donde niñas y niños pasaron a ser considerados parte de la cadena de consumo y por tanto cercados por productos y producciones de índole comercial, la continuidad y el sostenimiento del fenómeno mantuvo su paso consecuente y federal.

Y desde 2009, con la irrupción de Canticuénticos desde la ciudad de Santa Fe de la mano de un repertorio propio capaz de afirmarse en músicas de raíz, está ratificando una rica herencia y un luminoso presente.

La valiosa propuesta santafesina de Canticuénticos.

«Desde los comienzos tuvimos algunas certezas: una fue hacer un aporte al cancionero para las infancias con una impronta regional, rescatando del semi silencio a nuestros ritmos folclóricos. Y también nos pareció importante considerar que el público merecía que pusiéramos todo nuestro esfuerzo para ofrecerle calidad», sostuvo Ruth Hillar, una de las Canticuénticos, en diálogo con Télam.

Con cinco discos editados y una permanente presencia en escenarios del país (solamente en el porteño ND Teatro agotó 20 funciones en las últimas vacaciones de invierno), el grupo ofrecerá un recital gratuito (también lo hizo en Rosario recientemente) este domingo, a las 14.30, en el Teatro Argentino de La Plata, en el marco de las celebraciones por el Día de las Infancias.

Gonzalo Carmelé, bajista de la banda, dijo a Télam Radio que quieren «despertar interrogantes y no estereotipar»: «No se pueden encasillar a personitas en colores o juegos, lo vemos, así como padres y madres que somos».

La larga y rica historia de la actividad en el país fue reconocida en 2017 cuando el Movimiento de la Canción Infantil Latinoamericana y Caribeña eligió a trece sedes argentinas para desplegar el 13° Encuentro de la Canción Infantil Latinoamericana y del Caribe.

«El hecho de que despleguemos el Encuentro por tantas sedes simultáneas es una propuesta nuestra que es absolutamente novedosa y que obedece a que somos el país que tiene mayor y mejor organización en la música para chicos», destacó entonces Julio Calvo, integrante de Los Musiqueros y parte del Momusi.

Al respecto, la música y docente cordobesa Susana Coqui Dutto apuntó: «No tenemos nada que ver con la lógica del mercado y somos artistas independientes. Aunque el niño esté puesto en un lugar de posible consumidor, para nosotros es el destinatario de nuestro arte porque la música es tan importante como lo que se come, la salud o el acceso a la educación. Y apostamos a demostrar que se puede tener una propuesta masiva sin claudicar en los ideales».

En esa senda, hoy se cuentan otras valiosas experiencias estéticas como las de Mariana Baggio, Pim Pau, Vuelta Canela, Los Raviolis, La Banda de las Corbatas, Al Tun Tun, Valor Vereda, Bigolates de Chocote, Panceta y Los Papafritas, Anda Calabaza y Rayos y Centellas, dando cuenta de solamente un puñado de ellas.

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