Desde Pappo, Los Abuelos de la Nada, Nito Mestre o Vox Dei hasta Frank Sinatra, Los Rolling Stones, B. B. King, Rod Stewart o The Police, entre decenas de figuras locales e internacionales, han contado en algún momento de sus carreras con los servicios de Peter Deantoni, histórico mánager pero fundamentalmente un auténtico «todoterreno» en el mundillo musical, quien ha decidido volcar apenas una pequeña dosis del anecdotario acumulado en más de 50 años en la ruta del rock en su flamante libro De la A a la Z.
A partir de su primera aparición como un «opinólogo» más entre el público en la película Rock hasta que se ponga el sol, el documental del Festival B.A. Rock de 1972, y su labor como mánager de Color Humano, Vox Dei y Nito Mestre, Deantoni fue sumando nombres fuertes de la escena local a su nómina de representados, entre los que fueron apareciendo años más tarde Los Abuelos de la Nada y, en particular, Pappo Napolitano con quien terminó siendo de manera recíproca «el hermano varón que ninguno de los dos había tenido», según su propia definición en diálogo con la agencia de noticias Télam.
Pero con sus amplios conocimientos de la industria local y su perfecto manejo del inglés, comenzó a ser buscado para trabajar con las todavía pocas figuras internacionales que llegaban al país a finales de los 70 y principios de los 80, como el caso de Joe Cocker, Billy Preston, B. B. King, The Police y, especialmente, Frank Sinatra. También acompañó a Rod Stewart durante su estadía como espectador del Mundial de Fútbol Argentina 78, lo que le dejó como saldo una fuerte amistad entre ambos.
Su desempeño para cumplir con todos los requerimientos en escena de La Voz le valió un regalo singular de la leyenda internacional: una visa sin restricciones a Estados Unidos que le permitió iniciar una tarea como road manager en ese país, tender el primer puente para que Los Rolling Stones visiten por primera vez Argentina y organizar la presencia estelar de Pappo como invitado de B. B. King en el mítico Madison Square Garden de Nueva York.
«Si te tengo que decir tres cosas que me marcaron fueron: Frank Sinatra, la negociación con los Rolling Stones y la ida con Pappo al Madison a tocar con B. B. King», enumeró precisamente Deantoni consultado por los hitos en una trayectoria plagada de grandes nombres.
Gran parte de ellos aparecen en este azaroso anecdotario presentado en De la A a la Z, que no se limita sólo al rock, pues allí también se cuelan luminarias como Mercedes Sosa, Yaco Monti y Atahualpa Yupanqui, en un caleidoscopio que también termina siendo una elocuente pintura sobre una cultura rockera que pareciera estar en vías de extinción.
Deantoni ya había publicado en 2016 Pappo made in USA. En la ruta del delirio, libro en el que narraba los pormenores del show de la estrella del blues local junto a B. B. King en el Madison neoyorquino y los intentos por instalarlo en el circuito musical estadounidense. El enorme éxito al agotar dos ediciones y los reclamos de fans rockeros que le pedían más historias ligadas al ambiente lo impulsaron a poner en marcha este proyecto, para el cual se unió a Agustín Soria.
«A mí me vino bárbaro trabajar con Agustín porque es investigador periodístico y yo soy muy malo para las fechas, entonces yo le hablaba por ejemplo de algún show de Virus y él me decía: «Ese show fue tal día, tal año, en tal lugar y la entrada salía tanto». ¡Un enfermo!», señaló.
Así fue tomando forma De la A a la Z que, a modo de juego, narra historias vividas por Deantoni con diversos artistas, quienes van apareciendo, como su título lo indica, por orden alfabético. El libro fue lanzado de modo independiente y será presentado este miércoles 27 de diciembre a las 20.30 en Casa Colombo, en la zona porteña del Abasto, en una velada que contará con la actuación Macadam, «la mejor banda tributo a Riff», según palabras del propio autor.
Respecto de cómo surgió la idea de proponer este recorrido de manera alfabética, Deantoni contó: «Mi terapeuta Aldana Sota Latino me mostró un libro de Cortázar que se llama De la A a la Z, que compila cuentos y poemas. Me gustó la idea y le dije que me la iba a robar para mi próximo libro. Y fue lo que hice».
Y sumó: «La única letra que no aparece y me lo hizo notar un colega tuyo fue la X. Me dijo que me había olvidado de los X-Winos (la banda que acompaña a Keith Richards) y es verdad, porque yo tuve todo que ver con la venida de Richards a la Argentina. También hay letras en donde aparece un sólo artista y podría agregar muchos más, así que voy a sacar una segunda versión corregida y aumentada. Voy a sumar historias con Ozzy Osbourne, El Tri, Federico Moura, entre otros. A medida que voy escuchando música o mirando recuerdos me voy acordando de cosas y me las anoto para no olvidarme».
En el libro no faltan historias relacionadas con las drogas o el sexo. Respecto de si recibió reproches de algún involucrado, detalló: «No, nunca tuve problemas con nadie. El único que me amenazó con hacerme juicio y con cagarme a trompadas por mi libro anterior fue Luciano, el hijo de Norberto (Pappo), que está preso porque bajo los efectos del alcohol encerró a su mujer a punta de pistola. Es alguien que tiene problemas en muchos sentidos».
Tampoco abundan en el libro las historias en torno a Charly García a pesar de que los une relación amistosa. «Es cierto que no trabajé mucho con él, sólo hice una producción para un noticiero de Estados Unidos en Plaza de Mayo y la grabación de Adiós Sui Generis. Me pidió muchas veces que trabaje con él pero yo estaba con otras bandas y no me parecía ético dejarlas para irme con él», destacó.
Y con relación a si había eludido esa posibilidad para preservar la amistad por tratarse de una personalidad difícil, profundizó: «No. Si trabajé con Pappo y con Miguel Abuelo, tengo el cielo ganado. Con Miguel hasta llegué a agarrarme a piñas, pero no fui el único del entorno de Los Abuelos de la Nada; Cachorro (López) una vez casi lo mata. Miguel no medía las consecuencias, era gallo en el horóscopo chino y, como gallo, era peleador por naturaleza. Con Pappo, todo el mundo ha tenido problemas pero yo nunca los tuve, aunque reconozco que no era una persona fácil».
Y acerca de si era difícil adaptar el medio argentino a los requerimientos de las figuras internacionales cuando comenzó a ser convocado en los años 70 y principios de los 80, analizó: «En las producciones que trabajé, me ocupé de que sean lo más parecido a lo que pedían por rider técnico. Por ejemplo: cuando vino Sinatra, junté dos empresas de iluminación para poder cumplir, busqué la mejor empresa de sonido, hicimos todo el montaje para que el escenario esté en el centro del Luna Park, que era lo que pedían, y hasta entonces nunca se había hecho. Yo tuve que ver con todo eso. Siempre traté de complacer a los artistas para que puedan hacer bien su trabajo. Acá se podían hacer bien las cosas pero nadie quería pagarlo».
Deantoni también habló de las diferencias entre la idiosincrasia del artista argentino y del extranjero cuando fue a trabajar a Estados Unidos: «En Estados Unidos no existe el prejuicio que hay acá para mezclarse con artistas de otros estilos. Sin temor a equivocarme, podría decir que Daniel Ripoll, desde la revista Pelo, creó la primera grieta entre complacientes y rockeros. ¡Esta es una profesión que une! ¡No tiene que separar! En Estados Unidos, el artista pop se junta sin problemas con el rockero acérrimo. Acá esa grieta recién la saltó Pappo cuando tocó con Sandro, pero no era algo común».
Claramente, han cambiado mucho los tiempos, y en ese sentido, Deantoni dio su parecer acerca de si hoy en día, tras bambalinas, siguen sucediendo historias como las que cuenta en el libro. «En este momento no estoy trabajando con ninguna banda, entonces no puedo palmar bien cómo son las cosas ahora. Digamos que no vibro esa escena», planteó. Y cerró: «Hay unos chicos de una banda llamada Calavera no Chilla que me volaron la peluca, con los cuales seguramente me sentaré a armar algo. La ruta es una droga que no se puede abandonar. La chispa nunca se acaba».