Muchos quieren cambiar la ciudad, El movimiento creador del Frente Evangélico Cristiano, fundado y dirigido por el pastor evangélico Víctor Viberti tiene como objetivo cambiar la ciudad. En diálogo con este medio Viberti adelantó que habrá un congreso entre el 28 y 30 del mes próximo para establecer pautas para este cambio, “tan necesario en una ciudad tan hermosa y conocida como es Rosario”. Del mismo también participarán integrantes de iglesias evangélicas y centros comunitarios de la ciudad. “Este Frente Evangélico nació, por sobre todas las cosas, para poder llegar al prójimo, para ayudarlo, porque vemos que los responsables de su bienestar no están cumpliendo con su compromiso con la sociedad”, enfatizó y agregó: “Queremos sumar adeptos, cerca de 6 mil firmas para presentar a la junta electoral y así conformar el partido político que salve la ciudad”.
“Queremos presentarnos como representantes del pueblo evangélico y de los que no lo son. Estaremos con la clase obrera, y con los marginados de esta sociedad, por eso proponemos reabrir fábricas contribuir a obras en beneficio de la ciudad, dar oportunidad a los jóvenes para que tengan acceso al estudio y que puedan también desarrollar lo aprendido. Es necesario en un plan de gobierno que las vecinales se ocupen de la necesidad de cada barrio, y no se acuerden sólo cerca de las elecciones. Es necesario trabajar codo a codo con la Intendencia, construir hospitales, escuelas, centros habitacionales”, sostuvo Víctor Viberti, creador de este emprendimiento político y social de la ciudad. Asimismo, Viberti asegura tener un plan para gobernar Rosario. “Con una intendencia cristiana se podría evangelizar con más facilidad y ayudar a las perdonas necesitadas”, dijo poco antes de manifestar que no sólo tiene candidatos para la Intendencia de la ciudad, sino también para ocupar los puestos de concejales en las próximas elecciones. Para ello busca adherentes al partido.
En cuanto al trabajo realizado dentro del movimiento El Arca, Viberti señaló que se está trabajando en una panificación que reúne a 15 trabajadores en el barrio Santa Lucía, desde 2001. “Si ganamos un peso, lo repartimos entre todos”, mencionó. Esta producción se vende en kioscos y granjas de la ciudad y espera ampliarse en breve en cuanto a la producción en sí, y para ello necesitarán más trabajadores.
El comienzo del cambio esperado
La cooperativa El Arca del barrio toba de Rouillón al 4400 obtuvo su personería jurídica en 2002, cuando el régimen político y económico de exclusión social que se aplicó en la Argentina dejaba muy pocos espacios firmes para los que apostaban a salir de la pobreza a partir del esfuerzo compartido, de la construcción colectiva y honesta. No es que las cosas hayan mejorado mucho por estos días, pero los que se subieron a El Arca en medio de la gran tormenta, sin nada de nada, hoy son beneficiarias y beneficiarios del Plan Jefas y Jefes de Hogar y pueden sostener sus talleres de costura y artesanías aborígenes, que les permiten, incluso, juntar algo de dinero que se sume a los 150 pesos iniciales del subsidio. “Cuando empezamos no teníamos ningún plan y ni un peso”, marcó Víctor Viberti, presidente de la cooperativa que también agrupa a mocovíes.
Se supo que el de Víctor ha sido uno más de los casos en los que una persona es más conocida por su apodo que por su nombre. Le dicen Libro, o Librito, porque allá por la década del 70, cuando militaba en la Juventud Peronista y en Montoneros, tenía el pelo largo hasta los hombros y peinado con una marcada raya al medio. Una melena con dos páginas.
Librito cuenta que se crió en la villa de La Cerámica y militó en la unidad básica Fernando Abal Medina del barrio La Florida. Después llegó la dictadura y su pertenencia a la JP le costó la cárcel. Y cuando salió, se hizo evangelista. Viberti ya no usa el pelo largo, no ve contradicción entre su religiosidad y su pertenencia al peronismo más combativo. “Yo levanto las banderas del padre (Carlos) Mujica”, dijo y expresó su agradecimiento y su simpatía para con el kirchnerista Frente de Agrupaciones para la Victoria y “los compañeros de la CTA”.
El Arca, de a poco, fue sumando vecinos y hoy se espera reunir 6 mil adeptos para el partido político que espera cambiar la ciudad.
Los talleres de costura y artesanía funcionan en el garage de una casa del barrio, y el objetivo más inmediato es incorporar clases a cargo de un maestro toba para preservar, sobre todo entre los más jóvenes, el idioma y la cultura aborigen. Para las clases, la cooperativa acepta donaciones de útiles, un pizarrón y tizas. Y para el taller de costura (que a principios de este año produjo y distribuyó en el barrio casi doscientos guardapolvos) les vendrían bien un par de máquinas más.
Viberti y sus compañeros tienen otro anhelo: tener en el barrio una sede para la cooperativa, un espacio para un mercado, una escuela, un centro de salud y una iglesia. Saben que es difícil, pero no se olvidan que cuando empezaron parecía imposible tener lo poco que tienen ahora.
Librito explica que la meta del trabajo comunitario es que “la gente deje de cirujear” y –aclarando que no incluye a la actual presidenta, en quien deposita la esperanza de “que esto cambie”– despotrica contra “los políticos que vienen al barrio cuando buscan votos y después desaparecen, y cuando los vas a buscar no te pueden atender”. Por eso, en El Arca también quieren que “la gente pueda salir de su inferioridad, en el sentido de que aprendan para que no los jodan más”.
El pastor evangélico Víctor Viberti resumió: “Que los humildes de Evita puedan levantar la bandera de la victoria para mi país y que nunca más pasemos lo que pasamos desde los años 70”.