Delfina Torres Cabreros/elDiarioAr
Este martes por la tarde el Ministro de Trabajo, Claudio Moroni, se reunirá con los referentes de las principales cámaras sindicales y patronales para debatir el aumento del Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM), actualmente ubicado en $21.600. Si bien todavía están en proceso de ultimar su propuesta formal, se anticipa que los líderes sindicales pedirán un ajuste por encima del promedio de las paritarias cerradas hasta el momento, dado que solo para recuperar el poder adquisitivo del salario mínimo perdido en los últimos cinco años se necesitaría un aumento cercano a 70%.
Si bien no rige para ninguna actividad en particular, el salario mínimo funciona como una referencia para el sector informal y hubo momentos en que también sirvió también como piso de negociación para los privados registrados. Esto último ya no corre más: todas las actividades tienen un salario inicial que lo supera.
El SMVM tuvo su último ajuste en marzo, tal como fue acordado en la actualización de 28% de octubre pasado, y llegó a los $21.600, monto que representa apenas el 27% del promedio salarial privado registrado ($78.789 en enero, último dato oficial disponible). El recorte que sufrió en los últimos años generaría que un aumento en línea con la pauta inflacionaria del gobierno, del 30%, lo ubique en $28.080, un valor alejado no solo de los objetivos que se le asignan en la Constitución, sino muy lejos de la canasta que traza el límite de la pobreza de $60.874 para una familia tipo.
“Aun con una sorpresa positiva por el lado de la inflación, un 30% de aumento queda muy lejos de las necesidades del salario mínimo. Todavía más si tenemos en cuenta que la población de los deciles más bajos tiene un consumo mayor de alimentos, que es uno de los componentes que más aumentaron”, opinó Nicolás Segal, economista del Instituto de Trabajo y Economía (ITE). “Más que alinearse a esa pauta oficial uno esperaría una señal más fuerte en el salario mínimo, donde haya una recomposición para los sectores más postergados”, añadió.
Según explicó Luis Campos, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, en la salida de la crisis del 2001 el Salario Mínimo Vital y Móvil se utilizó como una herramienta para empujar los ingresos al alza, elevando los pisos de discusión. Entre 2005 y 2006 el salario mínimo llegó a representar el 70% del promedio salarial, muy cerca del mínimo de convenio, y luego comenzó a desinflarse hasta ubicarse en el nivel actual. “Hoy funciona como un ancla salarial. Aun si se aumentara 50%, que sería muchísimo en términos porcentuales, quedaría por debajo del mínimo de casi todas las actividades”, apuntó.
En el mismo sentido, según un informe que preparó el Centro de Información e Investigación de la CTA de los Trabajadores (Cifra) como insumo para la negociación y todavía no fue publicado, en 2011 (año en que el poder adquisitivo del SMVM representaba más del doble del de 2001) comenzó un deterioro que se profundizó en los cuatro años de gobierno de Cambiemos. Al final del mandato de Mauricio Macri había perdido un cuarto de su capacidad adquisitiva. Así, el salario mínimo acumula cinco años consecutivos de caída real, dado que en 2020 la recomposición alcanzó sólo para recortar la caída. «Para volver al nivel de fines del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner el salario mínimo tendría que saltar a $35.000 aproximadamente, lo que representaría casi 70% de aumento», señala el documento.
Del plenario convocado por el Ministerio de Trabajo participarán las principales centrales gremiales: la CGT, la CTA de los Trabajadores, que conduce Hugo Yasky, y la CTA Autónoma, encabezada por Ricardo Peidró, Hugo “Cachorro” Godoy y Claudia Baigorria. Mientras que la CGT anticipó que reclamará este martes un aumento del salario mínimo de entre el 35% y 40%, Yasky dijo a elDiarioAr que la CTA se reunirá este mismo lunes para resolver el pedido de recomposición que llevarán a la mesa y que se basarán en el documento de CIFRA.
En tanto, Claudia Baigorria, secretaria general adjunta de la CTA Autónoma, recordó que el salario mínimo “establece un piso salarial y tiene un impacto muy grande sobre todas las negociaciones salariales posteriores”, por lo que debería hacerse un esfuerzo devolverle el carácter que se le asigna en la Constitución Nacional: la menor remuneración que debe recibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia en la jornada legal de trabajo, de modo que le asegure una alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión. Un postulado imposible de cumplir con los $21.600 actuales.
Según los últimos datos del Indec, en marzo una familia debió reunir $60.874 para alcanzar los bienes y servicios que conforman la canasta básica total, que traza la línea de la pobreza. “Con esta referencia, creemos que un salario mínimo, vital y móvil no debería ser inferior a los $60.000. Sin embargo, el número de recomposición que efectivamente pediremos lo estamos terminando de ajustar por estas horas”, comentó Baigorria.