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De Rosario a Dinamarca, una charla para saber cómo es una “cuarentena administrada”

Ulrik Ortmann conoció la ciudad, eligió volverse hincha de Central y hoy cuenta cómo hizo el Estado europeo para lograr lo que muchas personas evalúan para lo que viene en Argentina durante la pandemia

Especial para El Ciudadano

Aarhus es una bella ciudad de Dinamarca, a 12 mil kilómetros de Rosario. Sus orígenes se remontan al año 700 y entre los paseos recomendables hay un museo vikingo. Aunque casi sin conexiones culturales con nuestra región, tiene la particularidad de que uno de sus vecinos es el profesor Ulrik Ortmann, futbolero y fanático de Central desde hace treinta años. “En el año ‘91, yo había ido a vivir a Rosario para perfeccionar estudios en Lengua Española. Me inscribí en la Facultad de Humanidades y un compañero me invitó a la cancha. Fuimos al Gigante y me enamoré del canalla para siempre”, revela Ulle, que desde entonces regresó algunas veces al país y mantiene permanente contacto con la Argentina. En diálogo con El Ciudadano, brindó un panorama sobre cómo se enfrentó al coronavirus en aquel país nórdico y contó detalles de la “cuarentena administrada”, que Dinamarca atraviesa desde el lunes de la semana pasada y tiene características similares a la que podría probarse aquí, luego del próximo domingo 26.

“Si en Dinamarca pudimos controlar el coronavirus, fue por la pronta reacción de las autoridades y la disciplina de la población. La mayoría de los casos se dieron en Copenhage, con más posibilidades por haber ahí más espacios con concentración de gente. Pero la política aplicada fue a nivel país, que desde un principio se cerró”, relata Ulle desde el WhatsApp. Las fronteras danesas cerraron totalmente el 13 de marzo, antes que el resto de los países europeos, teniendo inclusive muchos menos infectados. A la fecha, el país escandinavo tiene 7.384 contagiado y 355 víctimas fatales, sobre 5,8 millones de habitantes.

“Se ha hablado mucho de las curvas de contagio. En Italia, España o Francia, se dio una curva roja. Y aquí tuvimos una curva más aplanada. Por eso, cuando se vio que por ahora estaba bajo control, el gobierno decidió abrir algunas cosas, como los kindergarten y la educación primaria de niños hasta los 11 años. En el caso de las secundarias, se darán exámenes, dos días por semana para que de algún modo vayan retomando ritmo escolar. Lo de los jardines y los primeros grados, se hizo porque de otro modo no habrá quien cuide a los niños cuando sus padres volvían a trabajar. También abrieron esta semana ciertos comercios, como peluquerías y otros que son de contacto de una sola persona con otra, donde no hay grandes aglomeraciones. En general, son pequeños también en facturación, por lo que podían quebrar si continuaban sin actividad. Otra cosa que se están reabriendo son las operaciones quirúrgicas no urgentes y otras intervenciones de salud, que habían sido todas postergadas para dar prioridad a quien eventualmente se contagiara de coronavirus”, explica Ulle.

Hasta el 10 de mayo, continuarán en Dinamarca cerrados los restaurantes y bares, también las escuelas secundarias y universidades. Y siguen prohibidas las grandes aglomeraciones, los eventos deportivos y culturales, que no volverían en la segunda mitad del año, no antes. Se le llama una “cuarentena administrada”.

Ulrik actualmente es profesor de inglés y castellano en el “Gymnasium”, que es como se llama en Dinamarca al nivel pre universitario. En la charla cuenta que la primera ministra danesa, Mette Frederiksen comunicó desde el comienzo que no se podrían juntar más de mil personas en ningún lado. “Enseguida se cerraron teatros, deportes y ese tipo de cosas, cuando en el resto de Europa no había medidas así. Y muy rápidamente, para controlar todavía más los contagios, se bajó el número a cien y después a diez personas como máximo para juntarse. Lo primero que se hizo además fue cerrar las escuelas y todo tipo de instituciones de enseñanza. También se frenó la apertura de shopings, bares y restaurantes. Se pudo actuar a tiempo. Y por lo que me cuentan desde Argentina, hubo diferencias con la cuarentena aplicada allá, porque podemos ir a dar un paseo, manteniendo distancia. El pueblo resultó muy cumplidor y le hemos hecho caso a las autoridades. Al principio, los jóvenes no respetaban tanto, entonces salió la Reina de Dinamarca a dar un discurso por televisión y los retó. Acá cuando la Reina hace una cosa así, se ve que la gente escucha. Tiene un efecto muy unificador”.

La convicción con que los daneses respetaron la política de distanciamiento e higiene, fue clave. “Se implementó como un mantra, repetido por autoridades y con campañas, la consigna de que nos levantamos ‘juntos, pero manteniendo la distancia social’ y la gente ha cumplido con eso. Nadie se acerca mucho a otra persona. En los supermercados hay alcohol en gel en todos lados, hay guantes de plástico, se han enfocado muchas acciones en el lavado de manos”, finaliza Ulrik.

Despejadas las dudas sobre el coronavirus, Ulle manda algunos audios más, para contar que en su casa tiene un museo de Central, con varias camisetas y una reproducción del estadio en miniatura. Es integrante de la famosa Organización Canalla para América Latina, junto a un noruego con el que hicieron una tesis sobre el fútbol argentino y hasta participó en uno de sus viajes a la Argentina del cumpleaños de 50 de Aldo Pedro Poy, de quien se hizo amigo. En la actualidad, Ulrik integra también un foro secreto con otros hinchas del cuadro de Arroyito diseminados por el mundo. “Intercambiamos opiniones sobre el juego del equipo. Y cuando lo permiten los horarios, sigo los partidos en directo por el celular”, revela. El grupo, con nombre en danés, se denomina “Det Sidste Muh”. Y para el final, deja la anécdota más picante: “Cuando recién había llegado a Rosario, un tipo que conocí me invitó a ver un Niuls-Racing, un cero a cero. Poco después en la facultad, cuando cuento que el plan me había aburrido, un compañero y otro amigo suyo, me dicen que el problema era que me habían llevado a la cancha equivocada y me invitaron al Gigante. Tenían razón”.

Cuidándose por el coronavirus, Ulle volverá esta semana a dar sus clases en Aarhus. A veces suele llevar a la escuela su chomba azul con escudo canalla. Aunque la seriedad hoy frente al aula lo disimule, se trata del mismo tipo que la noche anterior al partido de vuelta de la final por la Conmebol, en diciembre del 95, fue a celebrar el aniversario de la “palomita de Poy” al predio de la Rural y después hasta la sede del Hotel Riviera, a tirar petardos para despertar a los jugadores del Mineiro. Unos años antes, en un clásico de visitantes en el Parque, ante de entrar a la cancha la policía le había disparado balas de goma junto al resto de la hinchada. Cuenta la leyenda que ahí fue donde juró amor eterno a Central, algo que cumplió con creces. De aquellos dos amigos que lo iniciaron en el ritual, cuenta que todavía hoy se contactan con él, con el fanatismo de siempre. Y que suelen decirle que más que vikingo, él es un verdadero guerrero en tierras danesas.

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