Mario César Fendrich, un hombre que pasó de ser un del Banco Nación de Santa Fe a convertirse en uno de los criminales más notorios de Argentina, protagonizó uno de los robos más impactantes de la historia del país. En septiembre de 1994, Fendrich se fugó con más de tres millones de pesos y 187,000 dólares del banco donde trabajaba, dejando detrás de él una serie de especulaciones sobre su paradero. Se pensó que había escapado a Europa, que se encontraba en Paraguay o Brasil, e incluso que había recurrido a una cirugía plástica para no ser reconocido.
Después de 109 días prófugo, el 9 de enero de 1995, Fendrich se entregó a la Justicia, presentándose de manera discreta en su provincia, Santa Fe. Durante su tiempo en fuga, se mantenía un misterio sobre lo que había hecho con el dinero robado. A pesar de las especulaciones, nunca reveló su paradero ni los detalles del robo.
Fendrich había dejado una nota en el banco indicando el monto robado, y las investigaciones revelaron que desconectó las alarmas y programó el reloj trigonométrico de la bóveda para que se abriera días después. El dinero robado era una suma impresionante que, con su sueldo de 1.200 pesos mensuales, habría requerido 222 años de trabajo para obtener.
El robo generó una opinión dividida en la sociedad, donde algunos lo veían como un «héroe popular» debido a la astucia del robo, mientras que otros lo consideraban un ladrón. Tras su arresto, Fendrich intentó dar varias versiones sobre el robo, pero nunca logró convencer a la justicia ni a la opinión pública.
En 1996, fue condenado a ocho años de prisión por peculado y quedó inhabilitado de por vida para ejercer cargos públicos. Cumplió casi cinco años de cárcel y, tras ser liberado bajo libertad condicional, llevó una vida discreta, realizando diversos trabajos, incluido el manejo de una casa de loterías. Años después, Fendrich ofreció nuevas versiones sobre el robo, asegurando que lo había planeado con amigos y que luego había sido estafado.
Fendrich murió en 2018 a los 77 años en Cuba, y fue incluido en el Libro Guinness de los Récords por ser el autor del mayor robo individual e incruento de la historia de Argentina. Su caso sigue siendo uno de los más emblemáticos de la historia criminal del país.