Pablo Jesús M. escuchó el ladrido de los perros, el estruendo de la puerta y el grito de “¡Policía!” y no lo pensó dos veces. Estaba seguro de que un grupo narco irrumpía en su casa con intenciones de robar. Desenfundó una pistola Beretta calibre 40 y abrió fuego. Del otro lado, dos efectivos del pelotón de federales encapuchados eran heridos en manos y piernas. Cuando el joven se dio cuenta, segundos después, de que el asalto a su vivienda era un allanamiento y no una mejicaneada, decidió entregarse. Lo mismo hizo su novia, Magalí Elisabeth Z.
El muchacho y la chica tienen 22 años y son parte de los 34 detenidos en una investigación que, el lunes pasado, desbarató una red dedicada al narcomenudeo con ramificaciones en Rosario, Alvear, Villa Gobernador Gálvez, Villa Mugueta, Pueblo Esther y Chabás.
Pablo Jesús y Magalí viven en un coqueto chalé de la localidad de Alvear, en Belgrano al 2400, parte de los 39 domicilios en los que fuerzas provinciales y federales se incautaron de drogas y armas. Mientras aguarda la indagatoria en la Justicia federal por la causa por tráfico de estupefacientes (en el chalé los efectivos incautaron un kilo de marihuana), la pareja afronta una causa en la Justicia provincial por las heridas que les causó a los policías.
El joven y la muchacha fueron acusados este jueves por el fiscal Matías Edery de tentativa de homicidio, lesiones, resistencia a la autoridad y portación y tenencia ilegal de arma de fuego. Delitos consumados contra los efectivos Martín G. y Juan F. En el allanamiento, además, se les secuestró una arma calibre 22. Como medida cautelar para Pablo Jesús, el juez José Luis Suarez dictó la prisión efectiva por el plazo de ley, es decir 90 días; para Magalí, la firma semanal, por el plazo de 30 días, en la Oficina de Gestión Judicial (OGJ).
En el banquillo de los imputados en el Centro de Justicia Penal estuvieron cinco personas más, a las que, junto con la pareja, se les atribuye formar parte de la misma banda: Nicolás Héctor B., de 36 años; Arnaldo Andrés C., de 42; Mariano Aurelio N., de 34; Gastón Maximiliano S., de 32; y Antonela Gisel F., de 24. Para ellos el juez dispuso la libertad por 60 días –sujeta a la decisión de la Justicia federal– con la firma semanal en la OGJ.
Rencillas internas
“Entre los detenidos se cagaban a tiros y después se juntaban para algún negocio, se volvían a desconocer y así andaban por la vida”, señaló un investigador sobre la red dedicada al delivery de cocaína y marihuana que tiene entre sus filas a un policía con funciones en la comisaría 29ª de Villa Gobernador Gálvez. En rigor –agregan las fuentes– la causa tiene origen en la investigación que el año pasado desbarató la banda de Arnaldo Andrés “Junior” Vivas, un hombre de peso en Villa Banana, el Fonavi de Ovidio Lagos y Rueda y la ciudad de Capitán Bermúdez, procesado por narcotráfico. «La banda operaba a través de proveedores y distribuidores, las edades de sus miembros son variadas y además tenían muchas rencillas internas», dijeron los jefes de PDI en conferencia de prensa, un dato que podría llegar a echar luz sobre sobre un secuestro extorsivo ocurrido a comienzos de 2018.
Capturado
La reacción violenta de Pablo Jesús al ser allanado quiza tenga origen en una experiencia que sufrió en febrero de 2018. La noche del jueves 1º, pasadas las 21, el joven oriundo de Villa Gobernador Gálvez iba en su Chevrolet Onix cuando un Peugeot 206 le cortó el paso a la altura de Jujuy al 2300 de esa localidad. Se bajaron dos hombres armados, lo bajaron sacaron del auto, le pusieron un buzo en la cabeza y lo llevaron en otro vehículo en el que aguardaban dos cómplices. Uno de los miembros del cuarteto se puso al volante del Onix y en cuestión de segundos despoblaron la escena del delito. A los pocos minutos, los captores se comunicaron con la novia de Pablo y le exigieron un rescate de medio millón de pesos. No se conoció cómo fue que la cifra se redujo a unos 20 mil pesos, y luego de tres horas el muchacho fue liberado en San Martín y Alem, después de la 1.
Pablo deambuló, se cruzó con personal de Gendarmería y pidió auxilio. Lo llevaron a la comisaría 29ª, del barrio Villa Diego. Allí, le tomaron la denuncia y fue asistido por médicos del Sies que le efectuaron curaciones por escoriaciones y moretones que tenía en la cara. Según una versión, las heridas se produjeron cuando él intentó escapar, acción en la cual uno de los captores terminó lesionado.
La investigación recayó en la Fiscalía Federal N° 2 de Rosario, a cargo de Claudio Kishimoto. El funcionario señaló que el caso estaba caratulado como secuestro extorsivo y que los captores tenían muchas precisiones sobre los movimientos de la víctima.
La causa no tiene sospechosos detenidos, aunque en ese momento voceros policiales deslizaron sospechas a partir de información de calle de que pudo pudo tratarse de una mejicaneada de drogas. Una hipótesis respaldada por fuentes federales, que catalogaron la causa como “compleja” por los vínculos que le atributen al joven secuestrado. “Algo debía o querían robarles. Creemos que lo que pasó no fue una cosa gratuita”, concluyó un detective.