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Debemos retomar la historia

Si de algo el macrismo puede sentirse que ha cumplido su programa, es que ha ido demasiado lejos en esto de remover a la Argentina de su historia, intentando manipular una nueva cultura del individualismo y del desprestigio de la épica libertaria en la que siempre creímos

Osvaldo Pellin

Si de algo el macrismo puede sentirse que ha cumplido su programa, es que ha ido demasiado lejos en esto de remover a la Argentina de su historia, intentando manipular una nueva cultura del individualismo y del desprestigio de la épica libertaria en la que siempre creímos.

Por eso me animo a decir que las próximas elecciones servirán, o para sepultar definitivamente la historia como un rezago olvidable de nuestro ser colectivo, o marcar su resurrección como nuevo principio de un mejor devenir.

No quiero decir que la historia se repite o que se repetirá si triunfa el modelo nacional. Quiero decir que con sus más y sus menos, podremos enganchar nuestro presente y nuestro futuro en el tren de un destino común, un destino donde el protagonismo de las mayorías habrá de reencontrarse.

La alternativa neoliberal de base macrista ha atacado en toda su gestión a la historia de los argentinos pretendiendo desviarla de sus hábitos, autocríticas y recuerdos más venerados. Intentó destruir a la fuerza nacional y popular desde todos los ángulos mediante un manejo mediático totalmente reñido con la ética y la verdad, castigándola con el hambre y con una persecución francamente obscena, donde se incluyen sobre todo los dirigentes de la oposición peronista.

Hablan de hacer justicia pero es obvio que la justicia la imparte un poder cuya función no es ésa, tanto que es el propio presidente quien señala y marca a quiénes debe privarse de la libertad, así como fija el sentido de la sentencia que él mismo espera sea a su gusto y paladar.

En realidad, le interesa la sentencia para satisfacer su espíritu de venganza en lugar de que la corrección de los procedimientos se ajusten a derecho, y no le importa que las pruebas se armen con falsas evidencias. Son paradigmáticos los casos del ex vicepresidente Amado Boudou y de Milagro Sala, en este último, con la connivencia del gobernador Gerardo Morales, de la provincia de Jujuy.

En ambos casos, el personal aval del presidente prolonga hasta el día de hoy un jurado viciado de perversa influencia política. Es él quien ha ponderado con enorme simpatía el linchamiento mediático de muchos presos políticos.

Lo hace en la seguridad de que su dureza le acarreará los votos que necesita para su reelección, sabedor de que lo antipopular y lo antiperonista, rinde en ese aspecto por el solo hecho de estar tañendo el despreciable terror de un odio ancestral entre muchos electores. Concluyendo que el antiperonismo funciona también como una opción electoral sin boleta, solo como ideología antipopular.

Es evidente además que Mauricio Macri ha optado por el seguidismo obsecuente de los dictámenes políticos de los Estados Unidos, prefiriendo no ser más que alguien sin nacionalidad soberana con tal de ser elegido como deudor preferencial de usureros oficiales o fondos buitre. Justo donde siempre empieza la impotencia de poder desarrollarnos como Nación.

Médico. Ex diputado nacional por el Movimiento Popular Neuquino, afiliado después al Partido Socialista y colaborador de Guillermo Estévez Boero. De vaconfirma.com.ar

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