El equipo de Copa Davis de la Argentina sumó en Praga una nueva decepción al perder por segundo año consecutivo en las semifinales con la República Checa y, si bien el balance de 2013 fue positivo, el porvenir no parece alentador con David Nalbandian al borde del retiro y la incógnita sobre si Juan Martín Del Potro incluirá, finalmente, la competencia en su agenda.
La derrota ante los campeones checos se intuía y era utópico que los entusiastas tenistas argentinos pudieran vencer a jugadores de la calidad de Tomas Berdych y Radek Stepanek.
Por eso, el desenlace en el O2 Arena de la deslumbrante Praga llegó rápido, contundente y por decantación.
Y no es cuestión de caerles encima a Juan Mónaco, Carlos Berlocq, Horacio Zeballos y Leonardo Mayer, sino de apostar en serio con las mejores cartas la próxima vez.
Esa será una condición irrenunciable si la intención es ir en busca de una vez por todas del título en la Davis. De lo contrario, el tenis argentino deberá resignarse.
Ir en serio por la Davis significa seducir de alguna manera al tandilense Del Potro y ese trámite es misión del capitán Martín Jaite, quien definirá el los próximos días su continuidad en el cargo, aunque en Praga adelantó que está todo dado para seguir, junto a su ladero Mariano Zabaleta.
Si Jaite continúa, deberá seducir a Del Potro y armar un equipo en torno a su enorme figura, en un año 2014 en que la Argentina tiene grandes posibilidades de comenzar la Davis en febrero como visitante, algo que se develará el miércoles próximo a las 7, en Londres.
“Argentina comenzó a perder esta serie cuando armó un equipo sin Juan Martín Del Potro”, lanzó, sabio, el capitán checo Jaroslav Navratil, un viejo zorro que tiene muchos kilómetros recorridos en el mundo del tenis.
Es que Del Potro, un tenista de clase top ten, es en la actualidad el único argentino que inspira respeto a los rivales, y también el único que llega a la segunda semana en los Grand Slam, y por eso debe ser el líder del equipo, sobre todo cuando el tiempo de Nalbandian ya pasó, y transita sus últimas semanas en el mundo de la raqueta.
Es decir que ese grupo compacto, sólido y con gran unión que lideró Jaite en Praga, algo que pudo comprobar durante la semana previa de entrenamientos y convivencia, debe incorporar a La Torre de Tandil, debe generar un clima propicio para su inserción.
Sin Nalbandian, fuera del equipo a raíz de una doble operación de hombro y cadera, Jaite perdió a un emblema y lo reemplazó con el correntino Mayer, de resultados alentadores en superficies rápidas pero sin triunfos resonantes ni roce ante jugadores de alto nivel, algo que quedó al desnudo en el partido ante Berdych.
Mónaco fue elegido como nuevo líder del grupo, avalado por su trayectoria y compromiso con la camiseta argentina, y no así por grandes resultados en torneos importantes.
Pico tuvo uno de sus días grises, y así sufrió con el talento de Stepanek, en una derrota que signó la serie, ya que lo demás, ganarle a Berdych y al dobles checo, era casi imposible.
Mónaco soportó varios cachetazos en la Davis, sólo por el hecho de poner siempre el pecho y decirle sí a la camiseta argentina. Eso es meritorio.
El compromiso que se reclama, de un lado y de otro, es el que mostró, por ejemplo, Rafa con España.
Nadal ganó el lunes pasado por la noche el US Open, al otro día tomó un vuelo de línea y aterrizó en Madrid y colaboró para que su país se quedara en el Grupo Mundial.
En Argentina se precisan de ese tipo de gestos, más allá de que la presencia de Del Potro no garantiza ganar la Davis, pero sí permite soñar con mayores argumentos o plantarse de igual a igual ante los mejores.
Una vez más, ahora en la deslumbrante Praga, el equipo argentino se quedó en el intento y no pudo llegar a su quinta final copera. Esta vez hubo circunstancias desfavorables, es cierto, pero el tenis argentino se debe una mirada interior para comenzar de nuevo por enésima vez e ir en busca de la hazaña, del ansiado título en la Davis.