“Desde el primer momento sabíamos que íbamos a salir adelante”, aseguró Marcos Bertolino, integrante y tesorero de la cooperativa láctea La Cabaña, que tras un proceso de recuperación por parte de sus trabajadores, hoy celebra 10 años en el mercado.
“La cooperativa se formó primero para sostener el trabajo de todos nosotros, pero a los meses ya pensábamos en ampliar líneas de productos, en tener nuestros propios camiones y fábrica”, continúo Bertolino. Hoy ese proyecto está cada vez más cerca de ver la luz. Con una planta casi finalizada en General Lagos, donde estiman mudarse a fines de este año, y con la proyección de ampliar líneas de producción, los 35 trabajadores que conforman esta empresa recuperada dan cuenta de un proceso de lucha que perduró en el tiempo, y continúa vigente tras una década.
“Esta historia arranca en 2005, cuando teníamos muy baja producción, ya que no se conseguía crema para fabricar la manteca, y de golpe empezó a aparecer manteca que venía de otro lado. El cuerpo de delegados, con el sindicato de Atilra, empezó una investigación donde se descubrió que se estaba planeando un vaciamiento de la empresa. Nos anticipamos a eso y obligamos a los antiguos dueños a que presentaran quiebra. Mientras tanto, nosotros empezamos a formarnos como cooperativa, que era la única forma que teníamos de seguir manteniendo la fuente de trabajo. La jueza nos autorizó a seguir funcionando por dos meses con la patronal, luego los desalojó a ellos y nos autorizó a nosotros a continuar. Desde 2006 hasta fines de 2008 duró el litigio judicial, en el que la jueza nos dio a cambio de los créditos laborales las marcas y la maquinaria, no así el inmueble que fue comprado por la gente de Monthelado, a quien le alquilamos el lugar”, relató Eduardo Ianni, síndico de La Cabaña, quien aseguró que la mayor dificultad que encontraron en un primer momento fue pasar de ser empleados a convertirse en socios a cargo de todas las decisiones de una empresa.
“Pasamos de ser trabajadores a hacernos cargo de todos los problemas inherentes a una fábrica, lo cual hizo que tuviéramos que aprender un montón de cosas y ponernos de acuerdo entre nosotros. Siempre la incertidumbre estaba en hasta dónde íbamos a llegar. Pasaron los años y nos encontramos hoy que hace 10 años que estamos y seguimos trabajando”, agregó Ianni.
En la actualidad la empresa cuenta con 35 trabajadores, de los cuales 6 son hijos de los gestores originales del proyecto, ya jubilados. Con un mercado que se extiende a otras localidades como Capital Federal, provincia de Buenos Aires, Bahía Blanca, Tucumán, Córdoba y Mendoza, La Cabaña fabrica manteca y crema de leche como producciones principales, a lo que se agrega el dulce de leche (que terceriza a otra fábrica por falta de espacio en el actual inmueble), mientras se prevé la incorporación de quesos cuando la fábrica comience a funcionar en General Lagos.
“Hoy podemos decir que tenemos más demanda que la cantidad de productos que podemos hacer. Tenemos mucha alegría y orgullo de haber hecho lo que hicimos, con el apoyo de algunos proveedores y los clientes que creyeron en nosotros”, sintetizó Ianni.
La actualidad
Con un década de entrega y esfuerzo, los trabajadores de La Cabaña, que actualmente funciona en Balcarce al 1000, celebran la permanencia en el mercado y depositan sus expectativas en la nueva planta que desde hace aproximadamente 6 años vienen construyendo en General Lagos, a la cual planean mudarse a fines de este año.
“La construcción de la nueva planta está en un 85 por ciento según calculamos nosotros. El principal trabajo que se está haciendo es el tratamiento de afluentes con un ingeniero especialista en el tema, a la vez que se van comprando equipos y tanques. Una vez terminado, se va a comenzar con la mudanza que es fundamental para ponernos a producir”, explicó Marcos Bertolino, tesorero de la cooperativa.
“Necesitamos mudarnos urgente por problemas edilicios y de ubicación de la fábrica en pleno centro, por los vecinos y el tránsito, tenemos horarios restringidos de producción. Necesitamos producir más cómodos y más eficientes, por eso es fundamental el traslado”, agregó.
En tanto, el mercado principal al que apunta La Cabaña es la industria, en especial panaderías, fábricas de galletitas y rubros gastronómicos, que representa más del 50 por ciento de la producción de la empresa.
“Siempre fuimos una marca reconocida en Rosario pero no competimos con las principales marcas, siempre lo hicimos con segundas marcas o empresas más chicas. En este momento no estamos participando demasiado en las grandes cadenas de supermercados, debido a que el sistema de comercialización implica mucho personal, ya sea en la reposición como en el reparto de la mercadería, y no nos están dando los costos. Nuestros productos están siendo introducidos en el mercado a través de distribuidores y revendedores particulares. Mucha gente no ve nuestros productos en las góndolas pero es porque apuntamos a otro sector”, detalló Bertolino.
Superar las crisis
A lo largo de estos 10 años, los trabajadores de La Cabaña se vieron afectados por las diferentes crisis que atravesó el país. En la actualidad, el mayor flagelo que reconocen fue la crisis hídrica que inundó numerosos campos en la provincia, de la que aseguran recién ahora se están recuperando. “No somos ajenos a todas las crisis que han pasado en estos 10 años. Hemos tenido períodos muy buenos en los cuales hemos crecido, tanto en producción como en venta, y eso nos dio un resto económico para poder invertir en nuestra nueva planta, y períodos en los que no pudimos hacer prácticamente nada y salimos a buscar financiamiento. Actualmente, estamos en plena crisis de abastecimiento en materia prima, recién empezando a salir. La inundación que hubo en casi toda la provincia de Santa Fe, pero también en Entre Ríos y en Córdoba, nos perjudicó bastante pero estamos empezando a salir, hay campos que se están recuperando y está entrando materia prima”, aseguró Bertolino.
Otra de las dificultades que impactó en el sector fue la devaluación de diciembre pasado y los incrementos en las tarifas de servicios. “La crisis nos afecta en cuanto a la compra de materia prima e insumos cuando hay una devaluación tan grande como la que sufrimos hace poco. Toda la materia prima e insumos viene con aumento y muchas veces es difícil trasladarlo al producto final, lo que se traduce en una pérdida de capital, ya que la fábrica necesita aumentar su capital de trabajo para comprar la misma cantidad de productos. Esa cadena la estamos viviendo desde hace años, necesitaríamos un poco más de estabilidad para encarar y tomar decisiones más acertadas”, advirtió el tesorero de la empresa láctea.
En cuanto a los tarifazos, indicó que si bien el aumento fue considerable, no tienen las características de otras fábricas que demandan mayor consumo energético: “Estábamos pagando 26 mil pesos de luz y nos vino 60 mil, es importante el aumento, pero por ahora lo hemos podido pagar y es fundamental para poder producir, pero no somos como otros rubros que consumen mucho más”.
Con todo, la cooperativa de lácteos pretende continuar con el camino emprendido hace 10 años y ampliar su producción una vez se concrete el ansiado pase a planta en General Lagos.