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Deconstruyendo la goleada (a propósito del 8-2 de Bayern Munich sobre Barcelona)

Hay goleadas que se dan casi naturalmente. Un gol, luego otro y luego otro más. Hasta 4 podríamos decir que los goles transcurren casi motu proprio. Como que de alguna manera la superioridad de un equipo se va decantando en goles. Pero hay un punto en que el resultado ya está consolidado

Por Pablo Suárez (*)

Perder es feo. Perder por un gol en el último minuto es feo. Soy de Central, lo digo antes que me carguen mis amigos de Newell’s. También mi equipo ha ganado partidos así. Y es realmente gozoso. La pequeño de un instante en el que se festeja no sólo el gol, sino también el hecho de que se ha ganado el partido y en forma opuesta se derrumba el ánimo del que pierde con un gol al final del partido. En ese caso, la humillación se dará luego del pitazo final (si es que hay visitantes) y si no, será una amargura que se procesará en la semana. ¿Porqué el marcador entregó ese corner?, ¿por qué hicieron ese foul tan cerca del área? son preguntas que te perseguirán durante toda esa semana. Hay gente que adora ganar así y se los respeta. pero vamos a hablar de la goleada, que es algo muy distinto a todo esto.

Hay goleadas que se dan casi naturalmente. Un gol luego otro y luego otro más. Hasta 4 podríamos decir que los goles transcurren casi motu proprio. Como que de alguna manera la superioridad de un equipo se va decantando en goles. Pero hay un punto en que el resultado ya está consolidado y esa superioridad queda suficientemente expresada con un digamos 4 a 1 o 4 a 0 (hablo de un partido, no de una serie). No hay forma de que un equipo levante esa diferencia en condiciones normales. Es suficiente.

Es como las puñaladas o los tiros en un crimen. Una bala te mata, dos también. 20 balazos es saña, se está buscando algo más que matar. Se está dando una señal y muchas veces esa señal, es determinante en la causa y ayuda a encontrar al asesino que tuvo esa especial motivación.

Porque al contrario del gol “agónico” con que iniciamos este relato, en la goleada el espíritu del derrotado se va derrumbando con el marcador. Si en los primeros goles, hay resignación, en los que vienen después, comienzan a aparecer ciertos cruces de miradas, reproches, reclamos por desatenciones, y el clima de los derrotados se enrarece. Probablemente la ira se canalice contra el físico de un rival, con lo cual es probable que el derrotado vea mermada no sólo la calidad sino también la cantidad de sus integrantes. Y paticularmente quien escribe, no disfruta lo mismo una goleada ante 11, que ante un equipo diezmado por las rojas.

En general, el hincha quiere siempre más, y a veces se enoja cuando olfateando un resultado humillante para el rival, ve que sus jugadores aflojan un poco, el DT hace alguna señal de “paremos la mano” y si algún delantero está especialmente cebado y quiere llevarse la pelota a la casa, lo cambia “para que lo aplaudan” y de paso, enfría el partido.

Pero entonces, cuando es que el partido comienza a “desnaturalizarse”. teniendo en claro que cuando algo se desnaturaliza es porque comienza a ser “artificial”. Pues cuando aparece en el ganador un apetito extra, un plus, un apetito que no es “natural” del fútbol, sino que entran en juego otros valores, otros goces. Yo he identificado algunas: venganzas, personales e institucionales, ganas de entrar en la historia del club, ganas de mancillar la historia ajena, obtención de logros específicos, entre otras.

La venganza es un plato que se come frío, pero para ejecutarlo hay que estar caliente. El fútbol es viejo, todos los cruces ya tienen historial y en cada historial entre equipos, hay victorias inolvidables por lo abultadas o inolvidables por lo que definían. Y aunque lo pasado es pisado, no viene mal sacudirle a tu rival que te ganó una final del mundo hace unos pocos años, siete goles en su propio país y en su propio mundial. Pero ¿es para tanto? Si justamente como decimos, la vida da otras revanchas y con una victoria alcanzaba. Pero no. Y ahí fueron los alemanes una y otra vez hasta meterle los siete a Brasil. Y el Bayern con el Barsa? tanto les va a doler aquel gol de Messi en el que descaderó a  Boateng? ¿No se habían cobrado ya eso en el Mundial de Brasil, con ese gol (ahí tenés un gol agónico que no puedo volver a ver) de Mario Goetze? Pero no. Se ve que esas cuentas se pagan en cajas separadas en la historia de los jugadores. Neuer ya se vengó varias veces de Messi. Hoy es una nueva.

El 6 a 1 con Bolivia es distinto. Porque aunque no cambiara el destino de ninguna de esas dos selecciones (Argentina, siempre termina clasificando y Bolivia casi siempre termina afuera) estaban Messi en la cancha y Maradona en el banco. Lo mejor que le pudo pasar a Bolivia en su bastión inexpugnable era que se desnaturalizara pronto. Y así lo hizo. La selección boliviana sació en parte su rencor histórico sobre el tan poderoso equipo. No bastaba con ganarle (cosa que ya se había hecho) sino humillar a Messi, Maradona y a todos los argentinos, poniendo un 6 a 1 en el historia, pero esa vez, a favor. Aunque no sirviera para nada, le rayó el Mercedes Benz a Argentina. ¿Débiles molestando a poderosos? Bien hecho.

Mientras se construye la goleada, se piensa en su historicidad. El 6 a 1 es histórico. El 7 a 1 de Alemania, sin duda también lo es. Qué loco sentir que estás haciendo algo que va a estar en la historia de los mundiales. Algo que no pudo pensar Diego mientras gambeteaba ingleses, porque estaba viendo si Valdano le picaba, si pasaba al arquero, y quizás otras cosas que pensó en esos 11 segundos.

Pero cuando vos le hacés 7 a Brasil en Brasil u 8 a Barcelona en Champions, estás pensando lo que hacés. Y eso es artificio. Estás pensando que entrás vos en la historia, pero también lo hacés entrar al otro en la historia negra de ese team. David Luiz va a ser siempre el que se comió 7 en su cancha. Y pensar que había jugadores alemanes que terminado el mundial se encontraban en sus clubes con alguno de esos brasileros a los que habían metido en el pozo negro de la historia del futbol de su país. ¿Golear para hacer historia propia y deshacer la ajena? A favor y en contra.

A veces hay goleada “con arreglo a fines”. Para obtener mejor diferencia de gol, es un clásico ya. En un mundial, Copa Libertadores, Champions si un equipo necesita muchos goles a favor, hará un esfuerzo plus por obtener eso. También está el caso de la goleada para que el goleador del equipo obtenga un logro (goleador del mundial, o del torneo). Recuerdo un 7 a 2 de Central a los suplentes de Boca en el cual todo el equipo jugó “para” Luciano Figueroa que le hizo 5 a Boca, dejó un resultado para la historia, y consiguió el lauro de ser el goleador de ese torneo. Por ejemplo, Hungría le hizo 10 a El Salvador en el Mundial de España, pensando sacar provecho de esa diferencia, aunque no fue así. ¿Arreglo a fines? A favor.

La goleada que más nos molesta a los democratistas del fútbol es la goleada del equipo poderoso que se realiza por el solo hecho de mostrar poderío. El equipo “caro” humillando al pequeño, con goles que presentan 7 toques en el área antes de la concreción. O esos casos en que le dan a un defensor a patear un penal, y luego ni siquiera los festejan. ¿Golear para mostrar poderío? En contra. Pónganse un shopping, un fondo de inversión, esto es fútbol? Una goleada entra en la historia realmente cuando hay una cierta paridad entre los rivales. Nadie se acuerda de las goleadas del Barsa al Español de Barcelona o al Leganés, pero creo que el 5 a 0 al Real Madrid de Mourinho, sí quedará grabado en la memoria de ambas hinchadas durante un largo tiempo.

En los partidos clásicos vale todo. Ahí hay una rivalidad atávica que se recrea día a día y no hay resultado que sacie la sed de humillación de los hinchas. En Argentina contemporánea hay goleadas increíbles en clásicos. No sé si alguna supera al 7 a 0 de Estudiantes a Gimnasia. Aunque tengo amigos queridos en GELP, debemos decir que el historial de ese clásico es tan desigual que ese resultado terrible solo decora una asimetría por demás evidente. A favor. Al fin y al cabo que en la era amateur hay muchos resultados de diferencias mayores a 6. El tiempo lo pondrá en una planilla donde pasará desapercibido. Cada hinchada carga con su cruz y las de algunas es tener rivales demasiado más grandes que uno. ¿Golear para humillar al clásico? No puedo no estar a favor.

No creo que -en general- haya una falta de ética en la goleada con valores desnaturalizados, entendiendo por esta una diferencia mayor a 4 goles. Sí creo que hay una intencionalidad manifiesta de dejar una huella que vaya más allá del resultado. Algo del orden de lo simbólico que es muy superior a los fríos números que marca el tablero. No todos los equipos tienen que satisfacer esa necesidad y cada uno sabe qué cuentas está saldando con la historia cuando decide ir por más. Comprenderlo ese plus (que no es el mismo en cada caso) es comprender la goleada, darle racionalidad y disfrutarla.

(*) Historiador (UNR). Autor de «Rosario ciudad ocupada». Publicó en Socompa, Panamá, Señales y otros medios.

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