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Del Caribe a Francia: cómo fue la operación narco que mandó a un rosarino preso

En las costas del país vasco, en el sur francés, vecinos recuerdan a cinco hombres que dijeron ser cineastas griegos de vacaciones que alquilaron una casa al alcaide de una prisión: días más tarde fueron detenidos tras fallido desembarco por una tormenta. El sindicado dueño del yate cayó en Rosario

La crónica de un periodista francés relata el apacible discurrir del verano boreal de 2017 en las costas del sur de Francia, cuando un accidente náutico termina con una docena de detenidos y más de una tonelada y media de cocaína desparramada por la playa. En el marco de esa pesquisa, la Justicia del país galo emite una orden de detención internacional para dar con el dueño de un velero secuestrado tiempo después en España, que resulta estar a nombre de un rosarino. Su detención, el fin de semana pasado en esta ciudad, pone en marcha el pedido de extradición europeo.

Se trata de Luciano Conocchiari, un desarrollador de software de 42 años apresado frente a la casa de su madre, en Oroño y Urquiza de Rosario en la tarde del último sábado 30, en circunstancias que dieron cuenta de que no sabía que era buscado. La captura a manos de agentes de Interpol que tenían una solicitud de alerta roja fue sólo un capítulo más de una historia de película.

¿Cómo se comportan los cineastas en vacaciones? ¿Actúan como turistas normales o como seres excéntricos? ¿Los visitan estrellas de Hollywood? En las paradisíacas playas del sur de Francia, en un pequeño poblado de la región de Nueva Aquitania bañado por las aguas del Golfo de Vizcaya, la llegada de «un grupo de cineastas» no pasó inadvertida.

Según publicó el semanario Le Journal du Dimanche, los supuestos capos de la pantalla grande alquilaron por dos meses una casa en las afueras de la aldea de Escource, una zona boscosa, oculta y aislada de la comuna de Mimizan, en el departamento de Landas, ubicada en esas costas llenas de dunas del sur francés, en la región del país vasco de Francia.

Los lugareños que dialogaron con el semanario francés dijeron recordar la llegada de «los cineastas griegos», en junio de 2017, porque además del equipaje tenían tres imponentes 4×4 registradas en Alemania con las que remolcaron dos grandes botes inflables.

Los vecinos coincidieron también en que durante tres semanas los hombres de entre 25 y 35 años –cuatro griegos domiciliados en las afueras de Atenas y sin antecedentes penales y un español– que dijeron ser cineastas se comportaron como “turistas normales” que por las noches salían a tomar algo.

De no ser por imprevistos climáticos, nadie se hubiese enterado que los presuntos amantes del séptimo arte eran en verdad una banda de narcotraficantes. Ni que la casa que alquilaron era propiedad del director de una prisión francesa.

Las olas y el viento

El accidente náutico que permitió desmantelar la Conexión Griega, como se denominó la operación transnacional de tráfico de cocaína en embarcaciones desde el Caribe hacia las playas francesas de Mimizan, ocurrió entre el 19 y 20 de junio de 2017.

En principio se investiga si los falsos cineastas tenían que navegar en los gomones hasta un velero, que ancló cerca de la la costa con la carga, y llevar a tierra en los botes neumáticos los estupefacientes. El clima provocó el naufragio de los botes y once traficantes fueron rescatados en la orilla de la playa, que en medio del salvataje se regó de paquetes multicolores rellenos de cocaína de máxima pureza: pesaron algo más de 1.500 kilos.

En la casa del director de la prisión, alquilada por la banda narco a nombre de un alemán, la Policía secuestró otros 200 kilos, con lo que el total de la cocaína incautada pesó más de 1,7 tonelada, y detuvo al duodécimo sospechoso.

Un pescador de la zona le dijo a Le Journal du Dimanche que la tarde del 19 de junio de 2017 vio dos botes inflables en el mar. Pero fue otro pescador el que recordó que al amanecer del día siguiente, alrededor de las seis de la mañana, las embarcaciones estaban en problemas y los marineros no podían controlarlas.

El rescate se activó a las 10.30 de ese día, luego de que se reportara movimientos de vehículos en la playa, y además de salvar once vidas frustró la transacción millonaria: el cálculo es que esa droga puesta en las calles francesas valía al menos 100 millones de euros.

Es que mientras los socorristas sacaban del agua a los falsos cineastas, las olas arrastraban hasta la playa decenas de paquetes llenos de cocaína.

Lo que no aclararon los portales de la prensa francesa es si el velero que cargó los botes con droga había cruzado el Atlántico con la cocaína a bordo, si se había tratado de un traspaso en medio del mar Cantábrico desde un buque de carga que pudo haberla traído desde el Caribe, o bien los narcos desembarcaron la droga en España y la trasladaron luego a Francia: la ciudad vasca de San Sebastián, en España, está a cien kilómetros del lugar del secuestro de la cocaína.

El hombre del yate

Tampoco trascendió en qué momento fue secuestrado el yate Ayane en las costas de España que está a nombre del rosarino Luciano Eugenio Conocchiari, conocido como Lucho y domiciliado en Barcelona, ni qué relación formal tuvo ese velero con las droga incautada en Francia, aunque la hipótesis es que fue el barco que ancló con la carga en las playas de Mimizan.

A casi dos años del inicio de la causa, Conocchiari fue detenido a metros de la casa de su madre, y en su presencia, en su Rosario natal. Según los policías que participaron de la aprehensión, el hombre tenía sus documentos originales encima como si no tuviera idea de que pesaba sobre su persona una alerta roja de Interpol. Vestía una gorra de Nike, remera, bermudas, zapatillas y había llegado allí en bicicleta cargando una mochila de viajero.

Según publicó en su cuenta de Twitter la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, se trata de un “narco argentino que estaba prófugo de la Justicia, con un pedido de captura por parte de Interpol Francia. Había ingresado más de 1.000 kilos de cocaína a ese país desde el Caribe».

Conocchiari quedó a disposición del Juzgado Federal N° 3 de Rosario, a cargo de Carlos Vera Barros, quien el lunes pasado lo indagó y lo dejó detenido hasta que llegue la documentación pertinente de Francia para dar inicio al juicio de extradición.

Como se puede observar en sus cuentas sociales, el desarrollador de software, de 42 años, nunca ocultó su identidad ya que en su perfil de Facebook utiliza sus nombres y apellido completos, como también muestra fotos en los que se percibe como una persona con hábitos aventureros y amante de las motos de gran cilindrada y la navegación a vela.

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