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Del cine combativo y Calabromas a referente del porno argentino: murió el director Víctor Maytland

Integró el Grupo Cine Liberación de Pino Solanas en la década de 1960, produjo ciclos famosos en TV, entre ellos el Feliz Domingo de Soldán, dirigió a Federico Luppi en una cinta con temática sexual en el Delta, colaboró con Armando Bó y se ufanó de haber hecho más de 200 películas triple X

“Al menos siete escenas de sexo explícito, escenarios naturales y más de 20 actores en pantalla”. Así se promocionaba la película “Cosecha de lujuria”, que se estrenó el 2 de agosto de 2003 –como corresponde, a la medianoche– en el canal de cable erótico Venus. Su director fue Víctor Maytland, que murió este miércoles a los 75 años en una clínica del barrio porteño Villa Santa Rita.

Maytland era el nombre artístico más conocido de Roberto Sena, considerado el máximo referente del cine porno argentino por las tres décadas que le dedicó al género como director, guionista y productor. Sin embargo, sus comienzos fueron en la industria tradicional. O no tanto. En la década de 1960 integró, por ejemplo, el Grupo Cine Liberación, donde militaban Fernando Pino Solanas, Octavio Getino y Gerardo Vallejos. Y ofició como meritorio de la película emblemática de ese colectivo, «La hora de los hornos».

Sena también trabajó en televisión. Fue productor de ciclos famosos como Feliz Domingo, que condujo inicialmente Orlando Marconi y luego Silvio Soldán, emitido por Canal 9 entre las décadas de 70 y los 90, con un regreso en 2005. También, de Calabromas, al aire a principios de la década de 1980 con el protagonismo de Juan Carlos Calabró y un elenco que entre otros integraron Fernando Bravo, Cacho Bustamante, Marcos Zucker, Sergio Velasco Ferrero y Noemí Alan.

Ya un poco más cerca del género en el que dejó su marca, colaboró con el director Armando Bo en varias de sus películas. Incluso, dirigió una erótica con actores conocidos que se estrenó en 1989 en video: «Isla se alquila por hora», sobre un guion de Néstor Robles, filmada en el Delta del Paraná y con nada menos que Federico Luppi, Marta González, Mario Sánchez y Divina Gloria en los papeles principales.

Sena estaba internado en la clínica de la Esperanza. Había sufrido un ACV el año pasado y poco después le diagnosticaron un tumor cerebral que se agravó en los últimos días. «Ya no conocía a nadie desde hace tres meses”, dijeron sus allegados. «Siempre vas a ser el rey y el número uno», lo despidió una de las actrices que encabezó varias de sus producciones triple X, Lorena Mexy, quien además conduce un programa de radio en la AM 750 porteña.

Condicionadas

La irrupción de la dictadura transformó en profesión de riesgo el cine político. De esos inicios de Sena, poco y nada quedó. De las transcripciones de películas de la gran industria, mucho abundó en Maytland.

«Mi sueño era hacer películas que liberaran a la humanidad de la opresión capitalista. Al principio me interesaba que eso estuviera presente en mi cine. Después, dije basta de mensaje. No soy Costa Gavras. Y me gustan las parodias. En Scary sex movie copié la escena de la ducha de Hitchcock, idéntica, con la misma bañera, porque soy un obsesivo total. La única diferencia es que en vez de clavarle un puñal, le meten un consolador. Hago mucha parodia», admitió en 2008.

Sus comienzos en la industria de las «condicionadas», relató, fueron en un viaje. Estaba en Estados Unidos cuando, contó, un amigo le dijo “Están filmando una porno, ¿querés ir a ver?”. Y fue. “Me encontré con una productora increíble tipo Cuatro Cabezas en Los Ángeles”. Entusiasmado, contactó a un productor que tras aceptar financiarlo se asustó. Hizo su iniciática en el género Las tortugas pinjas igual, con apenas una cámara y dos actores a los que les prometió pagar el doble pero recién cuando la película comenzara a recaudar. “No me equivoqué, un mes después había superado diez veces lo invertido”. Se transformó en un clásico. “Mi intención no era calentar sino divertir”, explicó sobre una cinta con más de bizarro que de alto voltaje erótico.

 

Realitys y parodias: de Tinelly a las islas

Sena incursionó en todos los subgéneros del porno. Y con varios seudónimos. «Produje para los Estados Unidos. Hice cine hétero, bisexual, gay, cine porno con temática travesti. Mi seudónimo Víctor Maytland lo usaba sólo con las películas heterosexuales. Para las restantes, usaba otros nombres de fantasía, como Jean Luc Godet (referencia inequívoca a uno de los íconos de la nouvelle vague francesa, Godard)», dijo en una entrevista al diario Clarín en 2007.

La productora CineXlatino, de Los Ángeles, lo contrató en 2007 para filmar 60 películas por año que se distribuyeron en sitios web a través de tres sellos: Cine 69 (orientada a heterosexuales), Puticlub (films con travestis) y Latin Puppies (de pornografía gay).

Inspirado en el reality show de supervivencia Expedición Robinson, en 2001 filmó Expedición Sex en una isla del Tigre, donde concursaban 16 participantes, entre los cuales hubo un maestro mayor de obra, una maestra jardinera y un barman. Fueron 13 capítulos que se emitieron por el canal erótico de cable Afrodita.

Las cámaras siguieron los pasos de los participantes sin intervención de guión ni indicaciones. Como en el género del que tomó el formato, mostraron alianzas, enojos y desencuentros con la solitaria premisa de que, cada capítulo, un hombre debía eliminar a una mujer o viceversa de la competencia para mantener la paridad de sexos.

Fueron 200 horas de grabación. Maytland, o Sena, dijo que fue “el descubrimiento de que se pueden demostrar emociones en un ámbito donde los actores no lo hacen, como el del cine hardcore». Agregó, en esa línea y con orgullo porque se jactaba de haber dejado impronta en el género: «Lo que logramos fue que los participantes se mostraran tal como cualquiera de nosotros”. Un porno con argumento, resumió una vez finalizado el ciclo.

“El cine pornográfico no difiere demasiado del cine convencional. En mis películas me acerco a la realidad de Argentina a través del hombre común, que también tiene sexo y fantasías. Trato de trabajar con argumentos que contengan temas más profundos con códigos comunes al cine convencional”, explicó en otra de las varias notas que le hicieron.

Se quejaba de las imposiciones del género. «El porno tiene una condena, que es la enorme dictadura de los productores que están en la industria desde los años sesenta. Siempre hay que cumplir las mismas pautas, las mismas actitudes, las mismas escenas.. Yo me vivo peleando con eso. Voy a contramano. No me va eso de nos conocemos un cachito y sexo oral, no puede ser. ¿Treinta años haciendo lo mismo? ¿No se dan cuenta de que, con internet, la curiosidad se está muriendo?, se enojó para una nota de Clarín en  2008.

Sena también se inspiró en Marcelo Tinelli, y así filmó Gozando por un Sueño como parodia del Bailando y su saga. La actriz erótica Ana Touche fue quien ganó el casting para la serie, y en 2009 llegó a dar una charla junto al director para un grupo de estudiantes de periodismo de TEA (Taller Escuela Agencia, fundada entre otros por Carlos Ulanovsky).

Los títulos de Maytland reinciden en guiños: El pitilín colorado, Las tortugas pinjas, Los pinjapiedras, Tiburón, Delfín y Mojarrita, Tocame la pelotita (por Mirame la palomita, homenaje a Enrique Carreras) y Delito de corrupción, entre otras.

 

La entrevista del gonzo sufista
Cicco en la película de Maytland, para una crónica desde adentro.

 

Cada tanto, Maytland accedía a los medios masivos convencionales desde los márgenes del séptimo arte que cultivaba. En una ocasión, la entrevista fue diferente. Fue la que hizo Emilio Fernández Cicco en formato gonzo antes de convertirse al sufismo y pasar a llamarse Abdul Wakil.

Cicco, que declamaba ir contra «los periodistas de culo pesado», se presentó al casting de una película de Sena que se llamó, precisamente, Super casting, otra suerte de reality show. De nuevo, una producción en la que afloraban cuerpos alejados de la belleza voluptuosa, se mostraban los granitos en la piel, las papadas y hasta quedaban en el rodaje los penes fláccidos. El registro, como decía el director, de “lo que le puede pasar a cualquiera”.

El periodista contó la trastienda de esa experiencia, reflejada en un artículo y luego en un libro, para una nota de Julian Gorodischer en Página 12 publicada en 2006. «Cuando vivís la película porno te das cuenta de lo difícil que es hacerla. Es casi una coreografía. Llegás ahí y, ¿qué hacés? La erección no se puede actuar ni planificar, es el último rincón auténtico de la humanidad. Si querés y te entrenás en actuación, podés hacer Scarface o Rocky, pero acá no hay manera».

 

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