Con algunas horas de retraso, ya en 7 de enero, llegaron los Reyes Magos. Mejor dicho, fue el Día de los Prófugos. Los maizales, los sojales, también los campos con girasoles, se convirtieron en una escenografía infrecuente para que la trama de la insólita fuga de los tres sicarios del triple crimen de la efedrina se mudara desde territorio bonaerense a la zona centro de Santa Fe. Los tiros al alba derivaron en una nueva balacera entrada la mañana, y desde allí el aluvión no paró: uniformados de fuerzas federales y provinciales, movileros de canales porteños y periodistas de toda la región marcharon con lo puesto al núcleo de los hechos: los departamentos Las Colonias y La Capital. Los vecinos de los poblados de la zona estaban encerrados, en sus casas, estaciones de servicios o bares, y seguían las alternativas por televisión. Había un clima de excitación, psicosis, histeria.
Los datos oficiales escaseaban. Pese a la instalación de un comité de crisis, daba la sensación de que nadie controlaba el operativo. El cardumen de uniformados, todos nerviosos y silentes, hacía presagiar que no habría final incruento, aunque hasta anoche los fugitivos habían logrado una vez más zafar de la encerrona.
La desesperación y el desconcierto reinaron durante todo el operativo. Cuadrillas de uniformados de Gendarmería, Prefectura, Policía Federal y Policía de Seguridad Aeroportuaria llegaban y se iban desde la estación de servicios de la localidad de Franck, sobre la autovía 19, donde en las primeras horas de la tarde se montó el comité de crisis.
Ningún vocero oficial habló para los medios, pero todos los presentes sabían cuál era el objetivo de tamaño operativo: los hermanos Cristian y Martín Lanatta y su cómplice Víctor Schillaci estaban en la zona y nadie podía encontrarlos.
Luego de trece días de fuga, los prófugos más famosos del país habían vuelto a dejar pagando, al menos hasta anoche, a los supuestos cuerpos de seguridad de élite argentinos. Según las primeras versiones –ya que ningún funcionario nacional se atrevió a calzarse el saco de un posible ridículo y contar lo que pasaba–, los investigadores de las fuerzas federales llegaron a la provincia con el dato de que el trío estaba escondido en una quinta que está ubicada sobre la ruta 6, cerca de San Carlos Sur.
Si bien contaban con el lugar preciso sobre dónde encontrarlos, los hombres de verde tuvieron un grave error y, a la hora de girar, lo hicieron hacia el extremo equivocado; es decir, según esta especie, si tenían que doblar a la derecha lo hicieron hacia la izquierda o viceversa. Y así entraron en una ratonera: el grupo de efectivos federales fue sorprendido y baleado por los fugitivos, quienes luego les robaron las armas y huyeron. Horas más tarde, hubo una escena parecida casi sobre la autovía 19, cerca del poblado de San Agustín. Y una vez trascendida la noticia, todo se convirtió en el Día de los Prófugos, con promesa de visita de autoridades nacionales que, ante la falta de buenas noticias, se frustraron.
En las primeras horas de la tarde las puntas eran muchas: no se sabía dónde estaban.
En el comité de crisis cada fuerza federal estaba por su lado. A la hora señalada, salían cinco o diez patrullas, sin que nadie dijera nunca nada. Llegaba la cuadrilla a la tranquera de un campo y los móviles ingresaban. Una y otra vez, siempre con arma en mano, con el apoyo de helicópteros y de efectivos provinciales, mientras otras patrullas controlaban el perímetro. Lo que parecía más obvio lo expresó el jefe comunal de San Agustín, Emiliano Monaca. Por qué no usar caballos y perros para recorrer esos sembradíos de altas plantas, o bien el cañaveral que separa esa localidad de otra, Matilde, que tornan imposible tener una visión óptima. “El protocolo no lo permite”, aseguró un policía provincial con múltiples palmeritas sobre sus hombros.
Según el jefe comunal, recién a las 18.30 de ayer llegaron los federales a su oficina a pedirle un mapa de la zona. De acuerdo con voceros del Ministerio de Seguridad provincial, recién a las 9 de la mañana, tres horas más tarde del primer tiroteo, les avisaron desde Nación lo que ocurría. Luego se hizo el operativo cerrojo. Anoche, con los helicópteros sobrevolando el cielo de San Carlos Centro, nadie podía asegurar que los fugitivos estuvieran todavía en la provincia. Dijo el oficial de las palmeritas: “A esta altura pueden estar acá cerca, en Santiago del Estero o en Tucumán. En cualquier lado”.
Bullrich suspendió acto para organizar comité
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, interrumpió ayer el acto de asunción de las nuevas autoridades de Gendarmería al enterarse de la presencia de los prófugos de General Alvear en Santa Fe, donde atacaron a los tiros a efectivos de esa fuerza.
«Estos delincuentes son muy duros», expresó la funcionaria, quien tras abandonar el acto se ocupó de armar un improvisado comité para diagramar las tareas de rastreo y búsqueda. Si bien en un primer momento se especuló con que la funcionaria había viajado hasta la zona donde se detectó la presencia de los prófugos, finalmente fuentes oficiales aclararon que Bullrich permaneció en Buenos Aires, desde donde siguió de cerca los detalles del operativo de rastreo.
En la Escuela de Gendarmería Nacional «General Don Martín Miguel de Güemes», ubicada en el partido bonaerense de La Matanza, la funcionaria nacional se vio sorprendida en medio del acto protocolar de puesta en funciones del flamante director de esa fuerza, Gerardo Otero, y el subdirector, Federico Sosa. Tras recibir un llamado que la anotició sobre el tiroteo entre los hermanos Martín y Christian Lanatta y Víctor Schillaci y uniformados de la fuerza verde en la localidad santafesina de San Carlos Sur, Bullrich debió interrumpir las formalidades y se congregó en el edificio central del predio para encabezar un comité junto al secretario de Seguridad, Eugenio Burzaco, y así delinear las acciones para intentar dar con el paradero de los condenados por el Triple Crimen de General Rodríguez.
La ceremonia de asunción de nuevas autoridades de la Gendarmería, encabezada por Bullrich y Burzaco, formalizó las designaciones del comandante general Gerardo José Otero como nuevo director nacional de la fuerza y del comandante general Federico Sosa como subdirector nacional.