El diputado provincial por el Frente Amplio por la Soberanía, Carlos Del Frade, analizó la actualidad local y nacional. Consideró que es un periodo complejo para ejercer como legislador provincial ya que la mayoría oficialista acorta el debate parlamentario. Cuestionó que ante la ola de violencia que atraviesa la ciudad no se toque a las esferas del poder económico y asegura que los discursos del miedo y del narcoterrorismo atentan contra la democracia.
—¿Cómo analizás los primeros meses de gestión en la Legislatura?
—La tarea de la Legislatura está muy difícil porque al tener mayoría propia en las dos cámaras el gobierno, aunque no lo quiera aceptar, funciona prácticamente como una escribanía donde impone todos los temas vinculados al gobierno y sus aliados. Eso genera muchísima tensión. Además, como hay una gran dependencia en los medios de comunicación de la pauta oficial es muy difícil que aparezcamos las pocas voces distintas que existen en la provincia. Generalmente no lo paso bien, es posiblemente el periodo más difícil que me toca. Igualmente es el que más estoy trabajando, el que me hace mover no solamente por la provincia sino por todo el país, lo cual es una gran alegría porque se reconoce el laburo por afuera y todo lo que hemos hecho con el tema narcotráfico, Vicentín, el río Paraná, lo laboral. Me parece que hay necesidad de buscar un proyecto de pelea contra tantos saqueos.
—¿Cómo es el diálogo entre los bloques y el gobierno?
—Siento que no les interesa mucho. Imponen los temas y a otra cosa. No convocan a todas las fuerzas. Ni siquiera puedo pelear, entonces decidí no estar más en Parlamentaria a donde va Palo Oliver. No me gusta para nada porque incluso no han querido reflotar la comisión de Vicentín que era un lugar muy importante para nosotros. No entiendo al socialismo, por qué este acompañamiento tan subordinado a un radicalismo que es cada vez más de derecha como es el que representa Pullaro. Y el peronismo está en una dispersión casi terminal donde ni siquiera hay voces que resuenen ahí.
Pero más allá de lo que hagan ellos, me preocupa mucho que lo nuestro no esté llegando a la gente. Sé que es generar un conjunto de información y de símbolos de cómo hacer política y de éticas que me parece que va a quedar cargada en algún lugar para las próximas generaciones que quieran protagonizar la transformación que necesita nuestra realidad.
–¿Qué opinás de los proyectos presentados por Pullaro?
–Nosotros votamos algunos y la mayoría los rechazamos porque es una reducción de derechos en el altar de la supuesta seguridad que viene de la mano dura. Esa mano dura es lo que se reclama en las encuestas, no lo que reclama la sociedad para estar mejor. No creo para nada que con menos derechos y menos garantías vas a tener una sociedad más segura. Es al revés. Se usa la excusa de lo que pasa en Rosario para hacer una democracia de cada vez más baja intensidad porque quieren meter a los milicos en las calles. Es impactante cómo quieren imponer en distintos lugares de América Latina el proyecto de Estados Unidos de la década del 60 y del 70, que terminó en la historia en México en el 2019 de una forma espantosa. Es el mismo que quieren imponer en Argentina con la excusa de Rosario. Es control social con la excusa del combate al narcotráfico. Además es fulbito para la tribuna porque ellos hablan del narcotráfico pero en realidad están hablando de los últimos eslabones de la cadena de comercialización que son las bandas narco policiales. Del flujo de dinero ni se habla, ni se persigue y eso está cada vez peor porque cada vez peor es el nivel de control de las agencias del Estado sobre lo que pasa con el sistema financiero y con el sistema de los puertos. Me parece que es bastante hipócrita la discusión. Sería fundamental que se discutiera esto en la Legislatura pero no se discute, así que vamos a seguir peleando por adentro y por afuera como siempre.
—¿Qué opinas de la ola de violencia en Rosario y de las medidas que se han tomado?
—Éste es el proyecto de Estados Unidos para toda América Latina con la excusa del narcotráfico. La Doctrina de Seguridad Nacional que generó las dictaduras en América Latina tenía como enemigo al terrorista. La Doctrina de Seguridad continental que amanece, especialmente sobre la segunda mitad de la década del 80, tiene como figura al narco terrorista y eso es lo que se ha querido imponer permanentemente. Se impuso en Colombia, en Brasil, en Perú, en Ecuador y en México con resultados terribles. Es lo que se está haciendo acá.
Lo más terrible es que coincidan Milei, Pullaro y Javkin en la idea de que tenemos narco terrorismo cuando en realidad lo que existe son 46 bandas narcos policiales barriales como lo demostramos en el informe que hicimos en diciembre del año pasado. Algunas son poderosas en lo económico y en las armas: los Monos, Alvarado, Rodríguez Granthon, los Ungaro, pero son eslabones inferiores. No hay decisión política de eliminar los nichos de corrupción de la Policía, que es un problema de la política provincial. Entonces se exagera todo, te quieren meter a las Fuerzas Armadas y Bullrich cada mes te va inventando cosas. Es más fulbito para la tribuna, pero quieren una democracia cada vez de más baja intensidad con la idea de las fuerzas armadas.
—¿Por qué no se tocan estos nichos de corrupción que mencionas?
–No se animan. Le tienen miedo a la Policía por sobre todas las cosas, porque con un acuerdo político de la fuerza legislativa alcanzaría, pero no ha salido ninguna ley policial en estos años. Es muy triste. La política se ha olvidado el principal verbo que es transformar.
—¿Cómo ves la ciudad?
—La veo muy triste y con miedo. A partir de las seis de la tarde en el centro se cierra todo. En los barrios tal vez un poco antes. Rosario siempre se levantaba porque tiene una cultura obrera extraordinaria que hace que al otro día, incluso en los barrios de casas usurpadas o de balaceras, se prenda la luz del almacén, del kiosquito, de las pocas torres que existen. Eso es maravilloso y tiene que ver con la cultura obrera. Eso fue lo que se quebró a partir de los días de marzo. Esas 46 bandas son una unidad transitoria de empresas para ver si en una determinada cantidad de tiempo pueden cambiar las condiciones de tensión. Eso termina mal porque más temprano que tarde van a volver los enfrentamientos y vamos a volver a encontrarnos con los cadáveres jóvenes en distintos lugares de Rosario. Hay mucho miedo, a lo cual ahora se le ha agregado el otro miedo que es el quedar desocupado, al tiempo que no le alcanza a la mayoría de la gente ni para empatar el fin de mes. Es brava la situación, pero se le ha agregado el gran condimento de control social que es el miedo impulsado por la exageración de las penurias cotidianas y la utilización de esta idea del narco terrorismo. Las bandas son cobardes, asesinas, desclasadas porque están matando incluso a gente de su propio barrio que le dieron origen, pero es un problema político que tiene que ver con la eliminación de los nichos de corrupción de sus principales socios, que son las fuerzas de seguridad, especialmente la Policía de la Provincia de Santa Fe. Todo lo demás sirve para generar esa gran herramienta de domesticación social que es el miedo y es lo que se está usando hoy. La verdad es muy triste verla a Rosario así.
—¿Cómo ves la gestión de Pablo Javkin?
—No la veo directamente. Lo veo mal a él. Lo respeto mucho. Lo quiero por aquello que conozco de pibe, pero la verdad es que me parece «el otro», como diría Borges en su cuento. Es otro Javkin. Parece alguien totalmente distinto al que vi crecer junto a nosotros cuando fundamos la CTA y venía a todos los actos que hacíamos. Para mí el problema mayor de la política argentina es la resignación. Olvidarse de la transformación, la revolución, pedirle permiso al poder económico.
—¿Qué opinás de las medidas del gobierno nacional y cómo considerás puede ser el impacto local de aprobarse la ley Bases?
—El gobierno de Milei es la etapa más profunda de saqueo que hemos sufrido en los últimos 50 años en Argentina. Es un saqueo institucionalizado, es el ariete político de la profanación de lo que queda en la Argentina de parte de Estados Unidos. Es muy impactante cómo han entregado todo. Ya venía porque tenés las tremendas traiciones que generaron los gobiernos nacionales y populares como Alberto Fernández firmando el memorándum de entendimiento con el comando sur del ejército norteamericano para ramificar el Paraná. Es inadmisible en un gobierno de origen nacional y popular. Termina generando en la gente un sacrificio para que sus hijos vivan bien y se convierte en una cuestión religiosa. Me inmolo en pos de una promesa que ni siquiera saben si se va a cumplir. Hoy la gente te dice eso en la calle.
Eso tiene un tiempo. Cuando se termine ese tiempo ¿estaremos las fuerzas populares preparadas para ofrecer una esperanza concreta y un proyecto? Para eso trabajo.