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Del matrimonio y las expectativas insatisfechas

Estoy casada pero me siento sola es el nuevo libro de Alejandra Stamateas, quien en esta ocasión aborda situaciones por las que atraviesa una mujer cuando le pone excesiva carga emotiva a una relación de pareja y descubre que el matrimonio no es tal como lo esperaba. “Muchas mujeres me comentan: «Me siento como un objeto en casa. Di todo lo que pude de buena onda pero no recibo nada a cambio y con mi pareja tenía ciertas expectativas que no se cumplieron»”, comenta Stamateas.

“Las mujeres pensamos que al formar pareja el hombre va a estar 24 horas disponible para nuestras necesidades. La expectativa para algunas es tan grande que cuando ven que el otro no cumple con los sueños anhelados durante tanto tiempo, se frustran y viven pensando en las cosas que no hace, cuando en realidad la fuerza está en el interior de cada una”, sostiene.

 

La escritora está convencida de que esta situación no se manifestaba en otras épocas: “A nuestras abuelas esto no les pasaba. Ellas se casaban sabiendo que iban a vivir para la casa, el marido y los hijos. No esperaba mucho más del hombre porque llegaba tarde de trabajar y no había mucha comunicación”, explica. “Pero los tiempos y el rol de la mujer cambiaron –opina–. Hoy las mujeres salen a trabajar y tienen que enfrentar un montón de situaciones día a día, a la vez que están esperando que la pareja aporte más a la relación, que sea más compañero, converse, las contenga”.

 

Stamateas asegura que el libro habla de cómo bajar el nivel de expectativa en la pareja y subir el propio. “Las mujeres están siempre a la espera de que él haga algo, de que alguien la tenga en cuenta y no salen a buscar el éxito, los deseos, todas las cosas que sueñan”.

 

Uno de los consejos que la autora brinda es comunicar los deseos internos. “Las mujeres tienen dos agendas. Una formal y una secreta. La formal dice:«Te voy a amar, cuida, voy a estar a tu lado incondicionalmente», entre otras tantas cosas, y la secreta tiene escrita todas aquellas cosas que no se animan a decir, todo lo que espera pero no se comunica”, afirma.

 

“Básicamente –sostiene la autora– el problema que existe entre géneros es que la mujer tiene una capacidad especial para hacer una lectura emocional del otro, y el hombre no se siente cómodo en ese campo y por eso deja que la mujer actúe en ese área”.

 

La teóloga ejemplifica a partir del caso de “una madre que tiene que lidiar con todo lo doméstico, más allá del trabajo que desempeña, y el hombre no se involucra, pero no porque no quiere sino porque se siente un incompetente y cree que no va a desarrollar bien esa tarea y por eso la deja en manos de la mujer”. “Él se siente incapaz y ella piensa que no le interesa –ironiza–. En realidad, una de las salidas más sanas que hay que incorporar es «amar mucho a un hombre, pero necesitarlo poco»”.

 

En el libro editado por Planeta, la autora de otras obras como Mis hijos me vuelven loca o Mi cuerpo, mi cárcel abarca temas como “En busca de mí misma”, “Necesito sentirme amada” y “No entiendo a los hombres”.

 

Otro de los consejos que brinda en su libro la también conductora del programa Mujeres fuertes que se emite por la señal Utilísima– es comenzar cada mañana sin necesitar de nadie, “amando y necesitando de una misma, para no transformarse en una mujer demandante de amor, que finalmente termina ahogando al otro”.

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