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“Del modo más cruento y con el mayor daño posible”

Así el juez imputó por femicidio al acusado de apuñalar a ex pareja y le dictó preventiva por dos años.

“Pareciera que algunos tipos de hombres tratan de hacer entender sus razones sometiendo a cualquier tipo de violencia, atacando del modo más cruento y con el mayor daño posible, en este caso la muerte”, sostuvo el juez Héctor Núñez Cartelle. El magistrado fundamentó  así la decisión que tomó ayer en la audiencia imputativa, de dictar la prisión preventiva por el plazo máximo que permite la ley, es decir dos años, al hombre de 57 años imputado por el femicidio de Graciela Príncipe ocurrido el lunes en la zona de la Terminal de Ómnibus. Núñez Cartelle entendió que la evidencia fue suficiente para respaldar el pedido fiscal y destacó que el silencio del acusado de algún modo marcó la falta de contrición ante el dolor de la víctima a la que apuñaló hasta morir.

Con gran presencia de familiares y amigos de Graciela Príncipe se desarrolló la audiencia oral donde Ricardo Enrique R. fue imputado del delito de homicidio agravado por violencia de género, lo que conlleva, en expectativa, una condena a prisión perpetua.

La fiscal del caso, Marisol Fabbro, detalló que Graciela y Ricardo fueron pareja, que se encontraban separados y habían pactado un encuentro el lunes pasado. Cerca de las 19 y luego de una discusión Ricardo R. atacó a su ex pareja en la vereda de Castellanos al 600. La mujer recibió entre 11 y 12 puntazos en cuello, tronco y miembros superiores.

Algunas de esas puñaladas interesaron el hígado y el corazón de la víctima causándole la muerte, marcó la funcionaria judicial.

Tras el ataque, con frialdad el agresor caminó hasta calle Santa Fe, donde se tomó un taxi. Esta circunstancia fue advertida por vecinos que pudieron brindar la descripción física del hombre, y a ello se sumó el testimonio del taxista, quien afirmó que el pasajero le solicitó que lo trasladara hasta el centro, aunque se bajó antes de llegar a destino, en Oroño y Santa Fe. El chofer logró ver bien al hombre, que según su relato se notaba nervioso y apenas subió al auto le dijo que parara en “algún contenedor” que necesitaba “tirar un paquete con papeles” que llevaba encima. Ello derivó en un operativo sobre los receptáculos ubicados en Tucumán desde  Lavalle hasta Cafferata en busca del arma homicida, aunque arrojó resultado negativo, refirió la fiscal.

Pero a estos datos, Fabbro sumó la declaración del hijo del acusado, quien tras hablar con el  padre decidió llamar al Teléfono Verde. De la línea específica para casos de violencia de género lo derivaron a la Comisaría de la Mujer, donde a su vez le indicaron que llamara al 911. Finalmente de allí lo derivaron a la seccional 7ª, donde le tomaron declaración.

El joven dijo que su tía lo llamó cerca de las 20.45 para avisarle que su papá estaba en la puerta de su casa “sacadísimo” y que le dijo que fuera a la Policía y le cerró la puerta.

Entonces el muchacho se comunicó con su padre para advertirle que deje de molestar a su tía, pero éste le respondió: “Me hizo muchísimas, le aguante todas. Es lo último que me quedaba”. Y allí le confesó que la había matado.

El joven le pidió que se entregara y el padre le mintió diciéndoles que ya estaba en la comisaría: “Me deja sin trabajo y me echa de la casa. Me sentí defraudado, ya no hay más nada en esta vida de mierda”.

Por su parte, una de las hijas de Graciela sostuvo que conocía la relación, ya que vivían en casas distintas pero en el mismo terreno. Explicó que su madre conoció a Ricardo R., hacía “unos meses” y que a los 4 ó 5 días se fueron a vivir juntos porque él no tenía dónde vivir. La mujer lo mantenía económicamente y algunos meses atrás le encontró unos mensajes de otra mujer, por lo que se terminó la relación. Aunque volvieron a estar juntos al poco tiempo, la recomposición fue con reglas diferentes: la mujer planteó una relación “más abierta”, lo que podría haber disparado los celos de él, según presumió la hija.

Ella, al igual que su madre, fue acosada por teléfono por Ricardo R., con mensajes como: “Yo estoy jugado y perdido, que me atienda el teléfono o voy a buscarla”.

La fiscal basó el móvil del hecho en una cuestión económica y de celos –Graciela, que era asistente escolar y además explotaba un carrito de pororó en el Mercado Retro, le prestó su auto para trabajar– y detalló que la última discusión fue porque el hombre quería vacacionar en Mar del Plata y para ello pretendía que la mujer sacara un crédito. Para Graciela fue un punto límite, por lo que decidió echarlo de su casa.

También se logró el testimonio de otro taxista que llevó al hombre desde Rosario a Peyrano, pero cuando llegó a la dirección pautada Ricardo R. se bajó y no le pagó los 800 pesos que costó el viaje, por lo que el chofer realizó la denuncia. Ello derivó en un cruce de información y el posterior allanamiento que terminó con la detención del hombre, ahora imputado por femicidio.

Luego de escuchar la acusación Ricardo R. dijo: “No declaro ni contesto preguntas, porque yo no fui”. Tras lo cual la fiscal pidió la prisión preventiva en su contra y, a pesar del esfuerzo de la defensora pública Alejandra Paolini, el juez Núñez Cartelle dictó la prisión preventiva por dos años.

“Era esencial esa figura”

“Para nosotros era esencial que la figura sea femicidio”, detalló sobre el emblemático caso Graciela Leyes, integrante de la Secretaría de Género de la provincia. En ese marco, la funcionaria destacó su conformidad con la decisión del juez Núñez Cartelle y concluyó que “hay dos personas” a las que la víctima les dijo quién era el responsable del hecho.

Por su parte Gabriela Sosa, de la organización Libres del Sur, habló de la importancia de visibilizar hechos como el ocurrido, precisamente para que no ocurran. “Lo que pasó en la audiencia imputativa es de un valor enorme”, interpretó Sosa en referencia a la decisión de dictar prisión preventiva por el máximo plazo legal y al cargo de femicidio. “Lo que necesitamos es que ahora se concrete en el juicio, por lo que pondremos todas las herramientas del Estado provincial a disposición, junto al trabajo con organizaciones sociales”, detalló Sosa y concluyó: “Es necesario incluir en la Justicia esta mirada. Es el inicio de un proceso, pero apuntamos a que se abra camino a la incorporación de la mirada de género, porque la impunidad multiplica la violencia”.

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