La chapa final fue triunfo. El rendimiento colectivo fue un aplazo. Argentina apenas venció al impresentable seleccionado de Jamaica por 2-1 gracias al eterno Palermo y a un gol agónico de Canuto. Fue en Mar del Plata y ante una multitud que al final cambió silbidos por aplausos.
Soporífero primer tiempo jugaron Argentina y Jamaica en Mar del Plata. Nada por aquí, nada por allá.
Preocupante fue la actuación del equipo de Diego Maradona, que no mostró nada ante un Jamaica ordenado y que jamás puso en aprietos a Ibáñez, aunque promediando la etapa el árbitro Rivera obvió un penal que Galeano le cometió a Johnson.
Argentina fue un equipo lento, sin ideas claras y lleno de imprecisiones. Jara no asustó, Palermo estuvo demasiado solo en el área, Insúa no fue el conductor y Toranzo no aportó. Así, los remates de media distancia abundaron y simplificaron la tarea de los defensores y el arquero visitante.
La sorpresa se apoderó del José María Minella cuando se levantaba el telón del segundo acto: cabezazo débil de Johnson, Ibáñez que duda y sí, gol de Jamaica.
Maradona intentó moviendo el banco y apostó por los ingresos de Méndez, Hauche y Gaitán. Y recién sobre el final llegó el alivio: a los 38, Palermo apareció y marcó el empate. Y cuando parecía que se sellaba la igualdad, una aparición del recién ingresado Canuto en el área chica terminó por establecer la chapa final: 2-1.